¡Mancha mi corazón ensangrentado!
Y arrójame hiel sin mesura,
págame como quieras,
no voy a pedirte cuentas, ya no.
Si yo hubiera sabido esto,
no habría actuado de forma diferente.
No voy a vender cara mi piel,
sólo voy a arrugar el papel en el que están escritos mis sueños,
lo haré tranquilamente, sin emociones baldías,
y mientras lo hago, entonaré un llanto amargo.
Sueños antiguos carentes hoy de alma,
sueños antiguos de desesperación silente.
Regocíjate, no importa, ya no,
los minutos se fueron por el desagüe del amor,
lo mismo que las ilusiones frustradas,
que impregnaron mi alma pura
y se tornaron en metástasis lóbrega,
lo mismo que un viento helado.
Y si quieres, ¡mancha mi corazón ensangrentado!
Cabalga a lomos de la cruda represalia,
sube los peldaños del impuro resarcimiento,
coge el tren de las nuevas ilusiones y que te vaya muy bien.
Yo ya no quiero luchar, no puedo luchar,
hace tiempo que la batalla estaba más que perdida.
Por eso, aléjate con tus importunadas diatribas,
lejos, lo bastante como para seguir distintas sendas,
yo sigo estando aquí,
y si algún día lo necesitas,
o sientes que tienes que hacerlo,
¡mancha mi corazón ensangrentado!
Y arrójame hiel sin mesura,
págame como quieras,
no voy a pedirte cuentas, ya no.
Si yo hubiera sabido esto,
no habría actuado de forma diferente.
No voy a vender cara mi piel,
sólo voy a arrugar el papel en el que están escritos mis sueños,
lo haré tranquilamente, sin emociones baldías,
y mientras lo hago, entonaré un llanto amargo.
Sueños antiguos carentes hoy de alma,
sueños antiguos de desesperación silente.
Regocíjate, no importa, ya no,
los minutos se fueron por el desagüe del amor,
lo mismo que las ilusiones frustradas,
que impregnaron mi alma pura
y se tornaron en metástasis lóbrega,
lo mismo que un viento helado.
Y si quieres, ¡mancha mi corazón ensangrentado!
Cabalga a lomos de la cruda represalia,
sube los peldaños del impuro resarcimiento,
coge el tren de las nuevas ilusiones y que te vaya muy bien.
Yo ya no quiero luchar, no puedo luchar,
hace tiempo que la batalla estaba más que perdida.
Por eso, aléjate con tus importunadas diatribas,
lejos, lo bastante como para seguir distintas sendas,
yo sigo estando aquí,
y si algún día lo necesitas,
o sientes que tienes que hacerlo,
¡mancha mi corazón ensangrentado!
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