A la muerte de Franco hubo amnistías y se reformó el Código Penal, lógicamente. Era impensable entrar en una nueva era democrática con las mismas leyes represoras y carpetovetónicas de antaño. Los juristas de nuevo cuño y algunos otros antiguos, se sentaron a una mesa llenos de buenas intenciones y elaboraron unas leyes más acordes con los tiempos modernos que se avecinaban. Veníamos de una época en la que todo el mundo era sospechoso y había muchos malos. Así que, estos señores, entiendo que con buena voluntad, debieron pensar que a partir de ese momento todo el mundo iba a ser bueno. Las nuevas leyes se elaboraron bajo el paraguas de conceptos tales como la “reinserción” y la “reeducación”. No se dieron cuenta de que en los países democráticos de nuestro entorno había índices de criminalidad altos. Y de que la condena a un ciudadano, aun teniendo mucho de reinserción, también tiene una componente de castigo y de cautiverio para proteger a los demás ciudadanos del condenado.
Han pasado muchos años desde la transición y la verdad es que tenemos un Código Penal que muchas veces va más a favor de los delincuentes que de las víctimas. Basten dos ejemplos sencillos de entender:
El otro día salía en televisión una señora tetrapléjica, porque su marido la había atropellado reiteradas veces con el coche. Al hombre le habían caído quince años, de los cuales sólo había cumplido seis porque había ido reduciendo la condena con cursos y otras actividades. Al mismo tiempo, en otra cadena, informaban de que al hombre que había tirado a otro ciudadano al metro con resultado de muerte, le habían condenado sólo a quince años. ¿Cuántos cumplirá realmente?
A ver si alguien se da cuenta de que hay que reformar el Código Penal y de que las condenas no pueden ser tan blanditas. Porque somos demócratas, sí, pero no memos.
Han pasado muchos años desde la transición y la verdad es que tenemos un Código Penal que muchas veces va más a favor de los delincuentes que de las víctimas. Basten dos ejemplos sencillos de entender:
El otro día salía en televisión una señora tetrapléjica, porque su marido la había atropellado reiteradas veces con el coche. Al hombre le habían caído quince años, de los cuales sólo había cumplido seis porque había ido reduciendo la condena con cursos y otras actividades. Al mismo tiempo, en otra cadena, informaban de que al hombre que había tirado a otro ciudadano al metro con resultado de muerte, le habían condenado sólo a quince años. ¿Cuántos cumplirá realmente?
A ver si alguien se da cuenta de que hay que reformar el Código Penal y de que las condenas no pueden ser tan blanditas. Porque somos demócratas, sí, pero no memos.
1 comentario:
Efectivamente, estos ejemplos son pruebas palmarias de que la justicia le hace poco honor al nombre.
saludos.
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