Cuando entré en esta profesión, hace ya más de diecisiete años, los compañeros se reenganchaban hasta los 70. Luego se empezaron a jubilar a los 65. Finalmente, aprovechaban la oportunidad que daba la Administración de jubilarse anticipadamente a los 60. Bueno, pues ya empiezan a marcharse antes. Y, de seguir así, esto no habrá quien lo pare.
La Enseñanza, al igual que algunas otras profesiones, siempre fue un trabajo vocacional. Pero actualmente el profesor entra en un aula y lo que se encuentra es un pequeño manicomio impregnado de gritos, con niños correteando y pegándose, obviando la presencia del profesor. Cuando finalmente éste logra “imponer” su existencia y se logra algo parecido al silencio para poder impartir la clase, se encuentra con un colectivo que en su mayoría no hace caso a las explicaciones y que adolece del más mínimo interés por las materias. Como se aburren, hablan o la montan, con lo que es bastante complicado avanzar. El perjuicio es para los que sí tienen interés y que no van a aprender porque no da tiempo a dar los temarios. Y las vocaciones de los profesores se van acabando, lamentablemente.
Gran parte del problema es la escolarización obligatoria hasta los 16 años. Hay niños que con 12 deciden no estudiar más, no es el primero que me lo dice. Sin embargo, están obligados a permanecer en los institutos hasta los dieciséis por el empecinamiento de los sucesivos gobiernos. Y en este contexto, al ministro no se le ocurre decir otra cosa que probablemente la obligatoriedad de estudiar se prolongue hasta los 18 años. Si van con esta necedad para adelante, el fracaso escolar se duplicará.
Los gobiernos siguen tirando el dinero de los españoles en mantener en el Sistema Educativo a niños que ya no quieren pertenecer a él y en libros gratuitos en Primaria y Secundaria que acaban pintarrajeados y rotos.
Habría que plantearse una Educación gratuita, incluso la Universitaria, pero no obligatoria. E invertir el dinero en gente que sepa aprovecharlo. Con eso se conseguiría quitar de en medio a todos los alumnos que con su comportamiento impiden que se den las clases y que los que sí quieren estudiar aprovechen el tiempo. Y buscar otras alternativas para aquellos que permanecen secuestrados en los institutos reventando lo que debería ser un normal funcionamiento de los Centros de Enseñanza. Y de paso, alguien podría tener el sentido común de reducir la E.S.O. y alargar el Bachillerato, uno de los más cortos del mundo.
1 comentario:
Estoy plenamente de acuerdo. Son las verdades del barquero, que harían, no obstante, que los que viven cómodamente en este sistema se rasguen las vestiduras. Pero hay que seguir diciendo la verdad, pese a quien pese, pues los alumnos, antes que nadie, no se merecen lo que está pasando.
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