En mi enésima visita al museo, justo cuando me aproximaba a admirar una pila bautismal, me ocurrió un suceso inesperado. Al acercarme, vi que en la pila había una carpeta de color verde. La tomé en mis manos y miré alrededor. La sala estaba vacía en esos momentos, así que miré la carpeta por si había algún nombre escrito. Al no encontrar nada, la abrí en un intento de identificar al dueño, pero tampoco encontré dentro nada que fuera significativo y que me permitiera identificar a la persona que, evidentemente, se había dejado olvidada la carpeta en la pila. Invadida por un cierto grado de curiosidad, fisgué entre el contenido, consistente en unos folios en blanco y en un sobre, un sobre en blanco cerrado. Al asirlo, me di cuenta rápidamente de que contenía algo. Cerré la carpeta y me dirigí al conserje del museo. Le referí el casual encuentro de la carpeta y le dije que se la quedara por si alguien preguntaba por ella.
-No puedo quedarme con eso, señorita -me dijo muy serio.
-¿Por qué no?
-Pues porque no sé de quién es, ¿qué quiere que haga?
-Pues..., qué se yo -le dije-. Guárdela y alguien preguntará por ella.
-Oiga, señorita, yo no me la he encontrado. Así que no voy a cargar con el muerto. Lo que debe hacer es llevar eso a objetos perdidos.
La respuesta del conserje, que nada más pronunciar la última frase siguió con sus tareas ignorándome descaradamente, me dejó desconcertada y sin palabras. Salí del museo sin saber muy bien qué hacer con la carpeta y me metí en la primera cafetería que encontré. Mientras me traían el café, encendí un cigarrillo y empecé a dar vueltas al sobre en blanco entre mis manos. Después de que el camarero depositara el café humeante en la mesa, decidí abrirlo. Quizá el contenido podría darme alguna pista acerca del dueño de la carpeta. Empecé a leer. Se trataba de una carta, una carta escueta pero intensa, dramática y melancólica.
"Querida Mercedes:
Como sabes me han dado el traslado que pedí y por el cual me felicitaste. Me voy del museo. Sé que te sorprendió y no me extraña, tantos años juntas y no te había dicho nada. Pues, querida amiga, el motivo de mi traslado eres tú. Vuelve a sorprenderte. Ahora ya puedo decírtelo, quiero decírtelo. Llevo años enamorada de ti. ¿Sorprendida? Creo que en el fondo, no tanto. Eres una persona muy inteligente y alguna vez habrás notado algo.No puedo seguir trabajando a tu lado, Mercedes, ni verte todos los días sabiendo que nuestro amor es imposible. Lo sé y me retiro esperando no verte más pero, eso sí, guardando tu recuerdo para siempre en mi corazón. Espero sinceramente que continúes siendo muy feliz con Pedro y los niños. Hasta siempre.Eternamente, Lucía."
Volví a meter el papel en el sobre mientras mis lágrimas caían en la mesa. Apuré el café, pagué la consumición y volví a encaminar mis pasos hacia el museo. Volví a interpelar al conserje y, como pude, intenté hacerle ver la urgencia de encontrar a Mercedes. Tras aclararle, a falta del conocimiento de sus apellidos, que era la amiga de Lucía, me condujo a su despacho. Ella me atendió de manera cortés.
-Buenos días, siéntese. ¿En qué puedo ayudarla?
-Creo que esto es para usted. Lo he encontrado casualmente -le dije tendiéndole la carta. Mercedes terminó de leer la carta con lágrimas en los ojos y su mirada era tan amarga que supe en ese mismo instante que Lucía se había equivocado. Aunque, puede que hubiera tomado la decisión acertada. Nunca lo sabré.
14 comentarios:
¡Uf! Muy duro relato. ¿Quién dijo que la vida era justa? Un marido, hijos... y para colmo ese amor imposible es todavía, si cabe, más imposible. Me preguntó, ¿cuál de nuestros amores es más importante?
Mercedes y Lucía han hecho lo correcto, deben sacrificarse, al menos por los pequeños. Ahora queda el peor trago: sufrir en silencio y hacer felices a los que han elegido, si lo consiguen sabrán si su decisión fue correcta.
Un abrazo.
Hola, Mercedes. Pues yo solamente planteo el relato. Ahora bien, no sé si hacen bien o hacen mal porque que sepamos vida sólo hay una como para permitirse el lujo de renunciar a un gran amor. No sé.
Gracias por pasar. Un beso.
La vida es una sucesión de encrucijadas donde tienes que decidir qué dirección tomar. Y si no lo haces tú, lo hace la vida por ti (esto ya lo señalé el otro día), con consecuencias mucho más nefastas.
Por desgracia, en este mundo tan pragmático, el amor siempre retrocede ante los rigores de la realidad, por mucho que los románticos del cine y la literatura se empeñen en defender lo contrario.
Una lástima pero, la vida es injusta, y ya está grande para cambiar.
Un saludo
PD: hubo un tiempo, en que yo dejaba algunas de mis historias "olvidadas" sobre algún banco, o en un parque, un bar, etc. Nunca pasó nada significativo y la verdad, es que creo que Madrid no se presta mucho a ese tipo de magias.
Vaya relato, tío. Pero la vida es así de cruda y supera a la ficción. Venga, nos vemos.
Guido:
Pienso como tú, la vida es un racimo de encrucijadas y a veces decides tú y otras la vida o como se llame decide por ti.
Por el contrario, creo que la magia existe en cualquier lugar y Madrid no es menos para ese tipo de acontecimientos.
Carlos:
Bien sabes tú por tu curro que la realidad supera a la ficción.
Un abrazo para los dos.
Entonces sí que estoy jodido del todo, porque el que carece de magia soy yo, y no el entorno...
Voy a ver si me apunto a algún curso de sanación por medio del incienso, otro de Reiki (todavía no sé qué carajo es) u otro de cromoterapia..
Un saludo.
Tal vez, sólo tal vez, nuestro concepto de un gran amor sea diferente. El amor tiene una proyección infinita.
Saludos.
Guido, la magia aparece, sin más. Cuando menos lo esperas. A veces tras años sin sentir eso que yo llamo el gran puntazo. Te recomiendo que pases de reikis y cromoterapias. La vida es muy caprichosa. Y a veces, cuando estás tan tranquilo te viene el empellón.
Mercedes, qué profunda. Puede que lleves razón y que el amor a veces traspase lo terreno y sea una proyección infinita. Por mi experiencia, al final se pasa del amor y se elige el pragmatismo vital, pero quién sabe.
Un abrazo para los dos.
Sí, es como los gatos, que vienen a ti cuando quieren y no cuando los llamas.
Un saludo.
Blogueando llegué hasta tu espacio, y me he leí el relato sín pausa ni respiro. Aunque haya quedado con un sabor amargo en la boca, -soy una romántica empedernida- y me duele que el amor tenga sus caprichos imposibles.
Un abrazo para ti
Exacto, Guido, veo que lo pillas.
Taty: Gracias por visitar el blog y por tus palabras. Yo también soy un romántico, pero como escritor, procuro plasmar todo. Podría haber una segunda parte de relato en la que las dos mujeres se encuentran, quién sabe.
Un abrazo.
¡HOLA !
PASÉ POR TU BLOG,Y ME PERMITÍ, DECIROS ALGO.
EN ESTE RELATO, SE VÉ, EL SUFRIMIENTO Y LA RENUNCIA, DE UNA PERSONA QUE ESTÁ ENAMORADA.
Y ES QUE SENTIR AMOR, ES QUERER,
Y CUANDO QUIERES,ADMIRAS,RESPETAS,
ERES GENEROSO,LO DÁS TODO, POR LA PERSONA QUE AMAS, SI POR CIRCUNSTANCIAS, NO ERES CORRESPONDIDO,TE SACRIFICAS, Y TE VAS, ANTES DE HACERLE DAÑO A LA PERSONA QUE QUIERES
ES UNA MARAVILLA QUERER,Y UN PRIVILEGIO ESTAR ENAMORADO
UN SALUDO..............
Efectivamente, anónimo. La retirada es la mejor opción si no eres correspondido. Y porque se ama, se debe respetar la opción de la otra persona y desear que sea feliz, si realmente se ama. Y sufrir la pérdida en silencio y con dignidad.
Un saludo.
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