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Al otro lado

Al otro lado
"Al otro lado", de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-15352-66-2.
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Presentaciones:

Sábado, 27 de abril a las 12 h. en la Feria del libro de Granada, en el Centro de Exposiciones de CajaGRANADA Puerta Real. Me acompañará en la presentación el compañero de Granada Jesús Lens. Y a las 13 horas firma de ejemplares en la Caseta de Firmas.

Sábado, 20 de abril, de 11 a 13 h. y de 17 a 20 h. en la Feria del Libro de Fuente el saz de Jarama.

Sábado, 26 de enero a las 20 h. en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan. Me acompañará en la presentación el compañero de Ciudad Real José Ramón Gómez Cabezas, autor de "Réquiem por la bailarina de una caja de música", de la Editorial Ledoria.

Martes, 23 de octubre a las 19.30 h. en la librería Estudio en Escarlata (Guzmán el Bueno 46, Madrid). Si no puedes acudir y queréis un ejemplar firmado, ponte en contacto con ellos y pídeselo (91 543 0534). Te lo enviarán por correo.

Miércoles, 24 de octubre a las 18 h. en Getafe Negro (Carpa de la Feria del Libro). A las 20 h. participaré en una mesa redonda con otros compañeros de la Editorial Ledoria titulada "En los arrabales de la Novela Negra.

jueves, 19 de abril de 2012

“La tribu maldita”, de Víctor Fernández Correas

Cuando Víctor Fernández Correas me dijo que iba a publicar nueva novela, me alegré, pues siempre es motivo de celebración la publicación de una nueva obra de un buen escritor, y más si se trata de un amigo. Cuando me dijo la temática de la misma, me sorprendió y me asustó a partes iguales, ya que el argumento trata de la historia de una tribu del Pleistoceno y desde luego no es nada fácil ponerte a fabular sobre un entorno que no conoces. Pero ser novelista es un oficio, y Víctor conoce todas sus claves. Me lo imagino leyéndose sesudos ensayos y hablando con unos y con otros para tratar de dar forma a una historia entrañable de vida y de muerte, del hombre en los albores de la civilización luchando cada día por sobrevivir.

“La tribu maldita” (Temas de hoy, 2012) comienza describiéndonos la cotidianeidad de los días de una tribu perteneciente a la especie “Homo heidelbergensis”, raza que se sitúa entre el “Homo antecessor” y el hombre de Neanderthal; la tribu de Anar, un anciano que atesora la suficiente sabiduría como para mantener la esperanza de supervivencia de su clan. Una especie que no conocía el fuego y que, por tanto, comían la carne cortada con lajas a dentelladas, y que se entendía con gruñidos y con vocablos monosilábicos muy básicos.

El grupo estaba debidamente estructurado en cazadores y recolectoras, básicamente. Cada cual sabía muy bien el papel que debía jugar. Así, Kamu, el jefe de los cazadores, ejercía también de jefe de la tribu y tomaba decisiones ayudado por los sabios consejos de Anar. Víctor nos va metiendo en la historia de forma magistral. Primero narrándonos los cotidianos días de la tribu, sometida en todo momento a las inclemencias del tiempo, a las catástrofes naturales y al peligro de las bestias que por aquel entonces no eran pocas (osos, lobos, leones, rinocerontes, etc.). Precisamente por una catástrofe natural, la tribu de Anar, de Kamu, de Numu, del perverso Naaj y de la deseada Kanai, que se integra en la tribu más tarde para adquirir el rol de personaje protagonista, se ve obligada a emigrar en busca de nuevas tierras. Esto les deparará nuevas aventuras, entre ellas el contacto con otras tribus, no siempre pacífico.

A pesar de que la especie tenía instintos y sentimientos primitivos, Víctor nos muestra a través de diversos sucesos que ya existían emociones como el amor, el afecto, el odio y los celos. En cualquier novela, los diálogos suelen formar parte de la trama y se intercalan en mayor o menor medida entre los párrafos del narrador. Desahogan al autor en el proceso de creación y contribuyen a que la lectura sea más dinámica para el lector. El problema aquí es que los homínidos no hablaban y, por tanto, no podían mantener conversaciones más allá de gruñidos o palabras cortas, como ya he dicho. El mérito del autor en este caso es hacer la novela muy amena prescindiendo obligatoriamente de los diálogos. Y sin embargo, según iba yo avanzando en la novela, tenía en mi mente a todos los personajes perfectamente caracterizados, como si el autor lo hubiese hecho a través de unos diálogos invisibles, en fin, algo tan raro como mágico.

Con esta novela, no solo se lee una historia, sino que uno se ve reflexionando cuando para de leer sobre el milagro de que hoy estemos aquí, concluyendo que detrás de la existencia de cada hombre actual hay toda una concatenación de experiencias de cada uno de sus antepasados, historias de lucha por la supervivencia y avatares debidos también al mero azar. Hoy en día, un problema cotidiano se soluciona y en paz. Pero en aquellos tiempos, un hombre podía morir porque se le caía un diente y la infección acababa con él.

Nos encontramos, por tanto, ante una novela histórica, terreno en el que Víctor se mueve como pez en el agua. Ya su primera novela, “La conspiración de Yuste” (La esfera de los libros, 2008), lo era. Pero también es una novela épica por las luchas con otras especies animales y contra otros clanes rivales. Los libreros la catalogarán de histórica para situarla en los anaqueles de las estanterías que albergan este género, pero si la leéis detenidamente, podréis encontrar retazos de novela romántica e incluso de novela negra, así como de novela ecologista, si es que existe este género, dado que estos hombres respetaban y temían a la madre naturaleza.

Para terminar, decir que a Víctor Fernández Correas le ha quedado una novela redonda. El tipo incluso ha tenido la osadía de inventarse un idioma de 37 vocablos cuya traducción nos muestra al final del libro. Y al final del libro, nos habla también en un pequeño ensayo de la sima de los huesos de Atapuerca, cuyos restos de fósiles de homínidos y de otros animales le han servido para entretejer esta historia. Desde luego, el mérito como escritor es digno de alabanza, así como su faceta de investigador, de la cual se da cuenta en el pequeño ensayo final. No me queda nada más que decir, salvo darte la enhorabuena, amigo, y que espero que vuelvas a publicar pronto, que independientemente del género, aquí tendrás siempre un fiel seguidor de tu forma de escribir.


Víctor Fernández Correas nació en Saint Denis (Francia) en 1974. Hijo de la emigración, aunque reside en Getafe (Madrid), se siente extremeño por los cuatro costados. Y, más en concreto, Verato.

Como periodista colabora con distintos medios y consultoras relacionados con las Tecnologías de la Información y el mundo de la pequeña y mediana empresa.

Como escritor comenzó su andadura en el mundo de las letras en el año 2000, fecha en la que obtuvo el Primer Premio de Relato Corto de Valverde de la Vera (Cáceres) en su modalidad local. Galardón que repitió al año siguiente, en 2001, con un relato titulado ‘Epílogo Imperial’. También resultó ganador del Primer Certamen de Relato Corto Princesa Jariza, de Jaraíz de la Vera (Cáceres) en 2001. Siete años después, muy ampliado y desarrollado, ‘Epílogo Imperial’ se convirtió en su primera novela: La conspiración de Yuste, en la que narra los últimos meses de vida del emperador Carlos V.

Tiene por delante varios proyectos literarios que pretende desarrollar en los próximos años. Y sigue aspirando a escribir y a divertirse haciéndolo.

martes, 10 de abril de 2012

Nuestra Señora de la Luna, de José Luis Correa

Cierto día, mi amiga, la profesora y poetisa Raquel Zarazaga, me avisa de que José Luis Correa presenta en Madrid su novela “Nuestra señora de la Luna”, publicada por la editorial Alba. Como me fío del criterio de esta bilbaína afincada en Cádiz, apunto la fecha de esta presentación y me paso por el Espacio Canarias a conocer a este autor y su obra, cancelando otros compromisos. Al llegar allí, me entero de que este profesor canario se dedica desde hace tiempo al género negro y que esta es la quinta entrega de su detective Ricardo Blanco, cuyo ámbito de actuación es la isla de Las Palmas.

La presentación se la hizo el periodista, también canario, Juan Cruz. En la misma hubo bastante gente, que escuchó al autor describir, entre otras cosas, su forma de escribir, su manera de encarar una novela. Ciertamente, el escritor sabía de lo que hablaba cuando nos explicó sus sensaciones al escribir, definiéndose como un escritor de brújula, es decir, que sabe el final de sus novelas pero no la forma de llegar hasta él, dirigiéndose hasta el desenlace de forma intuitiva, sobre la marcha.

Me marché de allí con buenas sensaciones, con mi novela firmada y con una botella de vino canario Humbolt, que de todo se puede adquirir en el Espacio Canarias. La novela pasó a engrosar la lista de espera de mis lecturas, pero me llamaba desde el anaquel de la estantería en la que estaba alojada, así que me metí en la historia en cuanto pude.

La novela comienza con la aparición de un hombre en una carretera semidesnudo y ensangrentado, caminando en estado catatónico. Continúa con la desaparición repentina de un periodista. Estos hechos, aparentemente inconexos, conducirán al inspector Álvarez y al detective Ricardo Blanco, contratado por la madre del periodista, a trabajar juntos para desentrañar una trama de venta de obras de Arte “descuidadas” por elementos del clero.

El libro se lee del tirón, ya que José Luis tiene un estilo ágil y sencillo que provoca constantemente la curiosidad del lector. Va alternando capítulos en que nos muestra, por un lado, la investigación del detective Ricardo Blanco, narrando los hechos en primera persona en boca del propio detective; y por otro, emplea la técnica del narrador omnisciente para contarnos las investigaciones del inspector Álvarez. Esta combinación de las dos formas narrativas enriquece sustancialmente la obra, ya que por un lado, ofrece al lector las vivencias del detective en primera persona, acercándonos a su universo interior lleno de cinismo al más puro estilo Chandler, pero con la originalidad de hacer convivir al lector con un Marlowe canario. Sin duda la primera persona es la mejor forma de transmitir los sentimientos y el estado de ánimo del protagonista narrador, aunque bien es cierto que no aporta más información que la que existe alrededor del que narra. José Luis soluciona esta carencia ofreciéndonos capítulos narrados con la técnica del narrador omnisciente en los que nos ofrece más datos de la investigación en la persona del inspector Álvarez y sus ayudantes, que se convierte de esta forma en coprotagonista junto a Ricardo Blanco, y buena pareja que hacen ambos.

El mezclar estos dos estilos de narración se aleja de los férreos esquemas que utilizan una técnica u otra, preponderantes hasta ahora, y rompe definitivamente clichés establecidos que muy pocos autores se atreven a romper. En “Nuestra señora de la luna” el resultado es espectacular.

He de agradecer a mi amiga Raquel, por tanto, el haber descubierto a un autor veterano, aunque bastante desconocido, y el placer de haber situado a Canarias como escenario de una novela negra. Así que, a partir de ahora, estaré atento a lo que hace José Luis Correa. Y con tiempo, a ver si puedo ir leyendo sus anteriores novelas.

José Luis Correa (Las Palmas, 1962) es profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Tras una breve etapa como autor de relatos cortos, en la que obtiene algunos premios como el Julio Cortázar (La Laguna, 1998) o el Campus (Las Palmas de G.C., 1999) se ha instalado definitivamente en la novela con títulos como Me mataron tan mal (Premio Benito Pérez Armas, 2000) y Échale un ojo a Carla (Premio Vargas Llosa, 2002). Con Quince días de noviembre (Alba, 2003) inicia la serie que tiene como protagonista a Ricardo Blanco, que continuará en Muerte en abril (Alba, 2004), Muerte de un violinista (Alba, 2006) y Un rastro de sirena (Alba, 2010).

martes, 3 de abril de 2012

Un buen lugar para reposar, de Luis Gutiérrez Maluenda

Lo he dicho muchas veces. Mientras que hay autores o novelas que llegan a nosotros a través de una crítica o un cartel publicitario, otros lo hacen por pura casualidad. Es así como conocí a Luis Gutiérrez Maluenda. Soy asiduo a las sesiones de los Sábados Negros, en la libreríaTraficantes de Sueños de Madrid. Aquel día ya lejano, vi que el autor invitado era Luis. Los organizadores, especialmente en aquella ocasión, prepararon un evento entrañable que giraba en torno al jazz, dado el gusto de este autor por el género musical, y además, muy acertadamente, invitaron a conferenciar a Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, conductor durante tantos y tantos años del mítico programa “Jazz entre amigos”. La velada fue magistral, con las cientos de anécdotas de “Cifu” sobre un género que no es para el gran público. Siempre recuerdo esa tarde con cariño, sobre todo cuando acudo a “La Fídula”, en Huertas, a ver jazz en directo, como el pasado sábado.

Después de la charla de “Cifu”, Manolo, que siempre actúa como moderador en los Sábados Negros, dio la palabra a Maluenda, un tipo delgado, enjuto y de pelo plateado. Su discurso fue tan convincente que compré las dos novelas que estaban a la venta en Traficantes de Sueños, cosa que nunca suelo hacer, ya que primero se compra una para ver si te gusta. La anécdota fue que me llevé ambas firmadas por el autor y por “Cifu”.

La primera que leí fue “Los muertos no tienen amigos”, tercera de una serie que empezó con “Putas diamantes y cante jondo” y “Una anciana obesa y tranquila”. Lo único que puedo decir es que flipé como un contable en un concierto de Iggy Pop. Me pareció maravilloso el universo del detective Basilio Céspedes, alias “el Humphrey”. Desestimando otras lecturas que tenía en lista de espera, me sumergí rápidamente en “Mala hostia” para conocer a “Atila”, su otro detective, cuyo despacho es una mesa al fondo de un locutorio regentado por una argentina con la que Atila comparte también escarceos sexuales. Flipé, esta vez como un esquimal en un Eroski.

A partir de aquí, recorrí las librerías para hacerme con toda la bibliografía del autor. Incluso cuando compré el kindle, lo primero que hice fue descargarme sus novelas que solo están publicadas en formato e-book. No fue fácil adquirir los ejemplares, ya que hasta ahora, Maluenda no ha publicado con grupos editoriales fuertes, y ellos que se lo pierden.

La última novela de Luis es “Un buen lugar para reposar”, segunda de la serie de Atila que empezó con “Mala hostia”, ambas publicadas con la editorial “Al revés”. En ella, el autor nos vuelve a deleitar con esos paisajes de barrios marginales poblados por delincuentes, yonkis, putas, proxenetas y estafadores de medio pelo. El escenario, como en todas las novelas, es Barcelona. Atila sigue atendiendo a sus clientes en la mesa del locutorio de Lena, con esa foto de una mujer y un niño comprada en un bazar sobre su mesa “para dar ambiente al negocio”. En este caso, el detective investiga el caso de unos asesinatos de mujeres cuyo nexo común es haber contactado con su cliente por una web de contactos. También ayuda a una anciana a la que una inmobiliaria sin escrúpulos extorsiona a través de unos manguis para echarla de su piso y construir un inmueble nuevo. A Atila sigue sin gustarle el mundo y su trabajo no le ayuda. Así que su mejor amiga sigue siendo la botella de Vat 69, siempre agenciada a buen precio en el pakistaní de la esquina.

El estilo de Maluenda es conciso y certero. Sus personajes son herederos de la tradición chandleriana y hammettiana, pero la gracia es haberla trasladado a un tiempo actual y a un escenario conocido para los lectores españoles. Pero además, si adoro a Chandler y a Hammett, es porque fueron pioneros, aunque bien es cierto que ellos no cuidaban en exceso las historias porque les importaban más los paisajes. Y como a mí me gustan las historias, puedo decir sin ningún complejo que a mí me gusta más Maluenda. En sus narraciones utiliza la primera persona que, a pesar de perder hechos y acontecimientos externos al protagonista narrador, agudiza el sentimiento y el estado de ánimo del personaje, ideal para una novela negra, género que demuestra una vez más que es el propicio para hacer crítica social. En el caso de “Un buen lugar para reposar”, como ya he dicho, Maluenda arremete contra las inmobiliarias de corte mafioso y contra las webs de contactos tipo red social y aparte nos enseña los entresijos de los barrios marginales, con sus virtudes y sus miserias.

Los personajes están bien caracterizados. Un ejemplo de ello es el propio Atila, un detective nada convencional que, como en esta novela, no duda en poner en juego su propia vida para resolver un caso. También tenemos a Lena, dueña del locutorio que alberga su despacho y a las adoradoras del Ballenato, un curioso grupo de mujeres dadas al cotilleo y a los chismes. Carrito es un camarero que trabaja en un bar frecuentado por Atila. Es colombiano y vive medio escondido por ser antiguo miembro de las FARC. Va a lo suyo, pero no duda en ayudar a Atila cuando la vida de este ha corrido peligro en cada una de las novelas de la serie. Otro de los personajes fijos es Valentina, dueña del bar donde trabaja Carrito y enamorada perdidamente de Atila, para sorpresa de este.

Como curiosidad, destacar que Maluenda hace un guiño en uno de los capítulos a una de sus novelas. Y mete de personaje a una persona real como es Jordi Canal, director de la Biblioteca La Bòbila de Hospitalet, especializada en género negro. Para terminar, diré que como lector, sus novelas han sido todo un descubrimiento. Y como escritor, creo que me ha influenciado positivamente. Tanto, que cuando sea mayor, quiero escribir como Maluenda.

El autor: Después de dedicarse buena parte de su vida a ejercer de ejecutivo informático, decide abandonar para escribir novelas de género negro. Su primera novela, Putas, Diamantes y Cante Jondo, fue finalista del premio Mejor Primera Novela de 2005 otorgado por la Asociación de Novela Negra y Policíaca Brigada 21. Otras de sus novelas son 806 Solo para adultos, finalista del premio Yoescribo.com, Música para los muertos (2007) y Una Anciana Obesa Tranquila (2009). Ha publicado también ensayos y cuentos en diferentes medios culturales, como las revistas El coloquio de los perros y Prótesis o el fanzine LH’ Confidential; su cuento «Harlem» figura en la antología La Lista Negra que reúne a los nuevos valores de la novela policíaca española. Asimismo, su conferencia sobre la importancia del jazz y el blues en la novela negra, se incluye en el libro Geografías en Negro. Complementa su tiempo asistiendo como invitado a conferencias y mesas redondas en torno a su tema preferido, novela negra, jazz y blues.

(Biografía obtenida de Al revés editorial)

Novelas:

Un buen lugar para reposar, 2012

Un caniche blanco muerto, 2012

Los muertos no tienen amigos, 2011

Mala hostia, 2011

El árbol bajo el que siempre llueve, 2011

Un origen salvaje, 2011

Una anciana obesa y tranquila, 2009

Música para los muertos, 2007

Putas, diamantes y cante jondo, 2005