Hoy toca estar triste,
y aunque me resisto,
la sensación me invade,
no me entrego,
pero me coge,
me da pena,
pero de nada vale,
te equivocaste
y vuelves a equivocarte.
Te quise,
como no he querido a nadie,
creí demostrártelo,
pero no fue suficiente,
exigías y exigías,
¿qué ofrecías a cambio?
Reproches y más reproches.
Hoy toca estar triste,
ni entendí nada
ni entiendo nada.
Habría seguido contigo hasta siempre,
pero hacías que me desenamorara,
con tus palabras,
con tus acciones,
con tus traiciones,
con tu certero placaje,
con tus absurdas sospechas.
Me perdías, te perdía,
y no hicimos nada,
sólo gritarnos,
increparnos sin tregua.
Te quise más que a nadie,
pero confundiste amor con esclavitud,
amor con sometimiento.
Hoy toca estar triste,
melancólico, con pena,
porque te quise más que a nadie.
No creas que te he olvidado,
hay cosas que no se olvidan,
pero no podíamos seguir destrozándonos,
yo no pude más,
no soportaba tus amonestaciones,
ni que airearas nuestras intimidades,
y yo callado, como una tumba,
y ahogando mis penas,
y tus incomprensiones,
que, para ti,
eran mis incomprensiones,
hacia ti,
hacia tu forma de vida.
La tristeza ya está aquí,
pero no hay resentimiento,
ojalá que seas feliz,
todo lo feliz que yo intenté que fueras,
y que no conseguí,
porque no me dejaste,
o, quizá, porque no lo conseguí,
porque no supe,
quién sabe.
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