Deja de lamentarte,
barre los rincones de tu alma
y destierra la mugre
que te atenaza,
como un cáncer estentóreo,
que aprisiona tu alegría
y ahoga el espíritu,
que te hace ser errante
y tener pensamientos malditos.
Deja de lamentarte,
y permite al viento
que te susurre al oído
brisas de ninguna parte,
silencios vacíos,
minutos eternos
de felicidad querida,
no encontrada,
no atendida.
Deja de lamentarte,
deja de oír cantos de sirena,
que te engañan,
que te confunden,
que te quitan la vida
y te dejan hecho un zombi,
sin alma,
sin recuerdos pasados,
sin pensamientos de futuro.
Deja de lamentarte,
no lloriquees por las esquinas,
sal de la calle de la Tristeza,
hay música en otros lugares,
que te curará las heridas,
que te hará más fuerte,
en la misma medida
que esta tesitura
te hace estar triste.
Deja de lamentarte,
deja de evadirte,
coge el tren de la vida,
de tu vida,
de la ausencia de la melancolía,
de la ausencia de la nada,
de la inexistencia de calles frías,
de la añoranza de noches negras
y de las quimeras soñadas.
Deja de lamentarte,
no tires más lágrimas baldías,
a la tierra de nadie,
al que tu lugar creías,
barre las telarañas del espíritu,
solloza si quieres,
pero por última vez,
abandona, coge el tren,
despídete y piérdete.
barre los rincones de tu alma
y destierra la mugre
que te atenaza,
como un cáncer estentóreo,
que aprisiona tu alegría
y ahoga el espíritu,
que te hace ser errante
y tener pensamientos malditos.
Deja de lamentarte,
y permite al viento
que te susurre al oído
brisas de ninguna parte,
silencios vacíos,
minutos eternos
de felicidad querida,
no encontrada,
no atendida.
Deja de lamentarte,
deja de oír cantos de sirena,
que te engañan,
que te confunden,
que te quitan la vida
y te dejan hecho un zombi,
sin alma,
sin recuerdos pasados,
sin pensamientos de futuro.
Deja de lamentarte,
no lloriquees por las esquinas,
sal de la calle de la Tristeza,
hay música en otros lugares,
que te curará las heridas,
que te hará más fuerte,
en la misma medida
que esta tesitura
te hace estar triste.
Deja de lamentarte,
deja de evadirte,
coge el tren de la vida,
de tu vida,
de la ausencia de la melancolía,
de la ausencia de la nada,
de la inexistencia de calles frías,
de la añoranza de noches negras
y de las quimeras soñadas.
Deja de lamentarte,
no tires más lágrimas baldías,
a la tierra de nadie,
al que tu lugar creías,
barre las telarañas del espíritu,
solloza si quieres,
pero por última vez,
abandona, coge el tren,
despídete y piérdete.
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