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Al otro lado

Al otro lado
"Al otro lado", de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-15352-66-2.
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Presentaciones:

Sábado, 27 de abril a las 12 h. en la Feria del libro de Granada, en el Centro de Exposiciones de CajaGRANADA Puerta Real. Me acompañará en la presentación el compañero de Granada Jesús Lens. Y a las 13 horas firma de ejemplares en la Caseta de Firmas.

Sábado, 20 de abril, de 11 a 13 h. y de 17 a 20 h. en la Feria del Libro de Fuente el saz de Jarama.

Sábado, 26 de enero a las 20 h. en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan. Me acompañará en la presentación el compañero de Ciudad Real José Ramón Gómez Cabezas, autor de "Réquiem por la bailarina de una caja de música", de la Editorial Ledoria.

Martes, 23 de octubre a las 19.30 h. en la librería Estudio en Escarlata (Guzmán el Bueno 46, Madrid). Si no puedes acudir y queréis un ejemplar firmado, ponte en contacto con ellos y pídeselo (91 543 0534). Te lo enviarán por correo.

Miércoles, 24 de octubre a las 18 h. en Getafe Negro (Carpa de la Feria del Libro). A las 20 h. participaré en una mesa redonda con otros compañeros de la Editorial Ledoria titulada "En los arrabales de la Novela Negra.

sábado, 27 de junio de 2009

Irreversible

Que sepáis todos, os aviso, que un escritor no es una persona normal, y esta circunstancia es irreversible. El que escribe frente a un teclado es el solitario al que más le gusta estar con la gente, y si no le gusta, tiene que sacrificarse y buscar amigos y conocidos, y hasta desconocidos, que le proporcionen historias. El último artículo que he escrito, pendiente de publicación, me lo inspiró una solitaria frase en un eseemeese. Pues quien lo escribió, sale plasmada en el artículo, no cito nombres siempre que puedo.

El que toma café, se fuma un pitillo, come o cena, pasea o se cruza con un escritor, se arriesga a salir en sus novelas y en sus artículos. Es algo inevitable. Hasta cuando el que emborrona papeles o pantallas de ordenador cuenta una ficción, crea los personajes basándose en fisonomías de conocidos, familiares o amigos. Copia frases, giros, posturas, aspectos, ropajes, sensaciones, ambientes y hasta pensamientos. Para él, escribir es una droga a la que se hace adicto. Eso sí, como dice un buen amigo, el escritor no tiene que ir al psicólogo, ya lo cuenta todo en sus novelas, no le hace falta sentarse en el diván, o esto... o se vuelve loco.

Y, por lo menos los hombres, desconozco este aspecto de las mujeres, acaban divorciados si es que están casados, bien es cierto que no todos, pero pobres de sus esposas. Y como se divorcien, los escritores acaban frecuentando los bares de los barrios bajos buscando historias. Son vampiros que aspiran hasta los olores de las mujeres y aprenden a distinguir sus perfumes. Pordiosean a los amigos para que lean sus escritos. Le adulan y le hacen constar su talento, pero acaban solos. Siempre acaban solos en la barra de un bar en último término, aunque antes hayan pasado por todo un periplo de montañas rusas vertiginosas en compañía de mujeres con perfumes ya conocidos y familiares. Y, finalmente, acaban paseando su mirada por las botellas, colocadas ordenadamente detrás de la barra, mientras observan jugar a la máquina tragaperras a un hombre solitario que no escribe y que no lo hará jamás. Pero tampoco ahogará sus penas en alcohol, como hace él, aunque le toque el premio gordo.

Y cuando tercie estar en una habitación de hotel, sentado en una silla, mirando a través de los cristales las húmedas dársenas del puerto, con las grúas amarillas y oxidadas, habrá una mujer duchándose y canturreando una canción que él no conoce. Él prefiere a Eric Clapton, pero claro, no hay mujeres que canturréen Layla. La mujer se viste y se irá arrastrando sus sentimientos por las aceras del barrio del puerto. El rimel se le ha corrido y aún no ha dado ni diez pasos. Parece que lleva sangre en las mejillas, pero es el pintalabios, deshecho como una catarata caudalosa. Él la ve desde la ventana y la dice adios perfectamente mudo y quieto mientras una lágrima corre por su mejilla dolorida de tantas caricias frustradas. Si no fuera por la cicatriz, la lágrima habría rodado hasta la barbilla y aún más allá. Está inspirado, así que se pone los colmillos y baja al bar, en donde observa la vajilla sucia y mutilada. No tiene ni portátil ni sentimientos, ya no. Y pide un bolígrafo al camarero mellado y con cara de pocos amigos. Y empieza a escribir muy rápido, y no precisamente de la mujer que acaba de abandonar momentos antes la habitación del hotel, sino de la lúgubre taberna llena de humedad. Ya no hay aromas de perfumes, de esos que tanto conoce y que no le dejan dormir por las noches. Cuando tiene la servilleta llena por las dos partes, enciende un cigarrillo. Y antes de que la llama del mechero se extinga, quema la servilleta. Esa crónica negra no la va a leer nadie. Sus pulmones no le agradecen las intensas caladas y el whisky quema sus entrañas, pero no lo suficiente. Se comería un entrecot, pero es tarde y su cerebro no para. El camarero ha visto arder la servilleta pero no ha dicho nada, peores cosas han pasado en la taberna desde el principio de los tiempos.


Ahora, de repente, cree estar en el infierno. El local es oscuro y no tiene alma, si alguna vez la tuvo, se la llevó el viento de levante lejos, muy lejos. Maldita vida echada a perder bajo ríos de tinta que se entremezclan con los residuos sólidos de la basura sin contemplaciones, sin mesura y con un despreciable olor a podrido. Ah, lo que daría ahora por un pedazo de sensatez envuelto en papel de regalo de color morado. Pero la sensatez quedó lejos, olvidada en alguna habitación de hotel llena de grietas, como el pequeño trozo de alma que aún le queda. Y para qué hablar de la cordura. De eso tampoco le queda un ápice, sólo que ahora no logra recordar dónde se la dejó. Extrae el último cigarrillo y, como se han terminado las servilletas, saca el papel de platilla para escribir en el reverso. El boli acaba de morir. Deja el cigarro sin filtro y quema la espuma con el mechero para escribir con el hollín del filtro. Como no le funciona, se pincha en la yema del dedo con el pasador del cinturón. Está oxidado, pero le da igual, su vida no vale un duro. Moja el filtro en su propia sangre y empieza a escribir el último cuento. El camarero, borracho, se ha dormido y ronca apostado en la barra. Escribe, lentamente, y no porque no esté inspirado, sino porque el método funciona lo justo. A la mañana siguiente encuentran muertos a los dos, a él y al camarero. Apestan a whisky. Su último cuento ha sido un epitafio: “No volvería a ser escritor ni aunque me condenaran a tormentos de perfume de mujer”.

viernes, 26 de junio de 2009

La muerte de un mito

El jueves, 25 de junio de 2009, murió un genio. Michael Jackson empezó a derrochar su torrente creativo por los escenarios desde su más tierna infancia. Llevaba la música en los genes. Recuerdo una entrevista en televisión en la que al genio le preguntaron que cómo hacía para bailar tan bien y hacerlo tan fácil. Y se levantó de la butaca y dijo “así”. Y se puso a bailar diciendo que era muy fácil, animando a un desmoralizado locutor a que le siguiera en los pasos. No era fácil, Michael, tú lo hacías fácil. Porque a ti te salía bailar como al resto de los mortales andar.
Este niño prodigio fue uno de los mejores bailarines, coreógrafo, compositor y músico. Tiene varios récords, entre ellos el haber vendido más de 750 millones de discos o el haber hecho de su LP “Thriller” el disco más vendido de la historia, con 50 millones de copias desparramadas por el mundo. Hizo canciones geniales, por ejemplo y, por citar una, Billie Jean, desde mi punto de vista la canción más bailable de todas las que conozco. Otro de los récords que ostenta es el de ser el artista que más dinero ha aportado para causas benéficas.
De su vida privada se podría escribir una enciclopedia. Ha sido acusado y absuelto de delitos graves, de querer ser blanco..., y dicen que si tomaba demasiadas pastillas..., en fin, lo que siempre se monta alrededor de todas las figuras mediáticas. ¿Qué era extravagante? No cabe la menor duda, ¿qué genio no lo es? Pero para mí lo que cuenta es su legado, y su vida, aun sintiendo cierta curiosidad como fan suyo, era asunto únicamente suyo, que a la gente parece que le importan más las vidas privadas de los mitos que sus trayectorias artísticas.
Hoy estoy triste, igual que el día en que murió Antonio Vega. En momentos como estos, pienso que la vida no es justa, porque a ver, ¿por qué nos tiene que privar de gente estupenda y dejarnos entre nosotros a tanta gentuza como hay por el mundo? Esto no tiene ningún sentido.

viernes, 19 de junio de 2009

Vida entre las zarzas

Vida entre las zarzas,

entre rosas espinosas hirientes,

desparramada en lúgubres rincones,

en recovecos del alma enferma,

que se muere,

que ya no tiene lágrimas.

Soledades encontradas,

fetiches deshechos, destrozados,

turbio espíritu ebrio de melancolía,

caminando por calles olvidadas,

calles sin nombre,

interminables,

lóbregas y vacías.

Vida entre las zarzas,

entre sinuosas curvas sin sentido,

llenas de tumbas vacías,

de hedores huecos,

de lamentos impíos

que entrechocan y desaparecen.

Voy a huir lejos,

arrastrando mis sentimientos

por las grises y sucias aceras,

sin mirar nunca atrás,

ya he dicho esto antes,

y no lo consigo,

y me muero.

Y llegó el día

Llegó el día 18 de junio, el del lanzamiento de la nueva y última novela de Larsson. Y me fui dando un paseo hasta el Corte Inglés con ropa cómoda, con una novela de Mankell bajo el brazo y con la intención de comprar "La reina en el palacio de las corrientes de aire" y tomarme un cafelito en la cafetería mientras ojeaba la novela. Y llego a la planta de libros y lo primero que me sorprende es no ver la susodicha novela en primera fila de Best Sellers. Y atisbo la lejanía y me parece verla y me digo “ah, la han puesto allí”. Pero no. Al acercarme compruebo que lo atisbado de lejos es “Los hombres que no amaban a las mujeres” y también “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, de lejos las tres portadas de la trilogía Millenium se parecen bastante. Intrigado, busco y rebusco y no encuentro. Así que, pregunto a un dependiente y me dice que los ejemplares se han agotado por la mañana. Pues bueno, al final me tomé ese café pero en vez de con Larsson, con Mankell, que tampoco es manco. Y como tengo una pila de libros por leer no me preocupó lo más mínimo el no comprar la novela ayer, ya la compraré otro día. Lo que sí me llamó la atención fue una cosa: las pocas luces de la Editorial Destino y su desconocimiento, me explico. Es increíble que una editorial tan experimentada tenga un fenómeno mediático dentro de su casa y que no lo sepa. Al menos esa es la impresión que han dado. Y si no, echen un vistazo a la prensa de hoy, día siguiente al del lanzamiento. La novela se agotó no sólo en Algeciras, desde donde escribo estas líneas, sino en toda España. La solución habría sido bien fácil: en vez de tirar 200.000 ejemplares que hubieran hecho medio millón, si los iban a vender. En fin, allá cada cual. Seguro que hoy se están tirando de los pelos por la cantidad de euros que dejaron de ingresar ayer. La prensa especializada compara el fenómeno Larsson al fenómeno Harry Potter o al fenómeno Zafón. Por lo que se ve, lo sabían todos menos ellos, la editorial que en un ejercicio de audacia se hizo con los derechos de las tres novelas.

miércoles, 17 de junio de 2009

Queda un día

Mañana, día 18 de Junio de 2009, las librerías de toda España se engalanarán con carteles grandes, pequeños y medianos cuyo motivo principal será la imagen de la portada de la última novela de Larsson: "La reina en el palacio de las corrientes de aire". Y la novela ocupará los privilegiados lugares de primera fila de las estanterías. Los lectores nos lanzaremos hacia ella deseosos de conocer el desenlace de la trilogía “Millenium”; otros, los que saben francés o inglés ya lo han hecho, porque la novela ya se ha vendido en estos idiomas.

Curioso, muy curioso el fenómeno Larsson en particular y, en general, el “boom” de escritores nórdicos que nos deleitan con sus novelas negras, género que se ha puesto de moda después del auge de la novela histórica. Algunos escritores mezclan ambos géneros creando novelas históricas de intriga, con detectives y asesinatos, que se venden como churros. El otro día, paseando por la Feria del Libro de Madrid, pude pararme en una de las casetas dedicada exclusivamente a autores nórdicos, hecho impensable tan sólo hace un año. Y allí estaba la caseta, totalmente abarrotada de lectores deseosos de conocer a nuevos autores pertenecientes a una lista cada vez más interminable: Maj Sjöwall y Per Wahlöö (Suecia), Arnaldur Indridason (Islandia), Stieg Larsson (Suecia), Henning Mankell (Suecia), Jo Nesbo (Noruega), Karin Fossum (Noruega), Liza Marklund (Suecia), Khell Ola Dahl (Noruega), Anne Holt (Noruega), Håkan Nesser (Suecia), etcétera, y me dejo a muchos por el camino.

Esta pléyade de autores ha conseguido poner sus novelas en las estanterías de los hogares de toda España. Pero lo que está claro es que hay un antes y un después de Stieg Larsson, un hombre al que le dio un infarto antes de ver publicadas sus tres novelas.

Leí “Los hombres que no amaban a las mujeres” en un santiamén en el verano de 2008, a pesar de ser un tocho de 658 páginas. Me encantó la forma de escribir de Larsson y la peculiaridad de sus personajes. También son llamativos los títulos: largos, contundentes e insólitos. No tuve que esperar mucho hasta ver publicada su segunda novela “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” (noviembre de 2008), que también me leí del tirón pese a sus 752 páginas. Y me temo que me pasará lo mismo con la tercera, que cierra la trilogía “Millenium” y que se pone a la venta mañana.

Preparémonos a disfrutar de uno de los desenlaces más esperados. Y preparémonos para seguir asistiendo a la proliferación de autores nórdicos que, si siguen deleitándonos como hasta ahora, bienvenidos sean.

martes, 16 de junio de 2009

Ciudadano desconocido

Todas las mañanas cruzo mi mirada con la de un hombre de rostro marcado por la vida. Llega temprano, a veces en bici y otras andando, siempre le acompaña su perro. No voy a dar datos pero diré que la zona es la de la Plaza Alta de Algeciras. Le veo irremediablemente cada mañana, pues paso por allí bien pronto camino del trabajo. Cruzamos miradas, como digo. Ya le conozco y él me conoce, a pesar de ser perfectos desconocidos. El protocolo siempre es el mismo: aparece con su perrillo y se sienta en el escalón maltrecho de una casa en ruinas. A veces le he visto peinarse cuidadosamente frente a la cristalera del edificio de enfrente. Y allí se queda sentado, viendo la vida pasar. Ignoro a la hora que se va porque cuando regreso a casa ya no está. Su aspecto es el de un vagabundo, aunque nunca le he visto pedir, sólo se sienta y contempla. Contemporiza desde su silencio, ve a la gente pasar, con sus líos, con sus preocupaciones, con sus prisas. Pero él no se inmuta, mira, sólo mira, ¿qué pensará? El otro día le vi deshaciendo un mendrugo de pan duro y echando las migas a las palomas que le rodeaban felices y él parecía feliz y tranquilo. A veces me imagino que es un hombre hastiado de sus acontecimientos vitales desgraciados. Otras, me imagino a un hombre con sus necesidades cubiertas e incluso con dinero en el banco que ha elegido ese tipo de vida como si llevara un particularísimo estilo de vida monacal. Su mirada es salvaje, profunda y penetrante. Pero no quiere nada. No pide, no habla, sólo mira. Nunca está acompañado salvo por su perrillo, fiel compañero.Cuando regreso del trabajo no puedo evitar mirar el escalón del caserón en ruinas que me muestra la ausencia del hombre que, seguramente, tiene otro emplazamiento para las horas tardías del día y que yo aún no he descubierto. Sé que al día siguiente volveré a verle en ese mismo escalón, con su perrillo, con o sin bici. Y sé que volveré a cruzar mi mirada con la suya. Puede que cualquier día deje de verle sin tiempo para haberle llegado a conocer. Pero me quedará el recuerdo de su mirada.

lunes, 15 de junio de 2009

Mañana será otro día

La tarde ha sido gratificante. Siesta, resolución de algunos problemas de intendencia y, finalmente vagueando en la terracita de Montes frente a un café, un pitillo y una novela de Mankell. Hay que ver qué bien escribe Mankell. Ya terminé “Ojos de agua”, de Domingo Villar, con la agradable sensación de haber descubierto a un autor nuevo que añadir a la lista de lecturas personales. Hay veces que lo que me apetece es eso, pasar una tarde solitaria con una novela. Y esta tarde tocaba el placer de empezar una nueva, en este caso “El retorno del profesor de baile”, del referido Mankell, iniciador de toda una generación de escritores de novela negra suecos.
Cuando me ha parecido bien, he enfilado la calle Castelar y me he llegado al paseo marítimo. Me gusta contemplar el ambiente anejo al puerto, lleno de establecimientos marroquís, ya sabéis, locutorios, bares, restaurantes, tiendas de comestibles... Y luego me he sentado en la terracita de Lizarran, continuando con la lectura y mecido por el agradable viento de Levante. Y venga a leer mientras me ofrecían un pincho detrás de otro.
Ahora estoy en casa, liado con el ordenador mientras escucho los compases de
“Lucha de gigantes”, de Antonio Vega. Me ha jodido un huevo la muerte de Antonio, pero qué se le va a hacer, la vida sigue, nos quedan sus canciones.Y a mí me queda un rato entre PC y nicotina y un cafelito. Y después un poco de radio mientras me quedo dormido. Mañana será otro día.

sábado, 13 de junio de 2009

Contaminación acústica

Cuando uno pasea o camina por la ciudad, no suele ser consciente de la cantidad de ruidos que le rodean, al menos yo no lo pienso. Pero esta mañana me apetecía relajarme, en plan tranquilo. Al levantarme me he hecho un café, he mirado el correo electrónico y he escrito unas pocas líneas de mi novela. Después, me he puesto ropa cómoda y me he bajado a la calle en compañía de “Ojos de agua”, una novela de Domingo Villar que no está nada, pero que nada mal, con la humilde pretensión de sentarme tranquilamente en alguna terracita y pasar el rato leyendo. Así que me he acomodado en la primera que he visto en la calle Ancha. Había que ver el bullicio de gente dando voces y de niños emitiendo berridos con la consiguiente ración de decibelios. Además hacía frío, la brisa no llegaba a ser del todo agradable. Total que, como no estaba cómodo, he pagado y me he marchado. He enfilado la calle hacia la Plaza Alta con la intención de sentarme en la terraza de Mercedes, como así he hecho. He abierto el libro y no me he podido concentrar lo más mínimo hasta que me he dado cuenta del motivo: unos notas en plena plaza tocando tambores al ritmo de salsa. Es un grupo que, últimamente veo por todas partes. Llevan camisetas con rótulos que anuncian “capoeira”, ya saben, ese estilo de lucha brasileña tan exótico. Y venga tambores, hay que ver la pasión que ponían. Así que ni he pedido. Me he levantando y he buscado la ausencia de ruidos como si fuera un yonki del silencio. He dirigido mis pasos por la calle Convento y me he sentado en la terraza del Ópera junto a un café con leche, un pitillo y mi novela. La verdad es que al final he podido leer pero acompañado de los gritos de los transeúntes. Y cada dos por tres..., en fin, no falla. Si oyen un “chunda, chunda” que se aproxima incrementando el volumen por momentos, automáticamente verán un beemeuve con las ventanillas bajadas y con un niñato al volante rapado y con pendientes que lleva la música a toda hostia, si es que a eso se le puede llamar música. Y luego el omnipresente vehículo de la contrata del ayuntamiento limpiando el pavimento, que feo es un rato, y de ruido hace que ni les cuento; conducido por una niña sin cascos de protección acústica. Los mismos iban colgados en el salpicadero, como de adorno. Y después los de Algesa, de la compañía del agua, montando un escándalo del carajo con un compresor.En definitiva, que me he cogido mi novela y me he ido aburrido. Otro sábado, si quiero leer a gusto, me buscaré otro escenario. Y eso que hablamos de Algeciras, que si fuera Madrid o Barcelona las cosas están bastante peor.

viernes, 12 de junio de 2009

Aquí tenéis mi sangre

Aquí tenéis mi sangre,
tomadla y maquillaos con ella,
para ocultar vuestro verdadero rostro,
rostros muertos de almas muertas,
espíritus corrompidos por la envidia,
ebrios de poder,
con la mediocridad por bandera,
silentes por cobardía.

Aquí tenéis mi sangre,
desparramada por el tiempo,
por vocación mancillada,
de mi alma eterna,
apuñalada por la espalda,
por conjura de necios,
de cerebros huecos y vacíos
corroídos por la fruición.

Tomadla para maquillar la cotidianeidad
de esperanzas baldías,
para pegar quimeras de cristal,
en el crisol helado de sentimientos,
parapetado en la inquina,
con bancos de niebla tóxica,
que mancillan las almas,
borrachas de soledad.

Aquí tenéis mi sangre,
que vacía mis venas transparentes,
para paliar tanto desatino,
para apagar el fuego aparente,
de apariencias de vida,
de vidas vacías,
solitarias, errantes,
por el camino de la vida.

Aquí tenéis mi sangre,
de mi cuerpo ya vacío,
ahora, vampirizar a otro,
hasta que le chupéis la última gota,
yo, me retiro,
lejos y ausente,
recordando pesadillas
y reproches insolentes.

jueves, 11 de junio de 2009

IV Edición del Certamen de Relatos Cortos “Revista Digital I.E.S. Ventura Morón”

Acaba de producirse el fallo de la IV Edición del Certamen de Relatos Cortos “Revista Digital I.E.S. Ventura Morón”, del cual soy coordinador. Este año la concesión del galardón será simbólica, ya que nuestra ganadora, María Graciette do Carmo Mendonça, es argentina, y como es comprensible no puede estar en el acto de entrega de premios con nosotros. Se da la curiosa circunstancia de que esta estupenda narradora de historias ya ganó la 2ª edición de nuestro certamen con su relato “Un hombre de buen corazón”. Y la circunstancia, insisto, es curiosa, porque no deja de ser sorprendente que una misma persona gane dos veces un mismo certamen con la cantidad de escritores que presentan sus relatos a concurso y por la calidad de los mismos. Pero el destino tiene estas cosas, en este caso, afortunadamente para María Graciette.
El relato ganador de este año se titula “Un verano”. Les invito a leerlo, es estupendo. Narrado en un estilo impecable y con un final apoteósico. Se nota que la ganadora estaba inspirada cuando lo escribió. Si bien he detectado algunas incorrecciones en la escritura, lo que se ha premiado ha sido la originalidad de la historia.

Escribir no es una actividad fácil. Muchas veces cuando el escritor lee sus propios relatos, no se reconoce a sí mismo. Es en esas ocasiones cuando se puede afirmar que un relato, un poema o una novela tienen calidad. El que el escritor no se reconozca en la lectura de un relato propio ocurre porque ha escrito ese relato desde otro plano de la realidad, ese plano en el que los escritores empezamos a escribir pensamientos sin racionalizar, en el que los personajes y los escenarios cobran vida propia y se independizan del que los está definiendo. En el caso de un relato corto, la escritura parece más fácil, por la brevedad del mismo. Y, evidentemente, no tiene la complejidad de una novela. Pero hay que decir que el condensar una historia en dos páginas, también tiene su dificultad. Muchos escritores no lo consiguen porque se pierden en descripciones o reflexiones que no tienen cabida en una historia tan corta. Otros desarrollan bien pero pierden el fuelle cuando tienen que escribir el desenlace. Podríamos decir que una novela es como un video en el que caben muchas cosas. Sin embargo, un relato corto es una fotografía en donde caben los elementos justos. Y hay que tener mucha destreza y mucho oficio para escribir un relato ganador. Y no cabe duda, de que María Graciette es poseedora de ese oficio y de esa destreza y, por tanto, justa vencedora.
Quiero aprovechar la oportunidad para agradecer su trabajo desinteresado a todos los que colaboran de una forma u otra en que este certamen sea posible. Y quiero también agradecer el trabajo de tantos y tantos escritores que cada año han puesto su ilusión en enviarnos un relato para concursar desde distintas partes del mundo.

Y, por supuesto, volver a dar la enhorabuena una vez más a nuestra ganadora, que ha competido con otros 153 concursantes.

miércoles, 10 de junio de 2009

Un día cualquiera

Hay días en que, sin esperarlo, uno recibe buenas noticias. El día ha sido normal, el habitual trabajo en el insti y vuelta a casa. Hoy me apetecía siesta, así que me la he permitido. Y luego de relax, me he puesto ropa cómoda, me he agarrado “Ojos de agua”, de Domingo Villar, y a leer sentado en la terracita de Montes acompañado de un café con leche y un pitillo. Bien es cierto que luego he pasado por el supermercado y ya sabéis, leche, fruta, etc., actividad que me resulta un auténtico coñazo, pero así es la vida. Luego me he sentado frente al portátil y he retomado mi novela, de la que ya llevo escritas 387 páginas y que tengo próxima al desenlace final. Y en éstas que recibo un correo del Centro de Estudios Poéticos de Madrid en el que me anuncian que mi poema “Muero” ha quedado semifinalista en su concurso de entre cientos de poemas participantes y me piden autorización para publicarlo en una antología. ¡Bingo! Así que voy a celebrarlo cenando algún delicatessen mientras me veo algún video musical.

Aunque ya publiqué el poema tiempo atrás en el blog, os lo dejo por si no lo leísteis y me contáis qué os parece. Espero que os guste.

Muero un poco cada día,

si te veo triste,

si no remontas el vuelo,

si veo tus lágrimas,

si no contemplo tu alegre sonrisa.

Muero cuando te asaltan oscuros pensamientos,

cuando me miras

desde el fondo de tus sentimientos,

desde el interior de tu tormenta,

cuando se desata el fuego.

Muero en la tristeza de tus ojos,

en el despertar de tu dolor incierto,

en los recovecos de tu pena,

que se va por los rincones

de la calle de la tristeza.

Muero en el tren de tu melancolía,

en el valle de tu alegría dormida,

en el fondo de tu corazón dolorido

que late con cadencia abatida,

entre oscuras tendencias.

Muero, sí, me muero,

cuando escucho tu voz cansada,

cuando te veo apesadumbrada,

por esos sueños fallidos

que te dejaron frustrada.

Muero en cada mirada apagada,

en la ausencia de tu regocijo,

en tus ausentes atisbos,

en tus caricias veladas

que se pierden en el olvido.

Muero, me muero de forma insuficiente,

capto el maremoto de tus dudas,

dudas pasadas y presentes,

que no dejan vivir,

que no tienen fin.

Muero en cada lágrima,

en cada frustración,

en cada sonrisa malograda,

en la avenida del amor

de las farolas apagadas.

domingo, 7 de junio de 2009

Madrid: cultura a tuti plen

Últimamente, siempre que llego a Madrid caen chuzos de punta y hace frío. Pero, como no hay mal que por bien no venga, las condiciones climatológicas me hicieron entrar en el primer garito que encontré que tenía café. De haberlo planeado no me habría salido mejor: me encontré con un concierto de jazz de los que hacen época, en plan jam session, de los que los instrumentistas se van relevando y agregando. Los mendas eran virtuosos y la mayoría argentinos, para más señas. Piano, contrabajo y batería, aunque de vez en cuando se agregaba un trompeta y vocalistas femeninos y masculinos. Pude comprobar in situ lo difícil que es tocar la batería de jazz. Yo, en mi condición de músico, podía adelantar mentalmente las notas de todos, excepto los ritmos de la batería, ejecutados magistralmente por un nota de unos cincuentaytantos con un pedazo turbante y unas barbas del carajo. Geniales, ya digo. El garito: la Fídula, en la calle Huertas. Y los notas, luego he podido enterarme por Internet, Sebastian Chames, Nirankar khalsa y Hector Oliveira, entre otros.

A la mañana siguiente, me cogí el 28 y me planté en el Retiro. ¿Puede haber algo mejor para una mañana de sábado que dar una vuelta por la Feria del Libro? Difícilmente. Como curiosidad he de decir que me di de bruces con el señor Rajoy, que paseaba por allí como cualquier otro ciudadano. Qué placer ver tantos libros juntos agrupados en casetas temáticas, de editoriales o de librerías. Me llamó la atención una caseta dedicada a la Literatura Negra Escandinava en donde compré uno de bolsillo de Mankell: “El retorno del profesor de baile”. Los nórdicos se han convertido en los reyes del género negro, género al que pertenece también el español Domingo Villar, vigués polifacético afincado en Madrid. Así que me compré su novela “Ojos de agua” en la caseta de “Estudio en Escarlata”, primer caso de su personaje el inspector Leo Caldas, que de novela negra en España tampoco andamos mancos, afortunadamente. Tras un café y unas reflexiones, a casa.Y por la tarde, asistí a la entrega de premios del “Primer Certamen de Poesía Surrealista Plaza de Dalí”. Quedé finalista y mi poema, que tenéis publicado en este blog, estaba expuesto públicamente; me hizo mucha ilusión. Conocí a los ganadores y sus obras. También me enteré de que los organizadores del certamen quieren darle continuidad y de que tienen proyectado hacer diez plazas de Dalí en todo el mundo.En fin, que en Madrid uno puede ir de un acto cultural a otro sin despeinarse. Es lo bueno de mi ciudad, a parte de cientos de cosas más. Y esta tarde repito en la Feria del Libro, de forma que, si estáis por allí, nos vemos.

Deja de lamentarte

Deja de lamentarte,
barre los rincones de tu alma
y destierra la mugre
que te atenaza,
como un cáncer estentóreo,
que aprisiona tu alegría
y ahoga el espíritu,
que te hace ser errante
y tener pensamientos malditos.

Deja de lamentarte,
y permite al viento
que te susurre al oído
brisas de ninguna parte,
silencios vacíos,
minutos eternos
de felicidad querida,
no encontrada,
no atendida.

Deja de lamentarte,
deja de oír cantos de sirena,
que te engañan,
que te confunden,
que te quitan la vida
y te dejan hecho un zombi,
sin alma,
sin recuerdos pasados,
sin pensamientos de futuro.

Deja de lamentarte,
no lloriquees por las esquinas,
sal de la calle de la Tristeza,
hay música en otros lugares,
que te curará las heridas,
que te hará más fuerte,
en la misma medida
que esta tesitura
te hace estar triste.

Deja de lamentarte,
deja de evadirte,
coge el tren de la vida,
de tu vida,
de la ausencia de la melancolía,
de la ausencia de la nada,
de la inexistencia de calles frías,
de la añoranza de noches negras
y de las quimeras soñadas.

Deja de lamentarte,
no tires más lágrimas baldías,
a la tierra de nadie,
al que tu lugar creías,
barre las telarañas del espíritu,
solloza si quieres,
pero por última vez,
abandona, coge el tren,
despídete y piérdete.

viernes, 5 de junio de 2009

Silente

Silente, orante y quieta,
muy quieta,
sobre todas las cosas,
extática y paciente,
contemplando el movimiento,
enmarcada por el arco derruido,
de la vida errante,
del mar sólido de cristal,
con las cortinas rotas,
ávidas de ventanales
que no existen,
rodeada de siluetas espectrales,
y te suplico,
pero no me ves,
bajas la cabeza y oras,
con la pequeña sabiduría
en tu regazo,
con la inexistencia de mi alma
en tu mente,
con el vacío proyectado,
que me golpea salvaje.

Silente, flotante,
esquiva y ausente,
por más que grito
no me oyes,
sólo pendiente
de tu idea sollozante,
de tu espíritu desnudo,
sin alicientes pasados ni futuros,
esquivos pensamientos,
expectantes a la canalización lumínica
que pueda caerte,
desde la concha henchida de pudor,
hasta la pila de tus sueños ocultos,
vacía o llena,
en función de ilusiones romas,
que son las mías,
fría como el mármol,
cerúleo tu rostro,
otrora iluminado por la sonrisa estéril
del que espera un nuevo día que no llega,
del que celebra con un ramo de rosas muertas.

miércoles, 3 de junio de 2009

Becas y otras milongas

La impresión que da, desde fuera, es que en el Ministerio de Educación, sea cual sea el color del gobierno de turno, hay un equipo de gente dedicada a reformar el sistema educativo permanentemente. Este equipo debe estar compuesto por un grupo de personas cuya ineptitud se pone de manifiesto a cada cambio. Lo digo, porque cada vez más, el fracaso escolar sigue una línea ascendente, a pesar de los cambios para que la estadística se invierta.

Resulta que los niños, primero, desaprovechan la oportunidad que les da el Estado para estudiar gratuitamente. Segundo, no abren los libros, que se les proporcionan también de manera gratuita, y además los deterioran. Tercero, desaprovechan los grupos de apoyo de cinco o seis alumnos que se forman en los institutos para los más torpes o vagos. Cuarto, la montan cada vez que pueden desafiando a compañeros y profesores con la complicidad de los padres que piensan que a sus criaturitas se les tiene manía.

Bueno, pues ahora, a estos, se les va a premiar con una beca de mantenimiento (hay que ver la capacidad del equipo ministerial para inventar nombres) con la intención de que no abandonen el sistema educativo. Para carcajearse, vamos. Como si este incentivo fuera a hacer que de repente todos estos pequeños terroristas de instituto se conviertan en alumnos ejemplares. Por si no fuera poca la presión que tienen los profesores en las aulas, ahora se les va a exponer a las amenazas de los padres que, como si sus niños no aprueban les quitan la beca, acudirán a los institutos para exigir el aprobado.

¿Se quieren dejar ya de historias y de inventos, señores del Ministerio? Quienes hemos estudiado sabemos que obtener una titulación requiere estudio y esfuerzo. No hay otra forma. Y mientras los alumnos no hinquen los codos, seguirá habiendo fracaso escolar. Y a todos estos niñatos, beneficiarios de las nuevas becas, que no hacen más que reventar clases y alterar el funcionamiento normal de los institutos, lo que hay que hacer es sacarlos de la enseñanza reglada en beneficio de los que sí quieren estudiar, no mantenerlos y encima pagarlos. Al que no esté preparado para estar en un instituto, habrá que darle un cursillo o escolarizarlo en educación especial, con toda la atención que un sistema democrático debe dar a cualquier ciudadano desde su más tierna infancia. La E.S.O. es un fracaso porque parte de unos principios de integración e igualdad teóricos muy bonitos y elogiables, pero que llevados a la práctica no funcionan.

Preparémonos para ver los resultados de estas becas del despropósito.

martes, 2 de junio de 2009

Plaza de Dalí

Bueno, pues resulta que me presenté a este concurso y mira por dónde, he quedado en el puesto diecisiete de entre cincuenta finalistas designados. El certamen consistía en componer un poema inspirado en el monumento de Dalí que os muestro en la fotografía de debajo. La obra está en plena calle, en la Plaza de Dalí, contigua al Palacio de los Deportes de Madrid. No sé cuántos poemas se han presentado, me consta que más de cincuenta. Pero esto de los concursos, ya sabéis que varía todo mucho en función de quiénes sean los miembros del jurado y otros factores. Espero que os guste y para los que queráis leer los poemas que han llegado a la final os dejo el enlace:


Finalista en el Primer Certamen de Poesía Surrealista "Plaza de Dalí"

Naturaleza divina y humana,

dolmen, hombre a Dios,

hombre, Dios a hombre,

que sostiene el mundo,

en equilibrio.

Hombre, chispa de Dios,

con su almacén de desastres,

caos organizado,

pensamientos mutilados,

dolmen sagrado,

inquietud humana,

miserias llevadas a Gala,

trozos de humanidad

suplicante a Dios,

que no se muestra,

por más que se edifiquen templos,

por más que se hagan sacrificios.

Y el hombre devanándose el cerebro,

hiriéndose en lo más hondo,

danza macabra de pensamientos malditos,

piel tercamente arada,

hombre lejano y distante,

enmarcado en lo divino,

y Dios que no se muestra,

que se oculta a los ojos mortales,

flor negra de pensamientos malditos,

esferas perfectas de surrealismo,

y del cuerpo del hombre vacío,

castigo de figuras retorcidas,

mentes errantes,

oraciones errantes,

no oídas,

y mucho menos escuchadas,

el equilibrio existe,

aunque Dios no se muestra,

cuánta pesadumbre,

cuánta desgana,

y cuánto sacrificio,

aun en tiempos de paciente espera,

Lo divino, inmutable,

lo humano, efímero,

el hombre a Dios,

Dalí a Gala,

él lo vio,

ella lo observó,

y creó la obra,

para que nadie buscara,

para que todos la hallaran,

hombre, Gala y dolmen,

Dalí, pasión y Gala.

Tu mirada triste dice

Tu mirada triste dice,
pero no habla,
oculta misterios sensibles,
y no me calma,
silencios llenos
y conversaciones vacías,
turbantes de miedo
y flores pisoteadas,
lágrimas perdidas,
no recuperadas,
ramilletes de ausencias,
nunca superadas.

Tu mirada triste dice,
sugiere recuerdos muertos,
futuros inciertos,
travesías alteradas,
por el mar de la conciencia,
y por mansas retiradas,
de dualidades siniestras,
de tristes desgarros rotos,
de celestiales infiernos,
que tienen sabor a azufre,
y aromas de brisa perfumada,
en el amor agridulce.

Tu mirada triste dice,
y tus palabras se atascan,
siento que se va la vida,
en el desierto de nadas,
suenan trompetas fúnebres,
de pérdidas endemoniadas
por las calles de mi alma,
calles sucias, cortadas,
por donde me ahogo,
cada día que pasa,
y me muero sin remedio,
en lo hondo de tu mirada.