De
un tiempo a esta parte, el pensamiento único se ha instalado en nuestra
sociedad. Se nota en todos los ámbitos y se refleja en la prensa cada día.
Tertulianos que, además de estar en radio y televisión, escriben su columna
diaria o semanal, se dedican a defender con uñas y dientes los intereses de los
medios a los que sirven y van moldeando las mentes de los que adolecen de
pensamiento crítico. Estos comentaristas de lo diario que lo mismo opinan de la
guerra de Irak que del hundimiento de la bolsa en Moldavia, no entienden de
nada. Más bien son artistas de la retórica, trileros del birlibirloque
demasiado bien remunerados, profanadores de la santa profesión que debería ser
el periodismo. Tanto, que están tan alejados de la realidad del resto de los
mortales como los políticos, banqueros y empresarios capitalistas a los que
defienden.
¿Qué
ocurre? ¿Qué no hay periodistas que sepan escribir y debatir? Los hay.
Muchísimos. Pero no tienen los contactos necesarios para acceder a los grandes
medios. Tampoco durarían mucho en ellos si lo que pretendiesen fuera ejercer la
libertad de expresión. El otro día pude seguir la manifestación en torno al
Congreso por las excelentes fotos de Reuters. Tanto las emisoras españolas como
los periódicos on-line, daban una información bastante sesgada. Para la mayoría
de los medios españoles, lo del pasado martes fue una perroflautada más o menos
organizada, nada más lejos de la realidad. El Gobierno estaba preocupado por la
imagen de España ante los mercados. Incluso ayer, nuestro presidente, el señor
Rajoy llamaba patriotas a aquellos que se quedaron en sus casas.
Voy
cumpliendo ya unos años, cada vez más, como todo quisqui. En mi vida había
visto tanto surrealismo en el Gobierno y en los medios. ¿Qué pasa, señor Rajoy,
que ahora el que protesta es un antipatriota? ¿No será que está ejerciendo su
derecho constitucional a manifestarse? ¿Y no será que a lo mejor está cabreado
porque se ha quedado en paro junto a su mujer y no tiene ni para comer?
Lo
extraño es que en este tipo de concentraciones no haya un millón de personas en
vez de las decenas de miles que aguantaron el festival perroflautil (que
agredieron a los policías) y policial (estos agredieron a todo el que se ponía
por delante, llevara o no rastas). Porque lo cierto es que, señores políticos,
señores banqueros y señores periodistas del pensamiento único, con permiso de
los señores, lo cierto es que no han sido los ciudadanos los que han causado
esta crisis.
Otra
de las pautas que a estas alturas ya se dan por sentadas es considerar de
izquierdas a quienes piensan diferente al canon impuesto, criminalizar al que
protesta, tachándole de sectario o de reliquia obsoleta, aunque las opiniones vertidas
sean construidas desde el más estricto sentido común. Lo hace Rajoy y lo hizo
Zapatero en sentido opuesto, ambos responsables de la falsa democracia de la
que creemos gozar y que no es nada más que un bipartidismo apoyado en
nacionalismos que se deleitan de una injusta ley electoral impuesta sin
paliativos.
La lucha, el sentido común
y la lógica, lejos de ser términos obsoletos, como nos quieren hacer creer, está
hoy más vigente que nunca, mucho más cuando el pensamiento único se cuela hasta
por las rendijas de nuestras ventanas.
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