Un torero es como un escritor. Cuando se planta delante de un toro, entra en otra dimensión distinta de la realidad ordinaria y actúa, lejos, muy lejos de los cánones de la realidad ordinaria. Y crea, crea una faena que, dependiendo de los casos, destila Arte que el público reconoce. Es como el proceso de creación de una poesía. El escritor frente al teclado del ordenador y el torero frente al toro, son lo mismo. El torero se juega la vida siempre, el escritor a veces, dependiendo de lo que diga, véanse Saviano y Rusdie. Ahora bien, genios hay pocos, no abundan. Todos los toreros son héroes, pero sólo uno o dos rayan la genialidad, ocurre igual con los escritores.
Por eso, la medalla de Bellas Artes concedida a Francisco Rivera Ordóñez, es un desatino. Fran Rivera no cumple las pautas de un torero tradicional: es un niño rico, un niño bonito, modelo, educado y pijo. Aunque esto es lo de menos, ser torero no tiene que ser como antaño, patrimonio de hombres pobres y analfabetos. Lo de más es que simplemente es un torero, que no es poco, un torero que no llega a ser genio. Arte, lo justo, vergüenza, poca, y miedo, un tanto. Si ni siquiera va a la Feria de San Isidro porque sabe que le van a silbar.
Si digo José Tomás, el aficionado se estremecerá. Éste sí que, además de ser héroe, como Fran Rivera, es un genio, un monstruo, un rapsoda del toreo, un poeta de la feria, un mito viviente. Por eso, cuando hace unos años le concedieron la misma medalla que éste le han dado a Fran, a nadie se le ocurrió decir nada. Y él la aceptó, creyendo que esa medalla se la daban a unos pocos elegidos en cualquiera de las facetas artísticas. Pero claro, al concedérsela este año a Fran, el rebote de Tomás debe haber sido mayúsculo al considerar que el niño pijo no es merecedor de tal galardón. Demasiado bien sabe Tomás la forma de entender el toreo de su compañero. Y dicen que ha devuelto su medalla, hecho aún por confirmar. Se podía haber callado, sí, pero Tomás es pasión, no es de los que callan. Y le da igual el que le acusen de falta de compañerismo y de prepotente. No puede soportar que el galardón haya recaído este año sobre quien entiende el toreo de una manera tan distinta a la suya.
Tomás es un genio, Fran, bueno, Fran es un currante de los ruedos que está ahí por lo que está. Héroe, por torero, que no villano. Tomás es un poeta, un genio, que se ha tenido que hacer un sitio a base de buscarse la vida. Por eso, es comprensible su rebote. Por eso, la medalla a Fran Rivera es un auténtico desatino.
Por eso, la medalla de Bellas Artes concedida a Francisco Rivera Ordóñez, es un desatino. Fran Rivera no cumple las pautas de un torero tradicional: es un niño rico, un niño bonito, modelo, educado y pijo. Aunque esto es lo de menos, ser torero no tiene que ser como antaño, patrimonio de hombres pobres y analfabetos. Lo de más es que simplemente es un torero, que no es poco, un torero que no llega a ser genio. Arte, lo justo, vergüenza, poca, y miedo, un tanto. Si ni siquiera va a la Feria de San Isidro porque sabe que le van a silbar.
Si digo José Tomás, el aficionado se estremecerá. Éste sí que, además de ser héroe, como Fran Rivera, es un genio, un monstruo, un rapsoda del toreo, un poeta de la feria, un mito viviente. Por eso, cuando hace unos años le concedieron la misma medalla que éste le han dado a Fran, a nadie se le ocurrió decir nada. Y él la aceptó, creyendo que esa medalla se la daban a unos pocos elegidos en cualquiera de las facetas artísticas. Pero claro, al concedérsela este año a Fran, el rebote de Tomás debe haber sido mayúsculo al considerar que el niño pijo no es merecedor de tal galardón. Demasiado bien sabe Tomás la forma de entender el toreo de su compañero. Y dicen que ha devuelto su medalla, hecho aún por confirmar. Se podía haber callado, sí, pero Tomás es pasión, no es de los que callan. Y le da igual el que le acusen de falta de compañerismo y de prepotente. No puede soportar que el galardón haya recaído este año sobre quien entiende el toreo de una manera tan distinta a la suya.
Tomás es un genio, Fran, bueno, Fran es un currante de los ruedos que está ahí por lo que está. Héroe, por torero, que no villano. Tomás es un poeta, un genio, que se ha tenido que hacer un sitio a base de buscarse la vida. Por eso, es comprensible su rebote. Por eso, la medalla a Fran Rivera es un auténtico desatino.
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