
Las hojas revolotean en la noche creando una atmósfera del todo inhóspita. No obstante, no puedo resistirme a acercarme a mi banco del parque para comprobar que una vez más no hay estrellas. La luna está en cuarto menguante, como mis neuronas. Enciendo un cigarrillo entre los sonidos nocturnos. A mi lado, la soledad me recrimina que fume tanto, pero no logra molestarme. Debe ser porque fui yo quien la eligió a ella y no al contrario, aunque creo que se ha acostumbrado a mí, al fin y al cabo la molesto poco, por no decir nada. Reflexiono hasta llegar a ninguna parte y rememoro episodios pasados que no quiero repetir. Creo saber lo que hago, me engaño. En realidad no sé nada de la vida ni de mí mismo.
3 comentarios:
La lectura de estos relatos me resulta agradable y amena. Al tiempo, tengo la sensación de inmovilismo, de monotonía... Echo en falta alguna variación, alguna reflexión, o algún acontecimiento relevante. O tal vez nada de esto sea necesario porque precisamente es lo que pretenden transmitir los escritos: la rutina, las reflexiones infructuosas,la soledad del solitario y obstinado fumador en su banco, compañero iseparable cono lo son su soledad y sus cigarrillos.
Ese banco del parque es inspirador, Paco. Te hace pensar, reflexionas, recuerdas, te recriminas, y no estás solo, estás acompañado de la soledad.
Un abrazo!
Blanca
Tú lo has descrito perfectamente, Anónimo.
Gracias, Blanca.
Un abrazo.
Publicar un comentario