Últimamente, siempre que llego a Madrid caen chuzos de punta y hace frío. Pero, como no hay mal que por bien no venga, las condiciones climatológicas me hicieron entrar en el primer garito que encontré que tenía café. De haberlo planeado no me habría salido mejor: me encontré con un concierto de jazz de los que hacen época, en plan jam session, de los que los instrumentistas se van relevando y agregando. Los mendas eran virtuosos y la mayoría argentinos, para más señas. Piano, contrabajo y batería, aunque de vez en cuando se agregaba un trompeta y vocalistas femeninos y masculinos. Pude comprobar in situ lo difícil que es tocar la batería de jazz. Yo, en mi condición de músico, podía adelantar mentalmente las notas de todos, excepto los ritmos de la batería, ejecutados magistralmente por un nota de unos cincuentaytantos con un pedazo turbante y unas barbas del carajo. Geniales, ya digo. El garito: la Fídula, en la calle Huertas. Y los notas, luego he podido enterarme por Internet, Sebastian Chames, Nirankar khalsa y Hector Oliveira, entre otros.
A la mañana siguiente, me cogí el 28 y me planté en el Retiro. ¿Puede haber algo mejor para una mañana de sábado que dar una vuelta por la Feria del Libro? Difícilmente. Como curiosidad he de decir que me di de bruces con el señor Rajoy, que paseaba por allí como cualquier otro ciudadano. Qué placer ver tantos libros juntos agrupados en casetas temáticas, de editoriales o de librerías. Me llamó la atención una caseta dedicada a la Literatura Negra Escandinava en donde compré uno de bolsillo de Mankell: “El retorno del profesor de baile”. Los nórdicos se han convertido en los reyes del género negro, género al que pertenece también el español Domingo Villar, vigués polifacético afincado en Madrid. Así que me compré su novela “Ojos de agua” en la caseta de “Estudio en Escarlata”, primer caso de su personaje el inspector Leo Caldas, que de novela negra en España tampoco andamos mancos, afortunadamente. Tras un café y unas reflexiones, a casa.Y por la tarde, asistí a la entrega de premios del “Primer Certamen de Poesía Surrealista Plaza de Dalí”. Quedé finalista y mi poema, que tenéis publicado en este blog, estaba expuesto públicamente; me hizo mucha ilusión. Conocí a los ganadores y sus obras. También me enteré de que los organizadores del certamen quieren darle continuidad y de que tienen proyectado hacer diez plazas de Dalí en todo el mundo.En fin, que en Madrid uno puede ir de un acto cultural a otro sin despeinarse. Es lo bueno de mi ciudad, a parte de cientos de cosas más. Y esta tarde repito en la Feria del Libro, de forma que, si estáis por allí, nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario