
Las alas de la inmensidad cubren mi vértigo. No puedo abarcar el infinito y eso me turba. Mi propia sensibilidad, que antaño me bendecía, hoy me daña exenta de piedad. Debo resignarme a vivir con más recuerdos de los que puedo rescatar de mi mermada memoria. Debo caminar, aun cuando el cansancio me acecha. Sueño con los jardines de un lejano hotel con aromas de Literatura.
2 comentarios:
Este poema en prosa me resulta muy cercano: a partir de una edad, todo son recuerdos y esa sensibilidad que se agudiza y nos hace mas vulnerables en vez de endurecernos.
Un saludo
Si eres sensible pasa lo que tú dices, Antonio, a pesar de que a veces adoptemos esa coraza de duros, yo también pienso que me reblandezco con los años. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
Publicar un comentario