Sueños malditos que me atormentáis,
lo mismo despierta que dormida,
ya no pienso, ya no recuerdo,
pero siento la opresión,
es algo físico,
no puedo evitarlo,
trizas del amor,
que como finos cristales
me pinchan,
me hacen daño,
y tengo que marchar,
tengo que salir,
tengo que huir,
hacia ninguna parte,
hacia todas partes,
te necesito,
sé que estás,
y te busco y te encuentro,
me das la paz,
y tengo ganas de llorar,
y de reír,
y de llorar.
Angustia que me atrapa,
que me atenaza,
que me persigue,
que me asalta,
y estoy cansada de luchar,
y de revivir lo pasado,
y de encontrar lo mismo,
quiero parar,
pero no puedo,
y te veo,
y te quiero,
pero no puedo,
y te busco,
te encuentro,
me das vida,
me la quitas,
¿qué voy a hacer contigo?
Hija del agobio,
y del dolor,
de la pasión,
de tu risa,
de tu voz.
El día es precioso,
capto sus aromas,
sus colores,
su brisa,
me has buscado,
te he encontrado,
pero estoy llorando.
Seco mis lágrimas
y dibujo una sonrisa,
de circunstancias,
de teatro,
no pueden verme,
tú sí puedes verme,
porque me comprendes,
porque me quieres,
no quiero que sufras,
pero ante ti puedo desnudarme,
porque me entiendes,
porque me quieres,
y te quiero,
y sufro,
y muero,
y no quiero dañarte,
pero te veo tan sólido,
tan fuerte...
Hija del agobio,
sufrimiento, ¿eterno?
No quiero,
parar no puedo,
me oprime el pecho,
y lloro,¡lloro!
¡Llanto maldito de tedio!
Lágrimas empedernidas,
que secan mi alma,
escupidas desde las cuencas de mis ojos,
con rabia,
con odio,
con pena pervertida,
lágrimas de fina arena,
ansias encadenadas,
esperando ser exorcizadas,
conjuradas y asesinadas,
por un brujo certero.
¡Ayúdame! Tú que eres
el mago de cuentos.
Conjura a esta hija del agobio,
que muere cada día un poco,
que ama cada día,
a retazos, a navajazos,
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