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Al otro lado

Al otro lado
"Al otro lado", de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-15352-66-2.
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Presentaciones:

Sábado, 27 de abril a las 12 h. en la Feria del libro de Granada, en el Centro de Exposiciones de CajaGRANADA Puerta Real. Me acompañará en la presentación el compañero de Granada Jesús Lens. Y a las 13 horas firma de ejemplares en la Caseta de Firmas.

Sábado, 20 de abril, de 11 a 13 h. y de 17 a 20 h. en la Feria del Libro de Fuente el saz de Jarama.

Sábado, 26 de enero a las 20 h. en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan. Me acompañará en la presentación el compañero de Ciudad Real José Ramón Gómez Cabezas, autor de "Réquiem por la bailarina de una caja de música", de la Editorial Ledoria.

Martes, 23 de octubre a las 19.30 h. en la librería Estudio en Escarlata (Guzmán el Bueno 46, Madrid). Si no puedes acudir y queréis un ejemplar firmado, ponte en contacto con ellos y pídeselo (91 543 0534). Te lo enviarán por correo.

Miércoles, 24 de octubre a las 18 h. en Getafe Negro (Carpa de la Feria del Libro). A las 20 h. participaré en una mesa redonda con otros compañeros de la Editorial Ledoria titulada "En los arrabales de la Novela Negra.

martes, 31 de mayo de 2011

Presentación en Madrid de “Las niñas perdidas”, de Cristina Fallarás

“Tipos infames” es una librería con bar enclavada en pleno corazón de Malasaña. Fue el lugar elegido para la puesta de largo en Madrid de la novela “Las niñas perdidas”, de Cristina Fallarás, ganadora del Premio LH confidencial de este mismo año.

Al llegar me encontré en la puerta con el maestro de ceremonias, Rafael Reig, con whisky y un cigarro de liar en la mano. Le saludé y me eché un pitillo con él. Aunque he coincidido últimamente con el maestro, nunca había tenido tiempo de expresarle mi admiración por su columna de los sábados en el ABC Cultural y tuve la suerte de que me obsequiara con un repertorio de anécdotas relativas a periodistas y escritores. En el transcurso de la charla, Cristina Fallarás salió a saludar a Patrick Erikson que en ese momento pasaba por allí, aunque no podía quedarse al evento por motivos de trabajo. La saludé y le regalé una camiseta de mi novela“El círculo alquímico”, que lo prometido es deuda.

Ya dentro, Manolo Rodríguez, coordinador de los Sábados Negros en Traficantes de sueños, me invitó a una cerveza y con ella me bajé a la sala en donde se realizó la presentación ante un público compuesto mayoritariamente de escritores. Por allí estaban Pedro de Paz, David Torres, Carlos Salem, Yanet Acosta, Marcelo Luján, José Ovejero...

Abrió la charla Rafael Reig haciendo una semblanza de la novela con su habitual estilo, el mismo que imprime a sus columnas. Habló de novela negra y de que esta nace como continuación de la novela picaresca, retomando la crítica social. Después se centró en “Las niñas perdidas” y en la temática que aborda para terminar diciendo que todas las mujeres llevan consigo una niña que perdieron por el camino, en alusión al título del libro. Nos dijo que a él le parecía que Cristina había reescrito Peter Pan después de leer a Leopoldo María Panero, una original definición, una más de las que ya nos tiene acostumbrados.

Cristina, según me confesó ella más tarde, al contar con un público que era mayoritariamente del gremio, se ahorró las típicas referencias a Chandler y a Hammett para centrarse única y exclusivamente en contarnos su impulso y sus motivaciones para escribir esta y otras novelas. Nos habló de la ventaja de la ficción frente al periodismo para tocar ciertos temas, entre ellos el abuso de menores y el crimen, elementos principales de la trama de su libro. Cristina aún mantiene esa rabia que todos hemos tenido de adolescentes y que ella conserva, lo que le da un punto de vista único para escribir y expresar sus ideas de manera cruda y, para algunos, salvaje, por lo que ha tenido bastantes problemas con críticos, compañeros y lectores. Pero lleva toda la razón cuando dice que es bastante curioso que la gente se escandalice cuando matan a un animal en un libro y no lo haga si se mata y tortura a una persona.

Hubo un par de preguntas que Cristina respondió y después se nos sirvió un vino que propició algunas tertulias entre los que allí estábamos, aunque al final terminamos subiendo a la barra. Después de pedir las consumiciones acabamos en la puerta de la librería charlando de diversos temas, ya que la tarde era buena y porque la ley antitabaco parece que no va muy bien con los escritores, entre los que me cuento, ya que habríamos estado estupendamente dentro echando un pitillo, pero las cosas son como son.

La velada terminó en la terraza de un bar en donde estuvimos cenando, aunque hubo tiempo para degustar unos gyn tonics en uno de los muchos garitos que pueblan la zona. Cristina me confesó que Victoria, la detective de “Las niñas perdidas”, tendrá continuidad en una segunda entrega. Y doy fe de que ha creado un personaje que merece esa continuidad.

viernes, 27 de mayo de 2011

Firmas en la Feria del Libro de Madrid

Como sabéis, en la Feria del Libro de Madrid solo hay casetas de editoriales y librerías madrileñas. Siendo la Editorial Ledoria toledana, no tiene la posibilidad de estar en la Feria. No obstante, la librería Estudio en escarlata ha tenido la gentileza de invitarme a firmar en su caseta nº 87 el viernes 3 de junio de 18.30 a 20.30 horas. A todos los que paséis por allí será un placer para mí saludaros. Para los que aún no tengáis la novela y os interese comprarla y no podáis pasar por la Feria o seáis de fuera de Madrid, recordad que existe la posibilidad de obtener un ejemplar dedicado. Para ello solo tenéis que poner un email a la librería (info@estudioenescarlata.com) o poneros en contacto con ellos por teléfono (91 543 0534). En cualquiera de los casos, especificad que queréis el ejemplar dedicado y yo me paso y lo firmo.

Después de tantos y tantos años paseando por el Retiro entre las caseta como lector, en esta edición acudo como autor. Me hace mucha ilusión, porque como sabéis, es mi primera novela y aparte de las presentaciones que he hecho en Madrid no me he visto en otra. Espero que no sea la última.

Por último, os dejo el calendario de firmas en la caseta de Estudio en escarlata de autores que en muchos casos son amigos o conocidos, todos ellos de gran valía, por si estuvierais interesados.

AUTORES FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2011

CASETA 87

ESTUDIO EN ESCARLATA

Viernes 27 de mayo a domingo 12 de junio

Horario de las firmas: viernes de 18:30 a 20:30 y los sábados y domingos de

12:00 a 14:00 y de 18:30 a 20:30

Sábado 28 Mañana Alfonso MATEO SAGASTA

Tarde Cristina FALLARÁS

Domingo 29 Mañana Carlos SALEM-Yanet ACOSTA

Tarde Oscar URRA

Viernes 3 Tarde Paco GÓMEZ ESCRIBANO

Sábado 4 Mañana Rosa RIBAS

Tarde Juan Ramón BIEDMA / Alberto LÓPEZ AROCA

Domingo 5 Mañana Rafael REIG / Juan BOLEA

Tarde 17:00 - 18:00 Simon SCARROW

18:30 – 20:30 Fernando CÁMARA-Javier QUEVEDO PUCHAL

Viernes 10 Francis P. FERNÁNDEZ-David G. PANADERO

Sábado 11 Mañana Javier NEGRETE

Tarde Luis GUTIERREZ MALUENDA

Domingo 12 Mañana José Luis MUÑOZ

domingo, 22 de mayo de 2011

Luis Gutiérrez Maluenda en los Sábados Negros

El pasado sábado 22 de mayo hubo un programa bastante completo en los Sábados Negros de la librería que lleva ese poético nombre: Traficantes de sueños. Si bien el jazz suele estar presente en las sucesivas veladas, en la pasada se erigió en protagonista.

Para empezar, Teresa Alonso nos hizo una introducción a la figura del pintor alemán de entreguerras Otto Dix, para analizar posteriormente una de sus obras más famosas, un tríptico llamado “Metrópolis” que surge en Dresde en 1928. El cuadro, en su parte central, nos presenta la opulencia de una sociedad en la figura de una pareja que baila el charlestón ante una banda de swing-jazz. Una escena llena de detalles, entre ellos un músico negro y una mujer fatal que se asemeja a un ángel caído. En contraste con esta escena principal, las de los lados son todo lo contrario. El pintor representa en ellas a prostitutas callejeras que andan por las calles desafiantes ante mutilados de guerra. Esta pintura es hoy en día un icono de los dorados años veinte. El nazismo le consideró un pintor degenerado e incluso llegaron a destituirle como profesor de la Dresdner Akademie.

A continuación, Manolo Rodríguez, coordinador de los Sábados Negros y habitual y hábil conductor de las veladas, nos presenta a Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, ese mago que mantuvo durante siete años en televisión el mítico programa “Jazz entre amigos” y que continúa actualmente obsequiándonos con sus conocimientos en Radio Nacional de España. La intervención del catedrático empezó con una regresión a su niñez. Nos contó que nació en Francia, lo que favoreció que ya desde niño se acercara al jazz, llegando incluso a hacer novillos de sus clases, en ocasiones acompañado por un joven profesor, para escaparse a ver actuaciones y conciertos. Como también tenía la nacionalidad española, no quiso cumplir los 21 años en Francia y que le reclutaran para ir a primera línea en la guerra de Argelia. Así que se vino para España e hizo aquí la mili. Empezó a frecuentar un garito madrileño llamado “Whisky jazz” del que se hizo asiduo y terminó escribiendo en su revista, una publicación que se distribuía a suscriptores, por un período de ocho años. Fue entonces cuando junto a otro grupo de entendidos empezó a hacer sus pinitos en la radio, medio del que declaró no tener ni idea en aquellos años y del que se hizo un experto sobre la marcha. Tanto los artículos como los programas de radio no le reportaron ningún beneficio económico pero le hicieron lo suficientemente conocido como para que terminara de hacer de aquello su profesión, en la que aún sigue. Entre alocuciones, pudimos escuchar piezas de Duke Ellington y de Billie Holiday. “Cifu” hizo de su intervención toda una clase de jazz, mezclada con datos de su biografía y regada de comentarios jocosos que hicieron las delicias del público, pasando de puntillas por piezas que tenían que ver con bandas sonoras de cine y novela negra. Nos hizo ver su admiración por el gran Duke, del que no solo conoce su obra, sino un repertorio de anécdotas de él y de sus músicos. También nos dijo que ya le gustaría a él profundizar en otros géneros musicales, pero que le haría falta otra vida solo para saber todo lo que le gustaría de jazz.

Después, Manolo nos presentó a Luis Gutiérrez Maluenda, un ejecutivo informático que un día decidió dejarlo para escribir novela negra. El escritor nos hizo dos sinopsis de las respectivas novelas que presentaba ayer: “Mala hostia” y “Los muertos no tienen amigos”, incidiendo especialmente en el tipo de detective que había creado para cada una de las obras y en los diversos tipos de detectives que pueblan el panorama negro internacional. Nos comentó que la gente tiene una visión un tanto deformada de los prototipos sociales que aparecen en las novelas debido al cine americano, tendente a adornar las tramas y a los finales felices. Así, nos explicó que los mafiosos, al pertenecer a las clases sociales más bajas, jamás escuchaban ópera, como nos han hecho creer desde Hollywood, sino que escuchaban blues y jazz. “Cifu” se mostró de acuerdo y apuntó que no solo el cine, sino que el propio establishment tiende a maquillar la realidad. Así, nos desveló una anécdota de un investigador que buscando material en un archivo sobre los juicios de Nuremberg descubrió un informe de un sargento que indicaba que Glenn Miller no murió en un accidente de avión, como nos han hecho creer, sino en un burdel mientras estaba con una prostituta.

Luis continuó hablando de la novela negra americana, de la que se declaró admirador, muy especialmente de Raymond Chandler. Nos explicó que bajo su punto de vista era heredera de la novela enigma inglesa, pero que al transportarla al otro lado del Atlántico evolucionó hacia los parámetros que todos conocemos. Mientras que en el Reino Unido los personajes eran generales retirados y “ladys” que bebían mucho té, y el detective era una persona muy lista que resolvía crímenes imposibles, en Estados Unidos los personajes pasaron a ser marginales, los crímenes eran menos sofisticados y el detective era un hombre de la calle que se había criado en los mismos barrios que los mafiosos.

Nos habló sobre sus gustos al escribir. Y de que huye, entre otras cosas, de las descripciones sangrientas y de los elementos de casquería, por considerarlos innecesarios en la narración y de mal gusto.

Para terminar la velada, en un hecho nada habitual en los Sábados Negros, se nos ofreció una actuación en directo del grupo Satamatas, un sexteto compuesto por piano, dos saxos altos, guitarra, bajo y batería, que nos ofrecieron varios temas en directo.

Mientras el grupo preparaba sus instrumentos, aproveché para que Luis me firmara mis dos ejemplares. Y después me marché calle Embajadores arriba para salir a Mesón de Paredes y terminar cenando en la literaria y taurina taberna de Antonio Sánchez, que no puede haber sesión literaria sin sesión gastronómica. Y después aproveché la maravillosa noche para pasear por la Plaza Mayor haciendo un alto en el mercado de San Miguel y terminar desembocando en la Puerta del Sol y estar un rato con los indignados, viendo casi con emoción la testarudez de los jóvenes que por fin se han movilizado contra la democracia de los banqueros.

sábado, 21 de mayo de 2011

Presentación de “Llueve sobre la Habana”, de José Luis Muñoz

El pasado martes 17 de mayo, la librería Estudio en Escarlata volvió a albergar al maestro José Luis Muñoz, esta vez para presentar su última novela “Llueve sobre la Habana”. Como siempre que voy a estos saraos me encuentro con alguien, me distraje tomando una caña con mi amigo Armando Rodera y Arantxa, su chica. Ya en persona pude comentarle más despacio que me encantó su manuscrito, un thriller psicológico que ya merecería estar publicado. El caso es que cuando llegué a ese templo de lo negro, la presentación ya había empezado. Me senté en el único hueco que había, en primera fila. Cuando quise darme cuenta de que me había colado entre Luis Mateo Díez y Santos Sanz Villanueva a punto estuve de hacerme muy pequeño en la silla.

En realidad, la jornada acogía una presentación doble. Por un lado, la novela de José Luis Muñoz. Y, por otro, la novela “Erich el zurdo”, de Domingo-Luis Hernández. Fue Domingo quien en calidad de editor de “La Página ediciones”, editorial que ha publicado las dos novelas, nos habló de José Luis y su libro. Puede que el lector que compra una vez al año el premio Planeta no conozca a José Luis Muñoz. Pero los que, de alguna manera, estamos metidos en este mundillo sabemos quién es de sobra: un autor con una trayectoria de publicaciones y premios increíble. Ha publicado con Algaida y Planeta, por citar a dos de las grandes, pero también con editoriales medianas e independientes de nuevo cuño. Así que incidir en su trayectoria sin caer en la redundancia es labor imposible.

El editor alabó las virtudes de “Llueve sobre la Habana”, una novela que transcurre en la capital cubana y en donde proxenetas, chulos y jineteras se alternan y se entremezclan en los capítulos de la misma, cuyo hilo conductor es un asesino en serie que siembra de cadáveres la ciudad, y que será investigado por el inspector Rodríguez Pachón.

El autor fue breve en sus explicaciones. Se limitó a hacernos una sinopsis de la novela y a informarnos de que esta es una precuela de “Último caso del inspector Rodríguez Pachón”. Nos comentó que quizá se está convirtiendo en un escritor de precuelas, pues no es la primera con la que nos obsequia. Sin ir más lejos, “La frontera sur”, con la que José Luis ganara el Premio Internacional de Novela Negra de Carmona y que se publicó el pasado año, también era precuela de “Lluvia de níquel”.

Después tomó la palabra Luis Mateo Díez, que se encargó de valorar positivamente la obra de Domingo-Luis Hernández, “Erich el zurdo”. También nos comentó la trayectoria de Domingo-Luis en las islas afortunadas: profesor en la universidad, ensayista, articulista, animador y creador de eventos literarios, relatista, etc.

En los ruegos y preguntas, una voz se alzó de entre todas para tener una intervención de unos quince minutos. Una voz muy conocida para mí, por cierto, aunque tardé un rato en identificarla. Era mi admirado J.J. Armas Marcelo, culpable entre otras cosas junto a Rafa Reig de que, independientemente de lo que tenga que hacer los sábados, compre el ABC para leer sus artículos en “El cultural”. J.J. Armas, que más que hablar parecía que estaba dictando uno de sus geniales artículos, hizo un recorrido por las actividades de Domingo-Luis Hernández, aunque no todo fueron alabanzas.

Terminado el acto, José Luis Muñoz hubo de entretenerse más de la cuenta en la firma de ejemplares, entre ellos el mío. Tanto lo hizo que cuando salimos fuera todos se habían largado a tomar las cañas de rigor dejando a José Luis en la estacada. Mis amigos Lorenzo Rodríguez, José Luis Muñoz (el fotógrafo y columnista) y yo ofrecimos al autor tomar esa caña, aunque finalmente lo que hicimos fue buscar entre las terrazas de la calle Guzmán el Bueno a aquellos que le habían ofrecido esa caña primero. Y los encontramos. Nos despedimos del autor ya que a los tres nos dio un poco de corte sentarnos con el editor, el académico y los periodistas y nos fuimos a otra terraza aledaña. Aunque en ese mismo momento recibí un eseemeese en el que me hacían un encargo: un ejemplar de “Llueve sobre la Habana” dedicado. Así que hube de volver a la librería, comprar el ejemplar y volver hasta la terraza en la que habíamos dejado a José Luis para que me hiciera la dedicatoria. Y finalmente, pude tomarme esa caña tranquilo con mis amigos en una grata velada en la que nos hartamos a hablar de literatura.

sábado, 14 de mayo de 2011

Antes llovía más. Ahora escribo.

Antes llovía más y hacía más frío. No me hacen falta estadísticas. Tan solo el recuerdo de zapatos embarrados y bufandas de lana hasta los pies. Pero yo salía a la calle, tenía inquietudes. Me encantaba jugar al fútbol, a las chapas, a las bolas, al peón, a los cromos, a los rescates y a tirarnos piedras. Me crié de forma un poco salvaje. Mi barrio estaba lleno de descampados y uno de nuestros deportes favoritos era matar ratas a pedradas o, de forma más sofisticada, con tirachinas o escopeta de perdigones.

En medio de todo aquello estaba la Cátedra. Se me escapa el por qué del nombre y ahora mismo recuerdo que ligado a ese inmueble había hasta un equipo de fútbol, el Catedra F.C. Era una edificación antigua. En torno a un campo de baloncesto de cemento había cuatro alas en plan claustro, solo que con vigas de acero, que albergaban estancias dedicadas a los más variopintos usos. Se daban clases de corte y confección, de música, catequesis..., etc. Y una de las alas era la biblioteca, que más tarde pasó a pertenecer a la red de bibliotecas de la Comunidad de Madrid.

Si llovía, la biblioteca era una buena opción, cualquier cosa menos estar en casa. No te mojabas, era gratis y al menos no estaba uno haciendo el mal por las calles. Por aquel entonces yo era más de tebeos. Me encantaba leer Mortadelos, 13 Rue del Percebe, Carpanta, las hermanas Gilda, Rompetechos, etc. También de aventuras: El Capitán Trueno, El Corsario de hierro, Jabato, etc. Pero ya entonces descubrí una de mis aficiones preferidas, que era curiosear por los estantes de novela e ir viendo portadas y leyendo sinopsis. En esos devenires juveniles descubrí algunas joyas como “El túnel”, de Sábato o “El tercer ojo”, de Lobsang Rampa. Los libros eran viejísimos, de páginas amarillentas y cubiertas semidestruidas. Pero me di cuenta de una cosa: que era más importante el contenido que el continente. Éramos niños pobres, hijos de trabajadores, pero por medio de esa biblioteca en la Cátedra, magnífica idea de no sé quién, teníamos acceso a un buen número de títulos.

Por aquel entonces no tenía yo ni idea de que acabaría siendo escritor. Solamente leía y lo hacía por el mero hecho alucinante de sumergirme en una historia, de hacer un viaje con unos compañeros a los cuales acababa de conocer: los personajes. Por unos paisajes que no eran otros más que los ideados por el novelista de turno para que sus personajes transitaran. Ni siquiera años después, cuando llevaba quizás más novelas leídas de las que se pueden dar cuenta en una vida, tuve la inquietud de escribir. Eso sí, yo me daba cuenta de que como profesor de electrónica hacía unos apuntes para los alumnos muy “narrativos”. Y un día escribí un relato para un concurso de un periódico, y me llamaron. A partir de ahí, cultivé el relato, la poesía y los artículos. Cualquiera que cultive cada uno de estos géneros puede ser llamado escritor, ya que escritor es el que escribe. Ahora bien, el considerarse poeta o novelista, por ejemplo, implica eliminar el término genérico de escritor, ya es más específico y, por tanto, los sustantivos mencionados deben designar a aquel que tenga unas características, es decir, a aquel que domine las técnicas poéticas o novelísticas. Porque frente a la eterna polémica de si escribir es un oficio o una cualidad derivada del talento la respuesta es bien sencilla. Hay que tener ese talento del que tanto hablan muchos, sí. Hay gente que nunca podrá escribir como hay gente que nunca podrá cantar ni en un karaoke. Pero aparte de ese don natural, la escritura es un oficio que requiere una técnica.

Cuando empecé a escribir relatos y poemas, lo hice sin demasiado esfuerzo. Bien es cierto que los primeros eran malísimos. Pero no tardé mucho tiempo en adquirir cierta destreza a base de equivocarme y de leer a los maestros. Lo de la novela es otra historia. Cuando me puse con la primera, a pesar de haber leído cientos de ellas, me di cuenta de que era el trabajo más costoso que pueda acometer un escritor, puesto que hay que poner un andamiaje e ir rellenando las páginas de una forma coherente con tramas, subtramas, personajes, paisajes, etc. Un relato o un poema se puede hacer en minutos. Sin embargo, una novela se puede demorar años hasta que es terminada, con lo que eso conlleva.

Un artículo, sin embargo, es lo más fácil de hacer. Es como hacer una redacción de las que hacíamos en el cole, ordenar tus pensamientos y ponerlos por escrito centrados en el tema del que trate.

Por tanto, escritor es el que escribe, sí. Reseñista, articulista, novelista, poeta o cuentista son acepciones mucho más específicas del término genérico. Y todas ellas requieren una dosis de talento y de técnica. El primero es innato. La segunda solo se consigue a base de esfuerzo y trabajo.

domingo, 8 de mayo de 2011

“Pájaros sin alas”, de José Javier Abasolo

Muchas veces una novela llega a tus manos por casualidad, sin ninguna recomendación. Había visto conferenciar a José Javier Abasolo el año pasado, en la Escuela Julián Besteiro. Y hace unas semanas volví a verle, esta vez en la librería “Traficantes de sueños”. Me dedicó su novela que decidí comprar, a pesar de que no había leído nada del autor ni tenía ninguna referencia. Y no pude haber hecho nada mejor, pues desde que empecé a leerla no he podido dejar de leer. Hacía ya tiempo que no me pasaba esto con ninguna novela.

La trama se desarrolla en Bilbao. El protagonista es Goiko, un ertzantza en excedencia digamos forzosa, ya que fue acusado de pertenecer a una red de pederastia, y que ahora se gana la vida como detective. Goiko es contratado por un personaje importante que se ha quedado viudo y que no cree que la muerte de su mujer haya sido accidental, como todos creen. A pesar de que los detectives en España no pueden investigar delitos que son perseguidos de oficio por la ley, acepta porque el hombre viene avalado por un antiguo compañero del cuerpo que, no obstante, tiene que convencer a Goiko para se haga cargo del caso. A partir de aquí y, narrados en primera persona, los capítulos van avanzando a buen ritmo dejando al lector con las ganas de saber lo que va a ocurrir en el siguiente. De vez en cuando, como cuñas, entre varios capítulos se van insertando otros, estos narrados en segunda persona, y nos dan cuenta de los movimientos y la vida de un asesino profesional que tiene que ver con la trama principal. Goiko y el asesino tendrán un encuentro al final de la novela.

El detective, que al principio no tiene nada, va avanzando en la investigación dando palos de ciego, pero es el primero en convencerse de que efectivamente la mujer ha sido asesinada. Una vez metido en el caso, llega a obsesionarle, y no lo abandonará ni siquiera cuando el viudo le pide que lo haga. Y al final no solo descubrirá a los asesinos sino toda una trama de corrupción que tiene que ver con la trampa de pederastia que le tendieron a él mismo y controlada por hombres importantes de Bilbao. En medio de esta investigación, Goiko se ve asediado por un juez estrella, el mismo que le juzgó por el falso delito y que está convencido de que el ex policía es culpable. Tal es su obsesión que incluso llega a encarcelarle acusándole de haber asesinado a la que todavía era su mujer, aunque llevaban tiempo separados. Y a la vez, encontrará su mayor apoyo en Arturo Apodaka, un viejo notario jubilado y amigo íntimo del detective.

En definitiva, una novela trepidante de un autor que no es muy conocido, pero que demuestra una maestría y un oficio fuera de lo común.

Obra publicadas: Lejos de aquel instante (1997, Premio de Novela Prensa Canaria 1996 y finalista del Premio Hammett 1997, traducido al francés), Nadie es inocente (1998, traducido al francés e italiano), Una investigación ficticia (2000), Hollywood-Bilbao (2004), El color de los muertos (2005), Antes de que todo se derrumbe (2006, Premio García Pavón 2005), El aniversario de la independencia (2006), Heridas permanentes (2007) y Pájaros sin alas (2010).