Una vez más,
un capítulo más, del guionista.
Me destruyo mientras muero,
y muero porque de tu ausencia estoy llena,
y quiero volver,
a tu vera,
a tu rivera,
y olerte en primavera,
Para guardarte en mí,
para descubrirte,
para intuirte,
y tenerte hasta la eternidad.
Una vez más,
tatuar tu silueta,
en mi piel,
en mis manos,
en mi alma,
y ser esclava
de tus aromas
de tus esencias.
Una vez más,
buscarte como inspiración cordobesa,
en el reflejo del puente romano,
en la calidez de un paseo nocturno,
y en la escarcha del abismo,
de una terraza desnuda,
que te llama sin sentido.
Sentir el vértigo incontrolado,
y el suelo moverse a mi paso,
y el cielo rendirse en mi pelo,
y sentir elevarme,
en el ascensor del Sojo ,
con baile salsero,
antesala del reservado para un vodka caramelizado,
y subir tus escaleras,
intentando tocar lo sublime,
y bajarlas también,
para volver a la realidad de lo terrenal.
Humildad y paciencia,
en la Cuesta del Bailio,
parada meditada en la Dolorosa,
y fotografía bajo ocho faroles.
Reencuentro de sentimientos,
amigos del cansancio,
de unos pies,
de unos cuerpos,
de unos rostros,
impregnados de tu misericordia,
de tus migajas entrelucidas,
que me das cuando suplico.
Pero no quiero entender,
sí,
una vez más,
no quiero entender,
el plan de la vida,
sólo vivir,
y vivirte,
que pasen rápidos los grises de mi reloj,
para que pasen lentos tus besos,
y tus caricias,
y que no me quede la melancolía
de los adoquines mojados,
por lágrimas sedientas de tus aguas,
y por suspiros que el viento de levante,
quiere mecer para llevarme,
a tus recuerdos,
mientras que mi poniente deslucido,
sólo trae a mis pupilas,
la ficción de mis sueños.
un capítulo más, del guionista.
Me destruyo mientras muero,
y muero porque de tu ausencia estoy llena,
y quiero volver,
a tu vera,
a tu rivera,
y olerte en primavera,
Para guardarte en mí,
para descubrirte,
para intuirte,
y tenerte hasta la eternidad.
Una vez más,
tatuar tu silueta,
en mi piel,
en mis manos,
en mi alma,
y ser esclava
de tus aromas
de tus esencias.
Una vez más,
buscarte como inspiración cordobesa,
en el reflejo del puente romano,
en la calidez de un paseo nocturno,
y en la escarcha del abismo,
de una terraza desnuda,
que te llama sin sentido.
Sentir el vértigo incontrolado,
y el suelo moverse a mi paso,
y el cielo rendirse en mi pelo,
y sentir elevarme,
en el ascensor del Sojo ,
con baile salsero,
antesala del reservado para un vodka caramelizado,
y subir tus escaleras,
intentando tocar lo sublime,
y bajarlas también,
para volver a la realidad de lo terrenal.
Humildad y paciencia,
en la Cuesta del Bailio,
parada meditada en la Dolorosa,
y fotografía bajo ocho faroles.
Reencuentro de sentimientos,
amigos del cansancio,
de unos pies,
de unos cuerpos,
de unos rostros,
impregnados de tu misericordia,
de tus migajas entrelucidas,
que me das cuando suplico.
Pero no quiero entender,
sí,
una vez más,
no quiero entender,
el plan de la vida,
sólo vivir,
y vivirte,
que pasen rápidos los grises de mi reloj,
para que pasen lentos tus besos,
y tus caricias,
y que no me quede la melancolía
de los adoquines mojados,
por lágrimas sedientas de tus aguas,
y por suspiros que el viento de levante,
quiere mecer para llevarme,
a tus recuerdos,
mientras que mi poniente deslucido,
sólo trae a mis pupilas,
la ficción de mis sueños.
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