Camino por calles de angustia y ahogo,
no pienso en el mañana, ni en la hora siguiente,
soy esclavo de un poder, un poder que me atormenta,
que no puedo huir de él, que me alimenta.
Al principio era princesa, ahora es bruja infecta,
que me dio la miel, que me da la hiel.
¡Ay, Princesa! Tengo que salir de aquí,
mas me retienes, sin piedad, sin vuelta atrás.
Y, sin embargo, te busco cada día, te encuentro, me encuentras.
Buitres y cuervos penetran sus garras en mi alma,
hasta que tu llegas, pero ¡ay cuando te vas!
Comienza la tormenta de la sinrazón sinfín.
¿Cómo es posible pasar de la suave brisa al viento tenebroso?
¡Ay, Princesa! Princesa del amor y la miseria,
Princesa del calor y de la brisa gélida,
que recorres mis venas dándome valor,
y generas con tu ausencia el caos y el descontrol.
¿Por qué te daría el beso yo aquel día?
El beso de la muerte lenta y tibia,
el beso del amor no correspondido, de las rosas negras,
de las amargas facetas, del más amargo terror.
Y cuando no estás, me muero, y cuando estás, muero,
pero más lentamente, más dulcemente,
pero me muero, me hielo, me quemo.
Solíamos irnos juntos, ¿recuerdas, Princesa?
Nos acompañaban la felicidad y el dulzor,
pero ya no, Princesa, ya no caminamos a la par,
ahora eres tú quien tira, quien me esclaviza,
yo ya no quiero ir contigo, ¡no quiero!
Pero tú me castigas, me llevas, atado con una correa.
¡No puedo librarme de ti, Princesa!
De ésta me muero, acostado en cualquier acera,
tirado como un perro callejero,
sí, yo y mis miserias, yo y mis malditas penas,
y tú te irás con otros hasta que acabes con ellos,
otros más jóvenes, que serán las presas de tu voracidad.
¡Ay, Princesa! ¡Dulce y mortal Princesa!
¡Dame la muerte! No esperes mucho más, ¿para qué?
No merece la pena verme contigo en sucios locales,
en servicios infectos, en aceras vacías.
Clávame tu rejón de muerte ya, Y ¡busca! ¡Busca a otros a quienes esclavizar!
no pienso en el mañana, ni en la hora siguiente,
soy esclavo de un poder, un poder que me atormenta,
que no puedo huir de él, que me alimenta.
Al principio era princesa, ahora es bruja infecta,
que me dio la miel, que me da la hiel.
¡Ay, Princesa! Tengo que salir de aquí,
mas me retienes, sin piedad, sin vuelta atrás.
Y, sin embargo, te busco cada día, te encuentro, me encuentras.
Buitres y cuervos penetran sus garras en mi alma,
hasta que tu llegas, pero ¡ay cuando te vas!
Comienza la tormenta de la sinrazón sinfín.
¿Cómo es posible pasar de la suave brisa al viento tenebroso?
¡Ay, Princesa! Princesa del amor y la miseria,
Princesa del calor y de la brisa gélida,
que recorres mis venas dándome valor,
y generas con tu ausencia el caos y el descontrol.
¿Por qué te daría el beso yo aquel día?
El beso de la muerte lenta y tibia,
el beso del amor no correspondido, de las rosas negras,
de las amargas facetas, del más amargo terror.
Y cuando no estás, me muero, y cuando estás, muero,
pero más lentamente, más dulcemente,
pero me muero, me hielo, me quemo.
Solíamos irnos juntos, ¿recuerdas, Princesa?
Nos acompañaban la felicidad y el dulzor,
pero ya no, Princesa, ya no caminamos a la par,
ahora eres tú quien tira, quien me esclaviza,
yo ya no quiero ir contigo, ¡no quiero!
Pero tú me castigas, me llevas, atado con una correa.
¡No puedo librarme de ti, Princesa!
De ésta me muero, acostado en cualquier acera,
tirado como un perro callejero,
sí, yo y mis miserias, yo y mis malditas penas,
y tú te irás con otros hasta que acabes con ellos,
otros más jóvenes, que serán las presas de tu voracidad.
¡Ay, Princesa! ¡Dulce y mortal Princesa!
¡Dame la muerte! No esperes mucho más, ¿para qué?
No merece la pena verme contigo en sucios locales,
en servicios infectos, en aceras vacías.
Clávame tu rejón de muerte ya, Y ¡busca! ¡Busca a otros a quienes esclavizar!
1 comentario:
¡QUE SUERTE QUE ESCRIBAS,Y QUE ENTREMOS EN TU BLOG.CUANTA PALABRERIA Y CUANTA INSPIRACION.! ENVIDIO TU TIEMPO LIBRE, PUES YO NO TENGO OCASION, DEDICARLE UN POCO A MI GRAN PASION. UN SALUDO
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