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Al otro lado

Al otro lado
"Al otro lado", de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-15352-66-2.
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Presentaciones:

Sábado, 27 de abril a las 12 h. en la Feria del libro de Granada, en el Centro de Exposiciones de CajaGRANADA Puerta Real. Me acompañará en la presentación el compañero de Granada Jesús Lens. Y a las 13 horas firma de ejemplares en la Caseta de Firmas.

Sábado, 20 de abril, de 11 a 13 h. y de 17 a 20 h. en la Feria del Libro de Fuente el saz de Jarama.

Sábado, 26 de enero a las 20 h. en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan. Me acompañará en la presentación el compañero de Ciudad Real José Ramón Gómez Cabezas, autor de "Réquiem por la bailarina de una caja de música", de la Editorial Ledoria.

Martes, 23 de octubre a las 19.30 h. en la librería Estudio en Escarlata (Guzmán el Bueno 46, Madrid). Si no puedes acudir y queréis un ejemplar firmado, ponte en contacto con ellos y pídeselo (91 543 0534). Te lo enviarán por correo.

Miércoles, 24 de octubre a las 18 h. en Getafe Negro (Carpa de la Feria del Libro). A las 20 h. participaré en una mesa redonda con otros compañeros de la Editorial Ledoria titulada "En los arrabales de la Novela Negra.

miércoles, 28 de febrero de 2007

T. Lobsang Rampa

Lobsang Rampa no era la reencarnación de un lama tibetano ni tampoco estuvo en el Tibet, pero sí era un hábil escritor inglés que, al igual que Benítez, mezcló verdades con fantasías. De todas sus invenciones, sin duda la mayor, y la que le dio más misterio y por ende popularidad, fue la de que su espíritu dejó su maltrecho cuerpo tibetano y tomó el de un inglés, precisamente el de Cyril Henry Hoskins, algo genéticamente imposible, pero que sin embargo muchos creyeron.


La historia conocida

LA INCREIBLE HISTORIA DE LOBSANG RAMPA
El verdadero introductor del budismo tibetano entre el público occidental fue en los años cincuenta este ex-fontanero británico que se reclamaba reencarnación de un lama.
Parece como si defensores y detractores sólo coincidieran en algo: en correr un tupido velo sobre su memoria. 'No pienso que fuera cien por cien auténtico, resume Philip Porter, pero no hay duda de que fue alguien extraordinario'.
Tuesday Lobsang Rampa fue el indiscutible introductor del budismo tibetano ante el gran público de Occidente, un nombre mítico entre los pioneros de la 'invasión' espiritual oriental que hoy vivimos. Supuestamente era un Lama tibetano que se hizo famoso mundialmente en 1956 cuando publicó 'El Tercer Ojo', un libro de extraordinario impacto que no ha dejado de ser reeditado desde entonces. Pero siempre se dudó de su autenticidad y las dudas fueron aumentando hasta su muerte en 1981. Hoy, la mayoría de los entendidos se inclina por reconocer que en realidad se trataba de un antiguo fontanero irlandés llamado Cyril Henry Hoskins que nunca había estado en los Himalayas y cuyo conocimiento del budismo tibetano era más bien escaso.
Sin embargo, no son pocos los que aún defienden su memoria, los que mantienen que 'el doctor Tuesday Lobsang Rampa era un auténtico Lama, nacido a principios de siglo en Tíbet, educado y entrenado en el monasterio-hospital Chakpori de Lhasa y en 1923 transladado a estudiar medicina a la universidad china de Chungking, que conoció a Chiang Kai Shek y que fué torturado por los japoneses como prisionero de guerra en la segunda guerra mundial'.









Entre expertos y aficionados al budismo tibetano y al esoterismo oriental se da por hecho que este lama tibetano ni fue lama ni fue tibetano. El movimiento 'Escéptico' hace hincapié en sus 'indiscutibles' profesión de fontanero y nacionalidad inglesa o irlandesa. La conocida revista dedicada a fenómenos extraños 'Fortean Times' en su num.63 de junio/julio de 1992 publicó un reportaje de Bob Rockard en portada caracterizándolo sin rodeos como un engaño, un 'hoax'. El reportaje fue abundantemente reproducido en España por una revista del género. Pero curiosamente, ni los editores de ''FT' ni la mismísima British Library conservan hoy ni un sólo ejemplar de aquel número.
Pero no todo el mundo lo tiene tan claro. Philip Porter, que lleva diez años investigándolo, deja todas las posibilidades abiertas y recaba información por todo el mundo con el objetivo de poder resolver 'las incógnitas que rodean al extraordinario personaje'.







Quién iba a pensar que las ideas o el mensaje de Tuesday Lobsang Rampa, -adelantado de la importación occidental de la espiritualidad oriental, el más vituperado de todos los popularizadores vituperados- gozan aún hoy de buena salud. Pero todos y cada uno de sus dieciocho libros estaban disponibles en las estanterías de esoterismo del Corte Inglés de la Puerta del Sol de Madrid en 1994, cuando iniciamos esta investigación.
Escritos hasta finales de los años setenta no han dejado de ser reeditados durante los ochenta, y hoy 'El testamento de Lobsang Rampa', una antología de sus obras publicada en 1987, va ya por su cuarta edición.
Hacia finales de 1994 surgió el rumor de que una nueva biografía aportaba datos desconocidos del personaje. Pero no había tal, sólo una mención de pasada en el libro 'El ultimo aventurero del Gran Imperio', la biografía de Francis Younghousband, un británico que conoció en directo el legendario paisaje del Asia Central.





Lobsang Rampa murió en enero de 1981. Algunos incluso lo dudan. Y su muerte coincidió con la de la madre del actual Dalai Lama: algunos ven en ello más que una casualidad. Rampa afirmaba haber conocido al XIII Dalai Lama, pero su sucesor el actual XIV Dalai Lama siempre que ha sido preguntado acerca de Rampa, ha afirmado escuetamente no saber nada de nada de él.
La dirección de contacto que durante años figuró en sus libros (Dr. T. Lobsang Rampa, BM/TLR, London W.C.l, England) probablemente nunca existió, según fuentes del Royal Mail británico. Pero otros afirman que contestaba de puño y letra más de un centenar diario de cartas de sus lectores.


EL TESTAMENTO
La ultima recopilación de sus escritos, 'El testamento de Lobgsan Rampa', comienza con una introducción firmada por San Ra-Ab Rampa (Sarah Rampa) que explica 'reunir en un solo libro los escritos más significativos, la quintaesencia de las enseñanzas de mi llorado marido' y aprovecha para recomendar un libro de ella titulado 'Lumière y sagesse' publiado por Editions Internationales Alain Stanké.
El Testamento termina con unas predicciones de Rampa bastante descaminadas: anuncia que el comunismo invadirá Europa, que USA y Reino Unido se fusionarán, que Brasil, Francia y Rusia se unirán para aplastar Alemania, que América del Norte sufrirá grandes desvastaciones, y que el año dos mil presenciará serias rivalidades entre las ramas rusa y china del comunismo que darán lugar en el año 2004 a una guerra espacial terrible entre ambas potencias. Es probable que todos sus avisos se muestren tan errados como los referentes al comunismo. Pero en todo caso remata anunciando que en el 2008 vendrán del espacio otros humanos de los que nacerá una sola raza fusionada, la 'Bronceada' y una Edad de Oro, una era nueva en la que renacerá la esperanza y las aspiraciones espirituales.


Rampa fue toda su vida muy atacado, preludio de lo que la sociedad bienpensante echaría después encima de sectas y gurus de los años sesenta. También se hizo con no pocos simpatizantes y defensores, pues divulgó yoga, vegetarianismo, hipnosis, y otras creencias hoy populares. Su más polémica afirmación fue la de haber sido sometido a una larga operación de apertura del tercer ojo. En 'Historia de Rampa' contó cómo y por qué vino a Occidente abandonando su cuerpo tibetano y entrando en el cuerpo de ese ciudadano dedicado a la fontanería con cuya personalidad viviría casi cuarenta años.
'Historia de Rampa' fue presentado como 'escrito para poner fin a los equívocos que habán surgido sobre la personalidad de su autor'. Su objetivo es defender 'la posibilidad de que un yo pueda dejar su cuerpo voluntariamente y permitir que otro yo ocupe y reanime el cuerpo vacante', y relatar como Lobsang Rampa vivió ese proceso: en Inglaterra, una persona desea abandonar su cuerpo y él 'viaja hasta allí en el plano astral para, seccionado su Cordón de Plata, poder transmigrar al nuevo y desconocido cuerpo'. Hoy, treinta años después, los viajes astrales se han convertido en rutina para miles de autodidactas, cursillistas, terapeutas y conferenciantes 'nueva era'.
Con su guía, el lama ciego, se remontan 'desde nuestros cuerpos terrenales en la libertad de otro plano', van al Archivo Akhásico a consultar la vida del individuo en cuestión. Rampa resalta: 'El único medio de obtener respuestas a nuestras preguntas es dejar éstas sin respuesta, y recoger conocimientos, deduciendo e infiriendo. Luego, en la plenitud de los tiempos, demostrando que se es puro de corazón, se será apto para el viaje astral y para formas de meditación más esotéricas, estando así también en condiciones de consultar el Archivo Akhásico, que no puede mentir, que no puede responder nada que no corresponda y que no puede dar una opinión o información coloreada por la tendencia personal. El que quiere absorber demasiado, sufre de indigestión mental y retrasa tristemente su evolución y desenvolvimiento personal ¿Cuál es el único medio de progresar? Esperar hasta ver'.
Una selección mínima de su autobiografía literaria 'Historia de Rampa' incluiría los siguientes extractos a modo de vistazo general a su ideario:
'Las gentes de Occidente, salvo una minoría muy pequeña, no tienen capacidad para las cosas espirituales. Todo cuanto desean es guerra, sexo, sadismo y el derecho a inmiscuirse en los asuntos de otros'.
'Detesto la vida en Inglaterra, su injusticia, su favoritismo', opina el personaje, que se muestra de acuerdo en dejar su cuerpo a cambio de escapar de la ley del kharma y ver borrados todos sus pecados.
'Encontrarás mucha oposición y muchas calumnias' le advierten las Altas Personalidades del País de la Luz Dorada. 'No te inquietes por quienes puedan criticarte, pues no saben lo que dicen y están cegados con esa ignorancia que cada cual se impone a sí mismo en Occidente. Cuando la muerte cierre sus ojos y nazcan a la idea Superior, entonces sin duda lamentarán las penas y contrariedades que tan innecesariamente han causado', le dicen en el Palacio de los Recuerdos.
Y termina: 'Ahora la Historia de Rampa' ha quedado concluida. En ella se ha dicho la verdad, como la dije en mis otros dos libros. Hay muchas cosas más que puedo contar al mundo de Occidente, pero muchos se mofan de las cosas que no comprenden: llaman 'tramposo' al que tiene facultades que ellos no poseen y se desatan en un frenesí de vituperios contra quienes osan ser de algún modo 'diferentes'.
Según Rampa, sus maestros o mentores le obligaban a escribir libros, cosa que a él no le gusta, 'sabedor de que existen tan pocas personas con capacidad de percibir la Verdad. Los hombres no pueden encararse con la Verdad desnuda; la prefieren disfrazada con el ropaje de la Parábola'.

UNA FIGURA MISTERIOSA
¿Es esa la explicación de las no pocas simplezas, inexactitudes o invenciones indudables de sus libros? ¿Eran la forma de interesar a un público ignorante que hoy ya no admitiría sus relatos?
Sin duda Rampa dió el primer aldabonzado propagandístico a favor del Tíbet ocupado, pionero -quizá espontáneo- de la muy buena campaña posterior de relaciones públicas con la que el budismo tibetano ha terminado por ganarse a la opinión pública ocidental. Incluso, en su afán de vituperar la China de Mao, llegó al punto de insinuar que los comunistas chinos utilizarían la mayor altura de la Tierra, el monte Everest, para desde allí lanzar cohetes de destrucción al resto del mundo.

UN TERCER OJO MUY, MUY LITERAL
Tuvo gran impacto éste su primer libro. Para los anales ha quedado su descripción en el capítulo séptimo del mismo de la operación quirúrgica por la que le abren un tercer ojo. Nadie, y menos el budismo tibetano, ha respaldado tal versión. En un libro posterior, repite su versión del hecho: 'Siendo yo aún muy joven me hicieron una operación especial que se llamaba 'la apertura del tercer ojo'. Me introdujeron en el centro de la frente una astilla de madera dura, previamente empapada en una solución especial de hierbas, para estimular una glándula que me dotaba de unas facultades extraordinarias de clarividencia...podía ver a la gente con su aura como si estuvieran envueltas en llamas de colores fluctuantes. Por esas auras podía yo adivinar sus pensamientos, sus esperanzas y temores, y sus padecimientos'.
En la cubierta de su segundo libro, 'El médico de Lhasa', aparecido en España en 1964, se cuenta a modo de introducción anónima, cuya autoría debe por tanto atribuirse a la editorial : 'A renglón seguido del fuerte impacto mundial causado por mi 'El tercer ojo' no tardó en correr una noticia que asombró a todos: el hijo de un fontanero inglés reclamaba la paternidad del original. Poco a poco se fue deshaciendo esta tesis tan pronto como la prensa dejó de sostenerla, pero lo que en realidad siguió en pie fue la hipótesis de que su verdadero autor T.Lobsang Rampa, era un auténtico lama huido del Tíbet ante la invasión comunista y que utilizaba un seudónimo para protegerse de los monjes tibetanos que siempre habían guardado estos secretos seculares. Verdad o no, lo cierto es que cuantos admiraron su primera obra, tendrán ocasión de comprobar que en ésta se mantiene y aumenta el interés y la fuerza sugestiva de este excepcional escritor'.
En el prólogo de la edición española dice Rampa: 'Hace unos años se produjo en Inglaterra un ataque contra mi integridad moral. Este ataque fue movido en la Prensa por una reducida pandilla que me tenía una gran envidia...con excesiva frecuencia, la Prensa tiene que tomarla con alguien para aumentar su circulación cuando ésta decae...no es precisamente el medio adecuado para difundir la verdad sino sólo lo sensacionalista...con demasiada frecuencia sirve sólo para alagar las emociones más bajas del hombre. Permítaseme decir, del modo más tajante, que todos mis libros son absolutamente verídicos. Cuanto he escrito, es cierto y recoge mi experiencia personal. Poseo todos esos poderes que digo poseer. Y valdría la pena añadir que también tengo varios poderes más de los que no he hablado'.
'Soy un lama tibetano que llegó al mundo occidental prosiguiendo su destino', repitió una y otra vez Lobsang Rampa mientras escribía sin parar a una media de casi un libro anual.
'La caverna de los antepasados' (1963 en inglés, traducido en 1966), era descrito por él como 'un libro que trata de lo Oculto y de los poderes del hombre'. 'La túnica azafrán' fue traducido en 1971, mientras 'La sabiduría de los antepasados' (1972) es 'un diccionario de las Cosas Ocultas' en el que llama despreciativamente 'malabarismo' al yoga y previene contra el uso del hipnotismo.
Sobre 'El ermitaño' (1974) dijo que 'este libro como todos los míos es Verdad', mientras que 'Tú, para siempre', traducido en 1975, es un curso especializado que venía a completar el diccionario anterior, y en el cual reiteraba: 'Un gran número de personas han visto mis papeles, absolutamente auténticos, probando que sido un alto lama del Potala, en Lhasa, Tíbet, y que poseo el título de doctor en medicina, graduado en China. Aunque la gente haya visto dichos documentos, lo 'pone en olvido' cuando la prensa anda embrollando alrededor del asunto. Leed pues todos mis libros, bien seguros en vuestro fuero interno de que todo lo que se escribe en ellos es verdad, y que lo que pretendo ser es lo que realmente soy. Leed mis libros y lo veréis'.
Un tema muy impactante en la época fue el del aura humana, algo hoy plenamente aceptado entre miles y miles de personas. En 'Crepúsculo' cuenta la historia de un tal doctor Kilner que con rayos X habría establecido la existencia real de aura pero que se vería forzado por sus superiores a abandonar sus investigadores. Rampa por vez primera se atreve a formular la idea hoy tan extendida en las medicinas complementarias de que un examen del aura permite diagnosticar y hasta curar las enfermedades.
En una entrevista de Fernando Sanchez Dragó al Dalai Lama, (publicada en el num. 9 de 'Más Allá' de noviembre 1989) le preguntaba si había leído algo de Lobsang Rampa, y el Dalai contestaba: 'Muy poco. Sé que es un escritor famoso en Europa y America, pero desgraciadamente no tengo tiempo para leer novelas imaginarias'.
Ramiro Calle, de autoridad reconocida en el tema, escribía también en Más Allá (num. 16, junio de 1990, en el suplemento de Conciencia Planetaria (n2) un artículo titulado 'Verdad y mentira sobre el tercer ojo': 'Hace ya casi tres décadas leí -como un gran número de buscadores- la obra titulada El Tercer Ojo, del supuesto lama LR. Una obra que, declarada como relato de ficción, hubiera resultado aceptable, divertida e incluso en alguno de sus pasajes fascinante, pero presentada como real se convertía automáticamente en inadmisible, embaucadora y falaz; realmente un descarado insulto a la genuina instrucción mística tibetana y una malintencionada tergiversación de sus enseñanzas y métodos'.
Lobsang Rampa fue embajador del orientalismo y lo esotérico tras el bache que la segunda guerra mundial produjo en el despertar occidental de finales del siglo pasado. A él se debe la puesta en circulación de ideas, creencias y términos hoy ampliamente usados entre los crecientes círculos 'creyentes' en lo paranormal y lo esotérico. Sus escritos han sufrido enormemente por el paso del tiempo y su figura controvertida permanece olvidada interesadamente. Su obra fue empeorando considerablemente a medida que la prolongaba, y se puede decir que hay muy poco interesante fuera de sus tres primeros libros.
Siempre reconoció su identidad de ciudadano normal y corriente, pero siempre insitió en que junto a su cuerpo inglés, su espíritu era el de un monje tibetano 'transmigrado' a Occidente que tuvo que abandonar su primitivo cuerpo por estar muy dañado por la enfermedad y los malos tratos. En la que sería su última obra, publicada en 1980, se atrevió a pronosticar para 1985 el inicio de la tercera guerra mundial mientras abundaba en mala ciencia ficción. Y recordemos que afirmó muy seriamente que su libro 'Viviendo con un Lama' le había sido dictado telepáticamente por su gata, a la que denominaba Mrs. Fifi Greywhiskers.
Hablaba perfecto inglés con acento de Devonshire. No sabía tibetano como quedó patente cuando uno de sus editores le soltó sin preaviso una frase memorizada en ese idioma sin que Rampa lo notara. Cuando el editor se lo dijo, Rampa sufrió un aparente desmayo y tras él explicó que 'un bloqueo hipnótico' le había impedido momentáneamente entender su propio idioma tibetano. Uno de sus libros menos conocido 'Mi visita a Venus' lo es así porque él mismo se esforzó en retirar la edición del mismo, donde afirmaba que Venus estaba habitado por una raza muy avanzada. Se dice que en una cena previa a la publicación de 'El tercer ojo' con uno de sus editores comió pescado y dijo que no le gustaba el arroz, costumbres culinarias ciertamente extrañas para un lama.
Algunos, sin embargo, se lo tomaron muy en serio: El Instituto Qumram de Jerusalem publicó en 1984 (Altalena Editores, Madrid) un panfleto contra la invasión de sectas y doctrinas orientales titulado 'Los ocultos caminos de Amalec' y destinado a revelar un plan secreto para hundir la civilización judeo-cristiana. En él citan varios párrafos de sus libros para demostrar que Lobsang Rampa era un enviado especial de los tibetanos, una especie de agente secreto, y enemigo declarado de los judíos.
Sus editores nunca mostraron públicamente el diploma de Lobsang de licenciado en medicina por la universidad de Chungking -una de las pocas pruebas a su favor disponibles, en caso de existir-, y su viuda -caso de ser una identidad real- es ilocalizable. Ellos podrían confirmar si es verdad que antes de morir reconoció que sus libros y su identidad tibetana no eran más que ficción.
En fín, todo un personaje este Lobsang Rampa/Cyril Henry Hoskins, al que las tempranas denuncias sobre su identidad no impidieron una exitosa carrera literaria a lo largo de 25 años y 20 títulos muy vendidos. Un personaje cuya memoria se eclipsó casi totalmente a su muerte, y que en los veinticinco años largos transcurridos desde su fallecimiento no ha merecido ninguna biografía, ningún nuevo estudio. Parece como si defensores y detractores sólo coincidieran en algo: en correr un tupido velo sobre el hombre que introdujo el budismo tibetano en Occidente. 'No pienso que fuera cien por cien auténtico, resume Philip Porter, pero no hay duda de que fue alguien extraordinario'.

Relato: Recuperé la confianza en mí mismo

Eres malo para hacer la guerra, dijo mi mujer. Fue una de las últimas frases que salieron de sus labios. A partir de ahí nos distanciamos y nos separamos. Yo era una persona con una fuerte personalidad, pero esa frase me marcó. Estuve muchos años buscando alguna situación que me permitiera corroborar o desmentir el mensaje, pero pasaba el tiempo y la obsesión no decrecía. ¿Me lo habría dicho sinceramente o sólo para herir mi vanidad masculina?Si era malo para la guerra, lo iba a saber en unos minutos. Miraba el teléfono con aprensión, con ansiedad; y por fin, sonó.

-Dígame.

-Señor Churchill, el desembarco en Normandía ha sido un éxito.

Relato: Aparición

Después de una ajetreada y ociosa mañana recorriendo las callejuelas aledañas de Al-Khalili, las de los oficios, y tras un infernal trayecto en taxi a través de las viejas y contaminadas calles de El Cairo, John Turner yacía recostado en el sofá. Con un libro en las manos, un café espeso y humeante y un pitillo consumido en el cenicero, contemplaba una de las visiones que más le relajaban: las pirámides de Giza. Siempre que podía las contemplaba desde la cristalera de la sala de descanso del hotel Mena House.
Cuando apuraba el último trago de café antes de retirarse a su habitación a descansar, alguien le saludó. Era Manuel Cárdenas, un egiptólogo español a quien John había conocido cuatro años antes. Del tipo alto, rubio y atlético, apenas quedaba una sombra espectral.
- ¡Manolo, qué alegría! No sabía que anduvieras merodeando por el viejo Cairo.
- Hola John. Me alegro de verte. He venido a toda prisa, me alojo en el Marriot.
- Pero cuéntame, muchacho, te veo bastante desmejorado. ¿Qué es lo que te pasa?
- Estoy muerto John. Hasta ahora no creía en maldiciones, pero desde hace unas horas no sé qué pensar. Tú sabes que me apasiona mi oficio, que vendería mi alma al diablo por un descubrimiento de los buenos...
- Tranquilízate, Manolo. Dime lo que te ha pasado.
- Es que no lo sé, John. Sólo recuerdo que un tipo me llevó una noche a la Gran Pirámide. Le había pagado bien, tenía algo muy importante para mí. Cuando nos disponíamos a entrar me puso una pistola en el pecho y me robó la segunda parte de la entrega. A partir de ahí todo es confuso. No hago más que ver visiones y he llegado a ver...¡mi propio entierro! El caso es que los acontecimientos ya no son lineales. Tengo que irme, John. Te llamo luego.
- Espera, ¡Manolo, muchacho, espera...!
Después de pagar el café, John Turner sintió un escalofrío cuando de camino al ascensor vio la portada del Egypt Today. En la parte inferior izquierda podía leerse:
"...el arqueólogo español ha sido repatriado hoy a España, después de haberse realizado la autopsia en el As Salam International Hospital. Manuel Cárdenas, agregado cultural de la embajada española, fue encontrado hace dos días en las inmediaciones de la Gran Pirámide con un tiro en el tórax que le causó la muerte..."

Relato: La sala de espera

La casa estaba llena de puertas y yo entré por la más pequeña. Estaba atemorizada, la habitación era un hervidero de personas que iban de allá para acá. Charlaban, reían, gritaban, lloraban e incluso algunas daban saltos de alegría en presencia de otras que sollozaban amargamente. Lo que más me llamó la atención fueron los atuendos. La gente vestía ropas de todas las épocas, aquello parecía un baile de disfraces.Me sorprendió gratamente escuchar una voz tremendamente familiar:
-No es una fiesta, mi niña. Nos preparamos para la siguiente estación.Me relajé al escuchar la voz de mi madre, muerta en accidente de tráfico unos días antes.

Relato: Interrupción

Ocurrió rápidamente. Los enfermeros avanzaban veloces por los fríos pasillos de urgencias. Yo estaba aturdido contemplando estupefacto cómo sacaban a aquel hombre de la ambulancia. En un abrir y cerrar de ojos estaba entubado y conectado a un complejo sistema de máquinas y en la pantalla del osciloscopio aparecía una línea recta horizontal. Todos gritaban mientras la doctora le aplicaba los electrodos en el pecho. De repente, la línea horizontal se transformó en finos impulsos que indicaban que el corazón del paciente volvía a latir. El bullicio se fue transformando en tensa calma y por fin, todos abandonaron la sala. Habían salvado la vida a aquel hombre y ahora descansaba tranquilo y fuertemente sedado. Sentí pena por él. Imaginé que tendría esposa e hijos y que su vida se había truncado momentáneamente. Me acerqué y le observé más de cerca. Tenía el cabello oscuro y aparentaba unos cuarenta años. Su rostro me resultaba extrañamente familiar, pero no podía adivinar el motivo.
De pronto volví a escuchar una mezcla de ruidos y voces y al instante, estábamos en el ascensor. Al parecer estaban trasladando al enfermo a planta y empecé a inquietarme ya que nadie parecía reparar en mí. Empezaba a no saber cuál era mi papel en aquel ascensor del hospital. Hasta ahora me estaba limitando a seguir los acontecimientos.
Ya en la habitación, colocaron la cama con suma delicadeza en su sitio. Y allí seguía yo, con aquel hombre que me resultaba tan familiar. Yo le había visto en algún sitio, pero no lograba recordar dónde. El caso es que no podía separarme de él. Me acomodé en el sillón y reflexioné sobre la fragilidad de la vida y sobre la levedad del ser humano y de sus acontecimientos. Debí quedarme dormido enfrascado en mis pensamientos.
Algo me despertó y empecé a creer que estaba soñando, porque flotaba y contemplaba la extravagante escena desde el techo. Mi mujer estaba inclinada ante la cama y lloraba amargamente mientras ponía su mano en el regazo de aquel hombre. Ahora lo veía claro, lo comprendía todo. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Las lágrimas de mi esposa corrían ahora por mi mejilla. Ya no contemplaba la escena desde lo alto de la habitación, estaba en la cama, entubado y sin poder moverme.
¿Adivinan quién era ese hombre?

Relato: Atrapado en una idea

Aparté el periódico, pero luego volví a tomarlo y lo ojeé para leer algo más que no había percibido en una primera lectura. Incrédulo ante lo que estaba contemplando, encendí un cigarrillo y bebí un generoso trago del café que me acababan de servir. Empecé a temblar descontroladamente y no era para menos: la fotografía ocupaba la parte central de la página y en ella se podía contemplar mi cadáver tirado en la acera. Los brazos, las piernas y el cuello estaban retorcidos en formas inverosímiles.
Tiré el periódico contra la mesa y cuando intenté tomar un segundo sorbo de café, la taza había desaparecido. Ante mí fueron desapareciendo todos los elementos de la escena y al final quedamos la negrura y yo. Poco a poco se fue volatilizando lo único que me quedaba, mi consciencia. Cuando se convirtió en un diminuto punto luminoso, me aferré con uñas y dientes a la idea de ir aumentando de grosor esa mota brillante que, con mucha paciencia y esfuerzo, logré agrandar. En un momento inesperado explotó y todo se tornó en un estallido mudo que me devolvió a la realidad.
Entonces lo recordé. Alguien me había empujado desde la terraza de la habitación de mi hotel. Y mientras caía a una velocidad vertiginosa, deseé con fuerza que aquello no hubiera ocurrido.
Cuando lo hice, mi percepción se había vuelto a transformar como siempre lo hacía, de forma recurrente. Aparté el periódico, pero luego volví a tomarlo y lo ojeé para leer algo más que no había percibido en una primera lectura.

Relato: Heroísmo y mezquindad

Mi educación y mi vida estaban marcadas por la comodidad y el conformismo de la clase media alta conservadora. Por eso, cuando aquella mañana de enero llamaron del hospital para decirme que habían ingresado a mi padre en estado bastante grave debido a un infarto de miocardio, sentí pánico y una pena tremenda. Pero también me sentí contrariada porque aquello iba a desbaratar la inercia de mi dinámica diaria, que, por otra parte, era bastante insulsa e insatisfactoria. Aquello fue el detonante. De golpe, fui consciente de toda mi mezquindad y de todo mi egoísmo.
Así que dejé todos mis malditos defectos en la habitación y corrí al hospital como una exhalación. Permanecí al lado de mi padre durante todo el proceso de convalecencia. Y en cuanto pude, cogí un tren hacia ninguna parte. Permanecí en una ciudad desconocida durante un mes aproximadamente. Y me di cuenta de que los defectos no se pueden guardar en el armario como si fueran trajes de noche.
Volví a exhibir mi mezquindad en varias ocasiones en aquella ciudad, con personas muy diferentes a las de mi entorno. Torturé sobre todo a la chica que me hacía la habitación todos los días, no dejé pasar ninguna de las oportunidades que hubo para reprocharle aspectos de su trabajo.
Una noche, subí a la azotea del hotel con la intención de saltar al vacío y acabar con mi desdichada vida. Elegí un lugar y cuando iba a saltar el muro, vi a la limpiadora sentada en la cornisa con intenciones suicidas. Cuando hizo ademán de ir a saltar la agarré por las axilas y como yo era más fuerte, logré salvarla. Pasados unos minutos, me dio la gracias y a mí se me quitaron las ganas de suicidarme.
Unos días después llegué a casa. Cuando me aproximaba al portal me crucé con una chica que me miró.-No hay personas buenas y personas malas -me dijo-. La bondad y la maldad conviven en los mismos seres humanos.
Después se marchó y se perdió entre los transeúntes. La chica llevaba un buen abrigo de piel y parecía una persona de mi misma condición social. Pero yo la reconocí como lo que era, la limpiadora del hotel de la ciudad desconocida.