Las grandes editoriales suelen tener a dos o tres autores
fetiches a los que dedican todos sus medios y todo su dinero en promoción. Son
los que llegan al gran público porque sus novelas están en las librerías, pero también
en las grandes superficies, en gasolineras, etc. Lo que ocurre es que como
tienen que tener un catálogo, rellenan su nómina con escritores menos conocidos
a los que les hacen una tirada menor y en la mayoría de los casos no les montan
ni una mísera presentación en su ciudad natal. ¿Qué quiénes compran sus libros?
Sus familiares, sus amigos y algún lector despistado que junto a un nombre
desconocido reconoce el sello editorial que aparte de salir en prensa, radio y
televisión, empapela las paradas de autobús con la imagen de los mencionados
autores fetiche, que en la mayoría de los casos no atesoran ni la mitad de la
calidad literaria que los desconocidos. El único mérito que presentan como
tarjeta de visita es ser tertuliano, periodista famoso o simplemente famoso,
sin oficio, pero con mucho beneficio.
Luego están
las otras, las editoriales pequeñas, las que apuestan por un autor porque
piensan que lo que escribe es bueno. Tienen problemas de distribución, sus
libros no llegarán a kioscos ni a gasolineras, ni siquiera a las grandes
superficies. Viven de la fidelidad del lector, que normalmente repetirá en
cuanto la editorial publique un nuevo título. Es el caso de Erein,
una editorial vasca que inició la colección “Cosecha roja” de
novela negra, con siete títulos editados hasta ahora y tres nombres cuyas
plumas atesoran calidad literaria y experiencia demostrada: Jon Arretxe,
Javier Abasolo y José Luis Muñoz.
En marzo de
2010 publicaron el segundo título de la colección, “Pájaros sin alas”,
de Javi Abasolo, una novela de 486 páginas en la que el autor nos
presentaba a Mikel Goikoetxea, un ex ertzaina apartado del cuerpo
por recibir acusaciones falsas y reconvertido a detective para sobrevivir. En la
novela, resuelve el caso del Karibeko Kluba tras perder a su mujer en un
suicidio que al final resulta ser un asesinato. Con estos antecedentes, el
detective vuelve a la carga en la nueva novela de Javi, “La luz muerta”,
sexto título de la colección “Cosecha roja”. Escéptico como pocos y dueño de un
cinismo chandleriano adaptado a Bilbao, Mikel Goikoetxea “Goiko” reaparece
tranquilo, con sus problemas económicos solventados debido a la herencia que le
ha dejado un conocido notario bilbaíno amigo de su padre para el que trabajó en
“Pájaros sin alas”. El notario y el caso, además del propio Goiko, son el
vínculo de “La luz muerta” con “Pájaros sin alas”.
Pero
cualquier remanso de paz es solo un espejismo en la vida de un detective que se
precie. En esta nueva entrega, el investigador se ve forzado a aceptar un nuevo
caso presionado por el presidente del Tribunal Superior de Justicia vasco, que
le encarga ser la sombra de Agurtzane, su hija ilegítima, en un
reportaje que ella quiere realizar sobre las muertes por sobredosis. Lo cierto
es que ella sospecha que su amiga Erika Pereda, última víctima,
que ni siquiera consumía heroína, ha sido asesinada. Juntos tirarán de un
invisible hilo de una madeja que no se deja vislumbrar hasta verse envueltos en
una trama macabra que conduce al lector hasta un desenlace inesperado.
Posiblemente
tengamos que esperar bastante, o no, solo Javi y Erein lo saben, hasta la
tercera entrega de Goiko, ya que Javi es un escritor prolífico y no se dedica
solo a las sagas. En cualquier caso, sus lectores seguiremos disfrutando de su
prosa y su buen hacer como armador de tramas negras. Escritor original, utiliza
diversas técnicas de narración en casi todos sus libros. En su última obra,
utiliza la primera persona para narrar los pasos de Goiko, aprovechando la
fuerza de este estilo a la hora de caracterizar al personaje. Sin embargo, se
acoge al narrador omnisciente para describirnos el entorno de Andoni
Zubikarai, forense que ve incrementadas de cadáveres sus jornadas de
guardia, una subtrama que se unirá a la trama principal en el desenlace. En
“Pájaros sin alas”, Javi utilizaba incluso la segunda persona para narrar una
de las subtramas, demostrando su maestría no solo en cada uno de los estilos,
sino en su habilidad para juntarlos en una misma novela, algo nada habitual.
Ojalá Javi
pudiera dar el salto a una editorial grande. No porque Erein y las otras
editoriales no sean buenas, que talento ya han demostrado sus editores al
publicarle sus obras, sino porque él podría llegar a un abanico más amplio de
lectores, que lo merece. Y si no, ellas se lo pierden, como tristemente se
perderán a Javi miles de potenciales lectores que estarían encantados de
leerle. Yo creo que todo llegará y mi deseo es que para eso pase poco tiempo.
José Javier Abasolo es Licenciado en Derecho por la
Universidad de Deusto. Ha trabajado como abogado y desempeñado varios puestos
en las administraciones públicas, desempeñando sus funciones en la actualidad
en el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco.
En el campo de la literatura tiene una larga trayectoria
como autor de novela negra, habiendo publicado los siguientes libros: Lejos de
aquel instante (1997, Premio de Novela Prensa Canaria 1996 y finalista del
Premio Hammett 1997, traducido al francés), Nadie es inocente (1998, traducido
al francés e italiano), Una investigación ficticia (2000), Hollywood-Bilbao
(2004), El color de los muertos (2005), Antes de que todo se derrumbe (2006,
Premio de Narrativa García Pavón 2005), El aniversario de la independencia
(2006, Premio Farolillo de Papel del Gremio de Libreros de Bizkaia), Heridas
permanentes (2007), Pájaros sin alas (2010) y La luz muerta (2012).
1 comentario:
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