Cuánto te quise, cuánto te ame,
cómo te esperaba cada tarde,
cómo deseaba verte salir de la orilla del mar,
con tu pelo mojado, con tu pecho inflamado,
cómo me hacías sentir cuando me mirabas,
cuánto te quería, cuánto te amaba,
cuánto confiaba en ti,
me tenías hechizada,
y me volcaba,
y te esperaba,
y te deseaba,
y ese niño que me diste,
que te amaba,
que me amaba,
tardes de felicidad,
encanto frustrado,
preámbulo de muerte,
muerte en vida,
vida muerta,
palabras de cristal que se rompían,
nada más ser pronunciadas.
Estaba entregada,
no existía nada más,
me aislaste para tenerme,
entera, a tu disposición,
y cuando marchaste
me quedé rota,
herida, hundida, enferma,
como una muñeca de trapo,
con el corazón hecho trizas,
sin nadie a quien recurrir,
porque a ti estaba tan apegada
que desterré todo lo demás.
Muerte en vida,
vida muerta,
deseo marchito,
lágrimas manando,
día y noche,
dolor incontenido,
muerta y dormida,
sin solución posible,
palabras de cristal hechas añicos.
Ya no te siento,
ya no te quiero,
te recuerdo y no quiero,
te veo y no quiero.
Recuperé la vida,
recuperé el afecto,
ahora me arropan,
ahora me quieren,
ahora me dan el amor que tú me robaste,
me colman y no quiero,
y sí quiero,
y no puedo,
y sí puedo,
pero no debo,
y sí debo,
me confunden,
me resisto,
y me rindo,
y no me rindo,
acoso y derribo de amor sincero,
me vence,
y no quiero,
y sí quiero,
ya no se rompen las palabras,
ya no son de cristal,
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