Viento de Levante, criticado, denostado y ofendido,
pero noble, furioso, orgulloso y altivo,
¿qué habrás hecho tú para cosechar comentarios tan despectivos?
Las señoras se quejan, dicen sentir cefaleas,
ellos, dicen volverse locos, perder el sentido,
no te aflijas, Levante, te considero mi amigo.
¿Qué sería de mi inspiración si tú no aparecieras?
Tanta calma, tanto sol, tanta relajación,
atraen a domingueros y a turistas como moscas a la miel,
abuelos, niños, papás, tortillas, paellas...
Y yo no puedo hacer nada hasta que tú apareces,
y espantas a la gente como se debe.
Y en ese justo momento,
me quedo solo contigo,
la energía vuelve, la inspiración vuelve,
y escribo los poemas más bellos,
y los relatos más jugosos,
y las columnas más picantes.
Y retomo mi novela sin gritos, sin voces,
y creo situaciones para mis personajes,
y te oigo silbar, ya no queda nadie,
salvo yo, en la mesa, con tu presencia y tu aje,
y el bar se queda en silencio,
y tecleo, y la obra nace.
Viento de Levante, tan a punto, tan aparte,
y cuando me place,
me bajo a la playa, y me zambullo ante tu arte,
el mar me mece y me cura,
y cuando salgo,
la fina arena de Cádiz me da un masaje.
Viento de Levante, marcha, sí,
porque no puedes quedarte,
pero tengo que escribir,
y tengo que bañarme,
marcha sí,
pero en volver no tardes.
pero noble, furioso, orgulloso y altivo,
¿qué habrás hecho tú para cosechar comentarios tan despectivos?
Las señoras se quejan, dicen sentir cefaleas,
ellos, dicen volverse locos, perder el sentido,
no te aflijas, Levante, te considero mi amigo.
¿Qué sería de mi inspiración si tú no aparecieras?
Tanta calma, tanto sol, tanta relajación,
atraen a domingueros y a turistas como moscas a la miel,
abuelos, niños, papás, tortillas, paellas...
Y yo no puedo hacer nada hasta que tú apareces,
y espantas a la gente como se debe.
Y en ese justo momento,
me quedo solo contigo,
la energía vuelve, la inspiración vuelve,
y escribo los poemas más bellos,
y los relatos más jugosos,
y las columnas más picantes.
Y retomo mi novela sin gritos, sin voces,
y creo situaciones para mis personajes,
y te oigo silbar, ya no queda nadie,
salvo yo, en la mesa, con tu presencia y tu aje,
y el bar se queda en silencio,
y tecleo, y la obra nace.
Viento de Levante, tan a punto, tan aparte,
y cuando me place,
me bajo a la playa, y me zambullo ante tu arte,
el mar me mece y me cura,
y cuando salgo,
la fina arena de Cádiz me da un masaje.
Viento de Levante, marcha, sí,
porque no puedes quedarte,
pero tengo que escribir,
y tengo que bañarme,
marcha sí,
pero en volver no tardes.
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