Llegué a Madrid a eso de las nueve de la noche, y al barrio veinte minutos después. Charla con mi hermano y con los colegas y, mientras, cena y cervecita. Como siempre, una de las cosas por las que me esperan es por echar un mus. Así que acabamos en el pub: mi hermano con el camarero y yo con el Chuti. Desgraciadamente la partida no se pudo acabar. El Chuti envida y el camarero, que era postre, dice que a él no le dice. Allá que va el Chuti y se saca los chinos. Y allá que va el camarero que dice que ellos no han cerrado, que tiene que hablar mi hermano. Y el Chuti que le dice que cierre la puta boca. Y que se monta, que el camarero recoge el tapete y la baraja. Miradas desafiantes, testosterona, y mi hermano que interviene y al final pone calma, en fin, Canillejas en estado puro.
Al día siguiente, me paso por la bodega del Suso a tomar el vermú y me encuentro con el Gabi y el Chopin. Me presentan al Ricky, al que yo no conocía; extraño, teniendo en cuenta que conozco a todo el mundo. Lo insólito es que, sin conocerme, empieza a narrarme un encuentro sexual suyo, de esos del hombre detrás y la mujer delante. Y me narra detalladamente el hecho de que cuando la saca se la encuentra llena de lentejas, eso sí, francesas, de las pequeñas, puntualiza. Y me lo cuenta así, de sopetón, he omitido los detalles menos agradables, en fin, Canillejas en estado puro. Luego me dijo que le habían robado las bolsas de la compra mientras echaba la primitiva.
Para fuerte lo del Chopin, que ahora vive en un pueblo de Guadalajara merced a sus habilidades profesionales con el pladur. Un pueblo, me dice preocupado, en el que la lata de cerveza va a 1,40. Así que no se le ocurre otra cosa que pedir prestada una bici que llevaba sin rodar ocho años. Busca una bomba, le infla las ruedas, se provee de una mochila y se larga al pueblo de al lado en donde las latas van a 0,60. Vuelve con la mochila repleta, que se le rompe por el camino, y tras hora y media de excursión por pendientes de Tour de Francia, llega a casa al borde de la lipotimia, pero orgulloso de haber conseguido cerveza a precio de saldo.
Luego llega el Javi, que venía de ver a los AC/DC del Palacio de los Deportes, sin dormir, de empalme. Y entremedias, le había dado tiempo de llevar a su madre al neurólogo, nos cuenta. Y es que en mi barrio, hay un porcentaje de gente que es muy de neurólogo.
El día terminó en el local de ensayo de mi hermano, en donde versioneamos “Aromas”, de Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, de mil formas. Y la grabamos, y la pasé a emepetrés, y se lo envié a la Niña por mail, y esa Niña emocionada. Me alegro de que te gustara. Niña, nunca pierdas mi número de móvil.
2 comentarios:
killo, tu barrio debe ser de "pata negra"
Efectivamente, lo es.
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