Nunca había estado en una tienda de modas de las de marca, de las de diseño, de las de autor, de las de tronío. Ayer, acompañé a una amiga a una de ellas y, de paso, pasamos la tarde en Puerto Banús, claro, ¿en dónde iba a estar la tienda? Lo primero que uno ve al llegar allí, es que la gente es feliz, que todos están morenos, que ellos y ellas tienen carita como de actores, que no hay opel corsas, de Lamborghini para arriba, en fin, yates, restaurantes caros, y tiendas, Carolina Herrera (CH), Versace, etc.
Mi amiga Pili estaba empeñada en comprarse una camisa de CH, así que entramos en el establecimiento. ¡Qué glamour! Todo tan bonito y tan colocadito, aromas de ensueño, zapatos de 700 euros, perfumes carísimos de la muerte y un pijerío flotando en el ambiente que para qué. Me siento, ¡vaya sillones! Ojeo el catálogo de moda masculina, no vean qué catálogo: un bloc de cuero viejo con las letras de CH grabadas a fuego y unos conjuntos que, a mí particularmente, para llevarlos, tendrían que pagarme mucho dinero. Mi amigo Jorge y yo nos mirábamos impresionados. Y Pili y Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, venga, probándose camisas carísimas. A decir verdad las camisas eran preciosas, sí de a 350 euros, pero monísimas. Las dependientas, educadísimas, oye, que parecía que tenían tres carreras, qué forma de atender.
Pili estaba enamorada de la camisa, guapísima ella con la prenda, así que al final se la compró. Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, también se la probó, sin avisar, y cuando salió por la puerta de probadores yo casi me desmayo, hay que ver cómo lucía la camisa de CH. Y venga a ver jerseys, y zapatos, y calcetines de diseño, y cochecitos de niño de diseño, y mecheros de plástico forrados de cuero con el logo de CH de 60 euros...
Nada que ver con cualquier tienda que yo haya entrado nunca, oigan. Hasta la factura que le dieron a Pili cuando pagó era preciosa, parecía una invitación de boda, pero de boda de ricos. Y no pueden ni imaginarse el envoltorio, nada de envolver en papel y bolsa de plástico, no: funda de tela con percha y cremallera de colorines y el logo de CH estampado por todas partes, vamos para que se notara en el paseo posterior que habíamos estado en CH y que nos habíamos dejado el dinero en CH.
Increíble, oigan. Creo que volveré, sobre todo si mi amiga Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, me promete volver a probarse otra camisa de esas de diseño, aunque procuraré estar sentado para no caerme ante la visión. Niña, nunca pierdas mi número de móvil.
Mi amiga Pili estaba empeñada en comprarse una camisa de CH, así que entramos en el establecimiento. ¡Qué glamour! Todo tan bonito y tan colocadito, aromas de ensueño, zapatos de 700 euros, perfumes carísimos de la muerte y un pijerío flotando en el ambiente que para qué. Me siento, ¡vaya sillones! Ojeo el catálogo de moda masculina, no vean qué catálogo: un bloc de cuero viejo con las letras de CH grabadas a fuego y unos conjuntos que, a mí particularmente, para llevarlos, tendrían que pagarme mucho dinero. Mi amigo Jorge y yo nos mirábamos impresionados. Y Pili y Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, venga, probándose camisas carísimas. A decir verdad las camisas eran preciosas, sí de a 350 euros, pero monísimas. Las dependientas, educadísimas, oye, que parecía que tenían tres carreras, qué forma de atender.
Pili estaba enamorada de la camisa, guapísima ella con la prenda, así que al final se la compró. Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, también se la probó, sin avisar, y cuando salió por la puerta de probadores yo casi me desmayo, hay que ver cómo lucía la camisa de CH. Y venga a ver jerseys, y zapatos, y calcetines de diseño, y cochecitos de niño de diseño, y mecheros de plástico forrados de cuero con el logo de CH de 60 euros...
Nada que ver con cualquier tienda que yo haya entrado nunca, oigan. Hasta la factura que le dieron a Pili cuando pagó era preciosa, parecía una invitación de boda, pero de boda de ricos. Y no pueden ni imaginarse el envoltorio, nada de envolver en papel y bolsa de plástico, no: funda de tela con percha y cremallera de colorines y el logo de CH estampado por todas partes, vamos para que se notara en el paseo posterior que habíamos estado en CH y que nos habíamos dejado el dinero en CH.
Increíble, oigan. Creo que volveré, sobre todo si mi amiga Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, me promete volver a probarse otra camisa de esas de diseño, aunque procuraré estar sentado para no caerme ante la visión. Niña, nunca pierdas mi número de móvil.
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