¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
no estés afligida ni angustiada,
que aquí estoy para que me sigas,
para enseñarte dónde viven las hadas,
y para susurrarte al oído,
historias encadenadas
de preciosos y lejanos lugares,
habitados por sentimientos alegres
y por sonrisas veladas.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
serena tu alma junto a mis versos,
déjate llevar y sonríe,
ponme serenos y bonitos gestos.
Que la vida se extingue,
que la vida se acorta,
y somos palomas errantes
que mil avatares soportan,
pero no estés triste, niña.
Vente conmigo al dulce prado,
adonde la melancolía no existe,
adonde todo es alegría y color,
al lugar en el que el amor enviste,
donde no existe el desamor,
y los caminos son dulces,
y las rosas no tienen espinas,
sólo suave olor y sabor,
sabor a tus ojos, niña.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
vence al miedo que habita en tu corazón,
baila al compás de mi música
y expulsa de ti el resquemor.
Déjame subirte al cielo,
cuidarte y darte calor,
abrazarte tiernamente
y quererte con corazón.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
descansa, suelta tensión,
amárrate a mis anhelos
y canta esa bella canción,
la que te enseñé en la orilla
de la playa de mi espíritu,
la que te susurré al oído
para que no vuelvas a estar triste.
no estés afligida ni angustiada,
que aquí estoy para que me sigas,
para enseñarte dónde viven las hadas,
y para susurrarte al oído,
historias encadenadas
de preciosos y lejanos lugares,
habitados por sentimientos alegres
y por sonrisas veladas.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
serena tu alma junto a mis versos,
déjate llevar y sonríe,
ponme serenos y bonitos gestos.
Que la vida se extingue,
que la vida se acorta,
y somos palomas errantes
que mil avatares soportan,
pero no estés triste, niña.
Vente conmigo al dulce prado,
adonde la melancolía no existe,
adonde todo es alegría y color,
al lugar en el que el amor enviste,
donde no existe el desamor,
y los caminos son dulces,
y las rosas no tienen espinas,
sólo suave olor y sabor,
sabor a tus ojos, niña.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
vence al miedo que habita en tu corazón,
baila al compás de mi música
y expulsa de ti el resquemor.
Déjame subirte al cielo,
cuidarte y darte calor,
abrazarte tiernamente
y quererte con corazón.
¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
descansa, suelta tensión,
amárrate a mis anhelos
y canta esa bella canción,
la que te enseñé en la orilla
de la playa de mi espíritu,
la que te susurré al oído
para que no vuelvas a estar triste.
2 comentarios:
8 DE LA MAÑANA.
7 DE LA MAÑANA SUENA EL DESPERTADOR
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