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Al otro lado

Al otro lado
"Al otro lado", de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-15352-66-2.
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Presentaciones:

Sábado, 27 de abril a las 12 h. en la Feria del libro de Granada, en el Centro de Exposiciones de CajaGRANADA Puerta Real. Me acompañará en la presentación el compañero de Granada Jesús Lens. Y a las 13 horas firma de ejemplares en la Caseta de Firmas.

Sábado, 20 de abril, de 11 a 13 h. y de 17 a 20 h. en la Feria del Libro de Fuente el saz de Jarama.

Sábado, 26 de enero a las 20 h. en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan. Me acompañará en la presentación el compañero de Ciudad Real José Ramón Gómez Cabezas, autor de "Réquiem por la bailarina de una caja de música", de la Editorial Ledoria.

Martes, 23 de octubre a las 19.30 h. en la librería Estudio en Escarlata (Guzmán el Bueno 46, Madrid). Si no puedes acudir y queréis un ejemplar firmado, ponte en contacto con ellos y pídeselo (91 543 0534). Te lo enviarán por correo.

Miércoles, 24 de octubre a las 18 h. en Getafe Negro (Carpa de la Feria del Libro). A las 20 h. participaré en una mesa redonda con otros compañeros de la Editorial Ledoria titulada "En los arrabales de la Novela Negra.

martes, 30 de noviembre de 2010

De Madrid al cielo

Carlos Salem es muchas cosas. Es novelista, cuentista, poeta, articulista, profesor de talleres literarios, un tipo con un pañuelo pirata que gana premios..., un buen amigo..., un buen animador de tertulias... y, sobre todo, un tipo inquieto al que desde fuera se le observa un no parar como organizador y participante de actividades culturales. Ahora pone en marcha un par de actividades en las que no es nuevo; de hecho, ya organizaba estos eventos en el Bukowsky, en pleno corazón de Malasaña. Pues bien, sólo hay que cruzar la calle Fuencarral, avanzar un tramo y girar por Apodaca hasta llegar al número 6, o lo que es lo mismo, hasta llegar a “Los diablos azules”, un garito en donde te puedes tomar unas cervezas con unos amigos y asistir a recitales o a presentaciones de libros. A partir de ya, Carlos Salem organiza los martes y los miércoles recitales de Poesía y lectura de microrrelatos, respectivamente, a partir de las 9 de la noche, ya sabéis, en "Los diablos azules". El mecanismo es sencillo: uno se lleva sus tres poemitas o sus tres micros, se apunta y, cuando le llega el turno, lee. Así de fácil.

Tanto el garito como el perpetrador del evento ofrecen la posibilidad de leer y de escuchar a los demás en un acto de Literatura en vivo en el que podremos observar a autores y tendencias. En fin, que como decían los antiguos: “De Madrid al cielo”, pasando por tantos y tantos garitos, librerías y espacios que afortunadamente nos quedan en el Foro.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pedro de Paz se alza ganador del XX Premio Internacional de Novela "Luis Berenguer" con su novela "La senda trazada"

Parece que el premio lo hubiese ganado yo, porque estoy doblemente contento. Por un lado Pedro de Paz, un escritor al que admiro, ha ganado el “Luis Berenguer”. Por otro, lo ha ganado un amigo, una persona que es un enigma, en cuanto a que es difícil determinar si es mejor persona o escritor.

Recibí la noticia ayer en un eseemeese que me envió una amiga, aunque no he sabido más hasta esta mañana cuando me he conectado a internet. Él se lo tenía muy callado, pero la noticia ya es pública en el ciberespacio y en los diarios matinales. Pedro ha conseguido un galardón importante, sin duda; un premio patrocinado por Unicaja y dotado con 24000 euros de los que por lo menos 9000 irán para paliar la crisis (lo siento, Pedro, pero Hacienda somos todos) y que será editado por Algaida. Un premio que no solo es para él, sino para todos sus lectores, que podremos disfrutar de una nueva historia de este grandísimo escritor justo ahora que acaba de reeditarse su “Durruti”.

Este merecido galardón va a impulsar la carrera de un hombre que hasta ahora nos había regalado tres novelas increíbles. Con la primera, “El hombre que mató a Durruti”, ganadora del premio “José Saramago”, se dio a conocer. En ella, una historia increíblemente madura para ser obra de un escritor novel, nos narra la hipotética investigación llevada a cabo por un policía y su ayudante de las circunstancias que envolvieron la muerte de Buenaventura Durruti. Nos dibuja fielmente un Madrid que nuestra generación no conoció, el de la Guerra Civil Española, por donde campaban a sus anchas militares republicanos y rebeldes junto a bandas armadas de toda índole y pelaje. Una investigación llevada a cabo por unos personajes conandoilizados en un guiño al maestro Doyle, a quien Pedro admira. La novela no tuvo la trascendencia que se merecía, dado que no se editaron muchos ejemplares, pero contó con la anécdota de ser traducida al inglés y publicada en la pérfida Albión haciendo de ella que actualmente sea un ejemplar para coleccionistas. Tampoco tuvo la trascendencia merecida su segunda novela, “Muñecas tras el cristal”, un novelón, no por su tamaño, sino porque Pedro se marca una historia inteligente y actual que cumple con los cánones del género negro pero que, en realidad, es una grandísima historia de amor. Es una de las pocas novelas que me ha hecho llorar, lo que demuestra que llega al fondo del alma y eso..., eso es muy difícil de conseguir. Con “El documento Saldaña”, Pedro nos presenta una historia de investigación al más puro estilo negro trazada sobre el paisaje del Madrid actual con tintes históricos y, por tanto, con una espléndida labor de documentación. Con ella da el salto no a una de las grandes, sino a la mayor editorial española: Planeta. Es la carta de presentación de un personaje que, no me cabe duda, tendrá su continuidad como investigador en otras novelas: Miguel Cortés.

No sé nada, absolutamente nada, de "La senda trazada", la ganadora del premio “Luis Berenguer”, salvo un párrafo extraído del ABC y que transcribo: “un thriller urbano protagonizado por un reportero gráfico que encuentra un libro que presagia la muerte de personajes famosos”. Pero de lo que estoy seguro es de que será una novela sensacional ya que ha competido con otras 65 obras de España, Francia, Suecia, Ecuador, México y Argentina.

Como decía ayer Mario Escobar en la presentación de su novela “El dedo de Dios”, la nuestra es una generación que, para bien o para mal, nos hemos criado con la televisión y el cine. Por tanto, esto está presente en las novelas que escribimos. No nos conformamos con hacer Literatura, sino que nos esforzamos para que los capítulos de nuestras obras sean “escenas”, es decir, que intentamos conseguir que nuestros lectores lean nuestras novelas “visualizando” las tramas. Como lector, si no es así me aburro; como escritor, si no consigo esto, pienso que la novela que estoy escribiendo no merece la pena. Pedro lo consigue con creces. En el intento, hay escritores de tercera, de segunda y de primera. Y luego están aquellos que se sitúan en la categoría de Pedro de Paz, es decir, en la “Champions”. Enhorabuena y muchas felicidades, amigo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Paco Balbuena

Lo he dicho en muchas ocasiones: uno llega hasta una novela o hasta un escritor de la manera más insospechada. Los que se quedan en las reseñas de los culturales de los periódicos de tirada nacional se están perdiendo una buena parte de la Literatura que se hace en este país. Hay multitud de blogs y de portales culturales independientes llevados, en muchos casos, por personas anónimas que dedican un gran esfuerzo (generalmente robando tiempo a sus familias y a otras actividades) a llevar Cultura hasta las casas de los diversos internautas que navegan por la Red.

Pero no todo es Internet. Como sabéis, soy aficionado a frecuentar presentaciones, mesas redondas y todo tipo de saraos literarios. No hace falta ser el más simpático del mundo para acabar conociendo a escritores, críticos, editores, etc. Asistiendo a una de estas mesas redondas, dentro de las actividades programadas por Getafe Negro, escuché una frase que me impresionó. El Círculo de Bellas Artes no estaba muy concurrido: día de diario, el Madrid en Champions… Esa frase, pronunciada por uno de los conferenciantes ese día venía a decir aproximadamente lo siguiente: “La inspiración de un escritor surge siempre de la unión de dos polos que, aparentemente, no tienen nada que ver. De esta unión, siempre surge algo muy fructífero”. El padre de esta genialidad: Francisco (o Paco) Balbuena, al que de nada conocía, mea culpa. La frase me hizo reflexionar, preguntándome si esto me había ocurrido a mí en la escritura de alguna de mis novelas. En efecto, así era; a mí sólo me faltaba verbalizarlo, aunque ahí estuvo Paco con su frase resonando por el auditorio, tan certero y concreto como eficaz al pronunciarla.

Ningún escritor utiliza los mismos protocolos al escribir. Pero cierto es que, por mucho que se utilice un método u otro, llegado a un punto de la novela, el novelista suele quedarse clavado. Se dice que los escritores son raros, extravagantes, vanidosos, etc. Yo añadiría un calificativo más: frágiles. Llegados a ese momento, cuántas veces el escritor hasta llega incluso a cuestionarse si se le ha olvidado escribir. Es en ese instante cuando suele ocurrir lo que dice Balbuena. Algún personaje o situación (polo) con el que no contábamos se une a nuestra trama (el otro polo) y la historia funciona, todavía con más intensidad que antes de la aparición del polo primario.

Desde ese momento en el Círculo de Bellas Artes me interesé por la vida y obras de Paco Balbuena. Resulta que me enteré de que había ganado el IV Premio de Novela Ciudad de Badajoz con “Portentos de ultramar”;el IX Premio de Novela «Francisco García Pavón» con El oráculo de la tortuga” (tanto esta obra como la anterior publicadas con Algaida); segundo del Premio Azorín 2007 y finalista del Ateneo de Sevilla 2007; finalista del Premio Azorín 2008, finalista del Premio de Novela Fernando Lara 2008, cuarto del Premio Planeta 2008, segundo del Luis Berenguer 2008 y finalista del Premio Primavera 2009. Su trayectoria, por tanto, no es baladí.

Pero lo más asombroso es la modestia con la que camina por la vida. Volví a verle otra vez, por casualidad, en el pasado Getafe Negro. Después de asistir a las actividades de la mañana, tuve el honor de sentarme a la mesa con él. No estábamos solos, por citar a unos cuantos diré que por allí andaban los amigos Carlos Salem, Pedro de Paz y José Luis Muñoz, entre otros. Alguien le dijo que ocupara un lugar preferencial a la mesa, no obstante era el reciente ganador del certamen de Getafe Negro. Y él, con toda naturalidad, dijo que nada de lugares preeminentes, que para eso estaba allí José Luis Muñoz que era “el escritor”. Me llamó la atención el detalle.

Para terminar, diré que volví a encontrarme con Paco de forma casual el otro día, en la presentación del Durruti de Pedro de Paz. Me acerqué a saludarlo cuando ya había terminado el acto. Estuvimos charlando largo y tendido: de escribir, de Literatura y de un sinfín de temas. Y lo que son las coincidencias; resulta que Paco tiene contratada una novela con la misma editorial en la que yo firmé un contrato por la primera mía. Yo llevo mucho tiempo esperando que ese proyecto vea la luz y él también ha esperado mucho por la suya, aunque me comentó que seguramente le publicaban a primeros de año. Le felicité por ello y a punto estuve de felicitarle por su bonhomía. No lo hice por temor a que se me pusiera colorado allí mismo.

La novela ganadora del premio de Getafe Negro se titula “No hay perro que viva tanto”, una novela negra que cuenta con la originalidad de que su trama cabalga por algo tan actual como Twitter. Me la dedicó en la presentación y estoy deseando hincarle el diente.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Presentación de “El hombre que mató a Durruti”, de Pedro de Paz

La primera parada que hice al llegar a la calle Guzmán el Bueno fue en Malvasía, un garito con cierto encanto por la cantidad de cachivaches que alberga como parte de la decoración. Me pedí una tónica para calmar el estómago que no vivía sus mejores momentos por culpa de unas lentejas. Pagué con un billete de 50 euros y el camarero me dijo que no tenía cambio, que ya se lo daría otro día. Le dije que no era del barrio y me comentó que le daba lo mismo, detalle que me hizo reflexionar por poco habitual.

Diez minutos más tarde, me encontraba frente a los escaparates de la librería “Estudio en Escarlata” viendo libros, que merece la pena. Lo que no merecía tanto la pena era pasar el frío que pasé por terminar de fumar un cigarro, pero así son las cosas.

Por fin entré y, al bajar las escaleras me encontré con Pedro de Paz, el autor del libro objeto de la presentación, y con Jorge Díaz, maestro de ceremonias, que se encontraban charlando con el nieto del sargento Manzana, el militar que, junto al chófer, estaba presente cuando esa dudosa bala atravesó el cuerpo del comandante Durruti. Saludé a los dos escritores y, por fin, lo prometido es deuda, le pasé a Pedro el último CD de 1001 Tiro, el grupo de mi hermano. Fue también un gusto saludar al último premio de Novela de “Getafe Negro”, Paco Balbuena, un hombre que me cae estupendamente por la modestia con la que va por ahí después de haber ganado tantos premios y con el que todavía me quedaba una buena conversación después del acto. Me senté en primera fila con el cronista y escritor Enrique Bienzobas, inconfundible con sus ademanes y sus sombreros.

La presentación comenzó con las notas graves de la voz de Jorge Díaz flotando por ese habitáculo entrañable lleno de libros policíacos que es el sótano de la librería. El guionista, y autor de “Los números del elefante”, había hecho los deberes. No sólo demostró haber leído la novela atento a los muchos detalles y connotaciones que la misma alberga, sino que se había estudiado concienzudamente la biografía de Durruti. Nos hizo su particular dibujo del personaje y cedió la palabra a Pedro de Paz, que nos explicó cómo concibió la novela, fruto de su pasión por la Guerra Civil Española y el periodo histórico que la precede y la sucede. Nos contó cómo la figura de Durruti le llegó cuando estaba concibiendo la novela, que iba a tratar sobre la Guerra Civil, pero que, si se hubiesen dado otras causas, hubiera sido otro el personaje, ya que incluso pensó en inventárselo. Pero Durruti se metió por medio y fue ganando fuerza en la medida que el escritor iba imaginando la historia, llegando a convertir a Pedro en un experto “durrutólogo”. En un momento dado, Jorge preguntó a Pedro que quién fue el hombre que mató a Durruti, metiendo en la pregunta el título de la novela en una de las genialidades de la noche del conductor del evento. Pedro contestó con los mismos argumentos que nos da en la novela. Novela que ha sido revisada de arriba abajo y aumentada con un ensayo que nos habla de otra de las facetas de Pedro, la de buenísimo ensayista. No hay que olvidar que ésta es su primera novela, con la que, sorprendentemente para él, obtuvo el premio “José Saramago”; que se publicó en su día, aunque con una baja tirada y escasa repercusión, pero con la anécdota de haber sido publicada en Inglaterra; y que ahora se ha reeditado de la mano de la malagueña editorial Aladena.

Tanto Pedro como Jorge siguieron ofreciéndonos datos de Durruti y de las circunstancias que rodearon su muerte. Pedro reconoció que, a día de hoy, sabe mucho más sobre la figura del anarquista y que también conoce más datos que invalidan algunas de las hipótesis aventuradas en el libro. Pero que, sin embargo, no ha querido cambiar ni una coma en la novela porque ha querido respetar su formato original.

Se habló de Durruti y de las circunstancias que llevaron a España a esa guerra fraticida e ¿inevitable? Puede que sí, puede que no. Lo cierto es que esa idílica república que actualmente añora más de uno no era tan paradisíaca como nos la quieren vender algunos. Y que las circunstancias no eran tan benévolas como para poder decir que los españoles vivían estupendamente. Fue un periodo convulso que desembocó en lo que todos ya sabemos.

Jorge hizo la pregunta que estaba en la mente de todos. Interpeló a Pedro sobre si tiene previsto dar continuidad a los dos investigadores protagonistas de la novela. Pedro contestó que sí ofreciéndonos una primicia agradable.

La guinda a la presentación la puso la presencia de la hija del sargento Manzana, que fue invitada por el escritor a la mesa y nos estuvo hablando de su padre. De cómo, cuando vio la guerra perdida, huyó a Francia por Perpiñán y se embarcó hasta Veracruz para establecerse finalmente en Méjico D.F. y convertirse, lo que son las cosas, en empresario de éxito (digo esto por la contradicción suprema que supone que un anarquista acabe convertido en empresario). Pero lo cierto es que el sargento Manzana era un hombre oscuro, en el sentido de que poco se supo de él y poco se sabe. Su hija, por el contrario, explicó que su padre nunca se escondió. Que era un hombre enérgico, de carácter militar, y que tuvo una vida social muy ajetreada entre la colonia de exiliados en la capital mejicana. En su casa y ante su familia, tenía prohibido hablar de la guerra. Pero ella le escuchó hacerlo en más de una ocasión con sus amigos refugiados. Un hombre que a las seis de la mañana levantaba de la cama a su familia a golpe de campana. Un hombre que, tras tener que dejar su país, se construyó una vida nueva en el Nuevo Continente, eso sí, con el miedo que deja el trauma sufrido por haber vivido y participado en una guerra cruel. Con el temor de que en Méjico hubiera otra guerra, convirtió su casa en una colección de escondrijos, por lo que pudiera pasar.

Me consta que a Pedro le han reprochado que no le preguntara a la hija por las sospechas existentes al respecto de que fuera el propio Manzana quien disparara a Durruti, bien por accidente, bien sirviendo a oscuros intereses. Pero era la presentación de una novela a la que ella acudió voluntariamente. No era el momento ni el lugar para convertir aquello en una tertulia a lo Belén Esteban; hay que ver lo que les gusta a algunos el morbo.

Terminado el acto se sirvió un vino y unos canapés. Os puedo decir que por allí andaban, aparte de los ya mencionados, David G. Panadero, Lorenzo Rodríguez, José Luis Muñoz (el fotógrafo, no el escritor), Antonia J. Corrales, Armando Rodera, etc. en definitiva, lo más florido de los ambientes literarios madrileños. Juan Escarlati me sorprendió mientras me ofrecía un trozo de empanada preguntándome que cuándo salía mi novela y le dije que en diciembre. Estaba yo pensando que cómo se había enterado el librero de tal evento. Parece que me lo leyó en los ojos y me explicó que José Ramón Gómez Cabezas había estado por allí y se lo había chivado. Gracias, compañero, por la promoción.

Si tuviera que contar aquí la de conversaciones que tuve en las postrimerías del evento me faltaría espacio. Sólo reseñar la ya mencionada con Paco Balbuena. Y que acabé tomando una caña en el bar de enfrente con Armando Rodera y su pareja y charlando con Jorge Díaz, que andaba por allí con un vino en la mano. Me enteré de cosas de esas que se hablan en petit comité, cosas de escritores y editoriales, pero que no se pueden decir aquí. De lo que más me alegré es de no haber podido charlar todo lo que me hubiera gustado con Pedro de Paz, porque eso significa que el escritor estaba ocupadísimo. Hay que tener en cuenta que no cabíamos en el sótano y que la gente estaba escuchando la charla desde las escaleras y desde la parte de arriba de la librería.

Al final, volví a pasar por Malvasía y me tomé otra cerveza para pagar la tónica y saldar deudas. Y acabé tocando la guitarra eléctrica con mi hermano y otros dos amigos en su local de ensayo. Pero ésa..., ésa es otra historia.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El trabajo del escritor

El trabajo de escritor empieza en la escuela de Primaria, que es en donde nos empiezan a formar. Recuerdo que cuando era un crío nos inflaban a dictados, redacciones, análisis morfológicos y sintácticos y comentarios de texto. No sé si se seguirá haciendo, lo desconozco. Y también es ahí en donde un chaval empieza a familiarizarse con la Literatura, ya que le hablan de escritores y de sus obras y comienza con sus primeras lecturas. La cosa continúa con la educación secundaria y con la Universidad, los que llegan. Estas son las bases. Estas, y haber dedicado horas y horas de tu vida a leer un libro detrás de otro.

Después, cuando uno toma la decisión de empezar a escribir, se da cuenta de que no basta con conocer el lenguaje, de que tampoco basta con haber leído muchos libros. Y uno reflexiona. Y yo he llegado a la conclusión de que, siendo lo anterior necesario, es preciso trabajar las pautas del oficio. Porque escribir también tiene mucho de oficio, como ser profesor, fontanero o pastelero. Si se va a escribir un relato o una novela, más vale tener claras las técnicas de trabajo, porque ayuda bastante. Uno ha de conocer que una novela, por ejemplo, debe tener un planteamiento, un nudo y un desenlace. Que a mitad de la narración o quizás antes, debe haber un giro. Se deben tener conocimientos de elaboración de la trama principal, de las tramas secundarias o subtramas y de caracterización de personajes, principales y secundarios. Uno también debe elegir quién es el que va a narrar la novela: si lo va a hacer un personaje, un narrador en primera persona, un narrador omnisciente, etc.

Con todo lo expuesto, puede que uno no sea capaz de escribir un carajo. Si todo lo mencionado fuera lo único, cualquier catedrático de Literatura sería un escritor excepcional y, generalmente, no suelen serlo. ¿Qué falta, entonces? Digamos que lo que queda es lo abstracto. Hablo de conceptos como imaginación, talento, inspiración..., origen de tantas discusiones entre entendidos al respecto de si son facultades innatas o se pueden adquirir. Yo no lo sé muy bien, la verdad, pero creo que algo innato hay, no todo.

Llegado el momento, con todo lo anterior presente, el escritor empieza a escribir. Probablemente, solo un diez por ciento de los que empiezan acaban la novela, seguramente menos. Pero ¿acaba aquí el trabajo? Por descontado que no. Luego viene la corrección que, en un primer término, suele hacer el propio escritor. Y en ella se da cuenta de la cantidad de errores cometidos, desde errores tipográficos a errores de bulto en el argumento. Comienza aquí un trabajo mucho menos creativo, pero para el que no hay que estar inspirado, es un trabajo mecánico. Cuando el proceso termina, es bueno dar a leer la novela a un corrector experto. Los mejores son los filólogos que son habituales lectores de novela. Nos sorprenderá la cantidad de errores que ellos detectan cuando tú mismo creías que ya no había ninguno.

Y después... ¿qué? Si eres un escritor novel y estás contento con el trabajo, el siguiente paso es publicar. Del ínfimo porcentaje de escritores que han terminado su novela y la han corregido, seguramente solo un cinco por ciento consiguen que una editorial les publique. Los caminos son varios: a través de agente, por ti mismo o autopublicación, es decir, financiándote tú mismo el costo de la edición. El llegar hasta una editorial conlleva el trabajo de contactar con ellos y vender tu producto, que no es fácil. En la mayoría de los casos ni te piden el manuscrito y en los casos en que te lo solicitan lo normal es que no vuelvas a saber nada de ellos o te obsequien con una carta de rechazo. El azar y la suerte también cuentan. Porque, a pesar de ser pocos los que acaban siendo escritores en relación a los que empiezan queriendo serlo, somos tantos que las editoriales están llenas de manuscritos por leer.

Si logras publicar, depende de muchos factores el que lo hagas con una editorial grande o con una pequeña. Y las ventas dependen mucho de la historia que hayas plasmado en negro sobre blanco, desde luego, pero también de la propaganda que se haga de tu novela, esto es clave. Y aquí entran los agentes, las editoriales y, en España, el propio escritor también.

Siendo el trabajo de escritor uno de los oficios más solitarios, en esta fase uno se libra por fin de la soledad si hay presentaciones, conferencias y entrevistas; por lo menos se sale de casa y te relacionas con gente, porque creedme, son muchas las horas que hay que pasar frente al ordenador para escribir una novela. Y si la novela es histórica o si utilizas personajes que son reales hay que documentarse, porque no se puede poner cualquier cosa.

Como veis es un oficio muy laborioso. Y hay muy pocos escritores que vivan de lo que escriben, a pesar de ser muy buenos. La mayoría tienen que trabajar en otra cosa para sobrevivir. Dichosos los que pueden vivir de esto.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Buenas noticias

Acabo de encender la luz de la habitación, sin embargo, ayer entraba por la ventana un sol del carajo; el tiempo está cambiando. Hemos disfrutado toda la semana pasada de una primavera fuera de contexto; mañana estaremos a cinco grados. Así es Madrid, tan radical en lo bueno y en lo malo. Los pájaros no trinan de la misma forma que ayer.

Desde mi habitación, frente al ordenador, después de haber degustado una tajada de pollo cocido en salsa de níscalos, me he echado un vermú y enciendo un cigarrillo. La mañana ha sido muy relajada. He hecho lo que me gusta hacer: comprar el periódico, tomar café sentado en la habitual cafetería frente a la inmensa cristalera que me proporciona vistas relajantes. Y después he empezado “Con anuncio”, penúltima novela de Rosa Ribas, a la que tuve el gusto de saludar en Getafe Negro y llevarme la novela dedicada. Me está gustando y me interesa su perspectiva de española residente en Alemania.

El anterior libro que leí es la última de Andreu Martín. Curiosamente, mientras disfrutaba de la lectura de “El blues de una sola baldosa”, el autor recibía el Premio de Novela Negra Pepe Carvalho, enhorabuena. El premio es muy prestigioso y sólo (de momento lo sigo escribiendo con tilde, ya veremos) lo había ganado un español hasta ahora: Francisco González Ledesma. El escritor catalán, con quien tuve el gusto de conversar no hace mucho en Getafe Negro y que me dedicara la novela, une así su nombre a la lista compuesta por el mencionado Ledesma, Henning Mankell, P.D. James, Michael Connelly y Ian Rankin.

Curioso el mundo literario, en el que no sólo cuenta la calidad sino esa pizca de suerte que puedes encontrar en el lugar que menos esperas. Levanto mi copa de vermú en el aire y brindo conmigo mismo porque ayer acaban de anunciarme que es más que posible que mi novela salga en Diciembre y que la semana que viene tenga la maqueta. Después de cuatro años buscando editorial se va a publicar por primera vez una novela mía, que es la segunda. Puede darse el caso de que me publiquen tres a la vez y después dirán que soy un escritor muy prolífico cuando la verdad es que ya tenía escritas esas tres novelas. Pero así es la vida, caprichosa y a veces insondable. No me pidáis que diga título y editorial, de momento es mejor abstenerse, pero os mantendré informados.

De momento, esto ha hecho que se incrementen mis ganas de seguir escribiendo novelas. Una cosa está clara: independientemente de la suerte que se pueda tener en esto, la base es el trabajo. Y muchas horas frente a la pantalla del ordenador, documentándote y escribiendo, escribiendo y documentándote. Y de vez en cuando, saborear un vermú, a poder ser casero, y si es de Reus, pues mejor que mejor.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Trece cuentos inquietantes, de Felisa Moreno Ortega

La primera noticia que tuve de la existencia de la escritora Felisa Moreno Ortega fue ya hace algunos pocos años, cuando envió un relato suyo a un certamen literario que yo coordinaba. Quedó finalista con un relato titulado “El motorista”, que ahora incluye en su primer libro de relatos “Trece cuentos inquietantes”, editado por la editorial Hipálage.

Felisa vive en Alcaudete, provincia de Jaen, rodeada de olivos. Trabaja como funcionaria, pero su gran pasión es la escritura. Se dedica desde hace ya tiempo al relato corto. Muchos de ellos, finalistas en multitud de certámenes, han sido incluidos y editados en diversas antologías, lo cual es significativo de que estamos ante una escritora que cuenta cosas a través de este género muy interesantes. No lo digo yo, sino los sucesivos jurados de esos certámenes que han considerado que sus cuentos son de calidad.

Pero es que, además, Felisa, obtuvo en 2007 el Premio a Escritores Noveles de la Diputación de Jaén con la novela “La asesina de ojos bondadosos”, lo que le valió la publicación de la misma en la que, hasta ahora, es su única novela publicada.

No conozco a Felisa personalmente, lo que espero que se solucione cualquier día de estos, pero sigo su trayectoria a través de su blog y otras páginas literarias. Su blog nos sirve para leer de vez en cuando algún relato con el que nos obsequia y para saber que también le pega a la Poesía. En él publica, además, reflexiones y refleja en más de una ocasión el estado de ánimo que le produce escribir, con sus luces y sus sombras, estados de ánimo que conozco demasiado bien porque nos sumimos en ellos todos los que, de una forma u otra, practicamos el oficio de escritor.

Cuando anunció en el blog que Hipálage le iba a publicar un libro de relatos tuve la certeza de que acabaría en mis manos. Se lo compré a ella directamente porque así tenía la oportunidad de que me lo dedicara.

“Trece cuentos inquietantes” es un libro que se lee deprisa y no sólo porque sea un libro poco voluminoso. Las historias te atrapan, ya que la forma de escribir de Felisa te introduce rápidamente en la historia y en los personajes. La mayoría de los cuentos parten de la realidad cotidiana y sufren una metamorfosis para desembocar en esa otra realidad, la que no se ve. Su narrativa nos recuerda que no todo es lo que parece, cada cuento es un viaje sin paradas intermedias en el que el lector viaja en Ave desde una proposición inicial hasta un desenlace nada esperado, ni siquiera intuido. Retrata especialmente bien unos paisajes crudos y desolados que a veces son físicos y otras veces mentales. Sus personajes son de todo menos pasivos, quieren algo y avanzan por cada cuento intentando la consecución de sus fines con resultados inciertos. En todos los relatos, Felisa crea una atmósfera neblinosa y ocasionalmente opresiva, dependiendo de la escena que quiera crear para cada relato en función de las tramas y los personajes.

El libro incluye relatos antiguos y otros recién paridos, en los que la escritora ha sido sumamente cuidadosa en seleccionar cada uno de ellos para incluirlos en esta estupenda antología, me consta. Tiene escritos muchos más cuentos de los que aquí aparecen, pero ella ha querido que sean éstos los que aparezcan en “Trece cuentos inquietantes”, que inquietan y mucho, pero que sobre todo nos descubre a una escritora en ciernes que a nada que se lo proponga llegará lejos en esto de Literatura. Enhorabuena, escritora.

martes, 2 de noviembre de 2010

“En el umbral de la muerte”, de Eduard Pascual

Facebook, como Internet, es una herramienta interesantísima siempre y cuando se utilice de manera correcta. Creo que es una plataforma ideal para comunicarse con personas afines y para promocionar un producto, como por ejemplo un libro. Un día me invitaron a un “evento”: la presentación de una novela; y lo hacía el propio autor, al que no conocía, ni a él ni a su obra. Sin saber muy bien por qué, la invitación me interesó y me la anoté mentalmente. De todas formas, ese día iba a acudir a Getafe Negro a otra presentación: el libro de relatos de José Luis Muñoz, “La mujer ígnea”; es decir, que la cosa me pillaba de paso.

La novela en cuestión se titula “En el umbral de la muerte”; su autor, Eduard Pascual. El caso es que en el trayecto que va desde la estación de RENFE hasta el recinto ferial, vi a un tipo sentado en un banco, enfrascado en la lectura de un libro. Reconocí a José Luis Muñoz, nos saludamos y nos fuimos a tomar un café. Charlamos durante más de media hora de Literatura, todo un privilegio para un novato como yo conversar con el maestro. Al mismo bar llegaron Pedro de Paz y Alejandro Gallo, encargado de conducir la posterior presentación de la novela de Eduard Pascual y a quienes saludamos.

Después de la presentación de “La mujer ígnea” vino la de “En el umbral de la muerte”. Me pareció tan interesante que me compré el libro y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, conseguí la dedicatoria del autor. Su lectura ha sido rápida porque es de esas novelas que uno no puede parar de leer porque desea saber qué es lo que va a ocurrir en el próximo capítulo. Alejandro Gallo nos informó de que Eduard había trabajado mucho tiempo en los Mossos d’Esquadra, y eso se nota en la novela, ya que es todo un tratado de protocolos policiales. Eduard cuenta con información de primera mano que plasma en la novela, en la que no aparece ni un solo error del tipo “...disparó su revólver y el casquillo salió disparado...”(cualquier persona medianamente informada sabe que un revólver “no escupe casquillos”).

La trama se desarrolla en Figueras (lo siento, no me apaño a decir Figueres). Un estrangulador empieza a matar mujeres emulando casos del Carvalho de Vázquez Montalbán. Y los anuncia mediante el método de “Bookcrossing” (para quien no lo sepa, bookcrossing es dejar un libro en una ciudad para que otro lector lo recoja y vuelva a dejarlo para que sea rescatado por otro lector una vez leído. A través de una página web, los lectores van anotando en registros el recorrido del libro, que evita así, morir en la estantería de un primer y único comprador). El personaje principal es el sargento de la Brigada de Investigación, Josep Flores, un tipo con multitud de problemas personales, chapado a la antigua, brusco en el trato con sus subordinados, pero, a pesar de todo, noble y con más ternura de la que deja destilar esa fachada de duro. El autor construye de manera excelente los personajes y los paisajes por los que transitan. Me gusta cuando un autor describe las escenas poniendo nombre a las calles y a los bares, sustituyendo ambigüedades del tipo “una calle ancha” o “un parque grande” por sus verdaderos nombres, aspecto que da más credibilidad y viveza a la novela. Las tramas y las subtramas se van enrevesando poco a poco llevando a los personajes a adoptar roles completamente distintos a los que jugaban desde el principio para desembocar en un desenlace completamente inesperado.

Como ya dije antes, aparte de ser una extraordinaria novela, es muy ilustrativa de cómo se desarrollan los procedimientos policiales; lo he comprobado durante su lectura, aunque ya lo anunció Alejandro Gallo en la presentación. Debe convertirse en una novela de cabecera para todos aquellos escritores que, siendo buenos novelistas, desconocen, por lejano, el mundo policial; les evitará cometer típicos errores en la narración.

Insisto en que me han gustado las referencias, no sólo al nombre de calles y parques, sino al Museo Dalí (portada de la novela) y a la librería Negra y Criminal, que hacen que la novela sea más fresca y creíble.

“En el umbral de la muerte” ha sido publicada por Rocaeditorial, al igual que “Códex 10”, primera publicación del autor consistente en una serie de relatos en los que ya aparecían varios de los personajes de “En el umbral de la muerte”. Espero, por tanto, que se publique la tercera novela de este autor al que ya anoto como uno de los mejores del género en España.