Siento que el fuego me devora desde dentro,
que llevo conmigo mi incendio interior,
sin embargo mi semblante está frío,
como mis pensamientos.
Siento que me ahogo,
que tengo que pararme para respirar,
el agobio me pesa como si fuera plomo,
y mis ideas están heladas.
Siento que me muero,
he agotado las lágrimas
y no tengo más capacidad de sufrir,
ni memoria a la que esquilmar un último recuerdo.
Siento que me desvanezco,
que la rosa de mi pecho se ha marchitado,
que mi cerebro está yermo,
y mi cuerpo cansado.
Siento la luz y la oscuridad
y también siento la nada,
Dios no existe,
ni existe tu mirada.
Siento una pena muy grande,
de rosas despedazadas,
ya no quiero ver a nadie,
quiero escuchar a la nada.
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