El desastre en la Enseñanza

Trabajo como profesor de Formación Profesional en un instituto público. Este año me ha tocado impartir un primero de Ciclo de Grado Superior. La experiencia es frustrante. Los alumnos, todos ya mayores de edad, no paran de hablar y de hacer “gracietas”. Puedo impartir el temario a duras penas, ya que no saben matemáticas, a veces ni las más básicas. Hace años daba gusto impartir estos cursos. Los alumnos eran maduros, estaban atentos y, además, venían preparados. ¿Qué es lo que ha cambiado? Pues muy fácil: antes venían de C.O.U. y ahora proceden del Bachillerato L.O.G.S.E. y de los Ciclos de Grado Medio. Después de salir en todos los informes de Educación internacionales en los últimos puestos, nuestro país no puede seguir manteniendo el actual sistema educativo. Urge una reforma definitiva pero hecha por profesores, no por pedagogos, que son los que pisan las aulas todos los días y saben que los conceptos teóricos aplicados por los segundos en las sucesivas y desastrosas reformas no funcionan.

Señores legisladores, escuchen a este modesto profesor que lleva ya dieciocho años en esto, cinco de ellos como Jefe de Estudios en un centro de Educación Secundaria, y cuya opinión me consta que es compartida por la mayoría de mis compañeros:

1. Ni todo el mundo es bueno ni todos somos iguales. Saquen por favor de las aulas de E.S.O. a todos esos niños que ni estudian ni van a aprobar y que están ahí por obra y gracia de la obligatoriedad de la Enseñanza Secundaria, secuestrados por el Estado y reventando las clases, impidiendo dar temarios y propiciando que los que quieren estudiar no puedan hacerlo. Denles un itinerario alternativo, se lo agradecerán ellos y el resto de niños.
2. Acorten la obligatoria, sobran tercero y cuarto de la E.S.O. Alarguen el bachillerato dos años más, para que nuestros alumnos acudan a las universidades preparados y no perdidos como ahora.
3. Dignifiquen la F.P. Reformen los temarios, que vuelvan a dar matemáticas e inglés, imprescindibles para impartir los módulos técnicos, y todas las comunes que se impartían antes, determinantes a la hora de formar “personas” con un perfil técnico, y no méramente técnicos incultos e incapaces de pensar por sí mismos.
4. Y cuando acometan la reforma, si es que tienen narices de hacerlo, por favor, consulten a los profesores y déjense de teorías disparatadas, que no funcionan.