El pasado sábado 22 de mayo hubo un programa bastante completo en los Sábados Negros de la librería que lleva ese poético nombre: Traficantes de sueños. Si bien el jazz suele estar presente en las sucesivas veladas, en la pasada se erigió en protagonista.
Para empezar, Teresa Alonso nos hizo una introducción a la figura del pintor alemán de entreguerras Otto Dix, para analizar posteriormente una de sus obras más famosas, un tríptico llamado “Metrópolis” que surge en Dresde en 1928. El cuadro, en su parte central, nos presenta la opulencia de una sociedad en la figura de una pareja que baila el charlestón ante una banda de swing-jazz. Una escena llena de detalles, entre ellos un músico negro y una mujer fatal que se asemeja a un ángel caído. En contraste con esta escena principal, las de los lados son todo lo contrario. El pintor representa en ellas a prostitutas callejeras que andan por las calles desafiantes ante mutilados de guerra. Esta pintura es hoy en día un icono de los dorados años veinte. El nazismo le consideró un pintor degenerado e incluso llegaron a destituirle como profesor de la Dresdner Akademie.
A continuación, Manolo Rodríguez, coordinador de los Sábados Negros y habitual y hábil conductor de las veladas, nos presenta a Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, ese mago que mantuvo durante siete años en televisión el mítico programa “Jazz entre amigos” y que continúa actualmente obsequiándonos con sus conocimientos en Radio Nacional de España. La intervención del catedrático empezó con una regresión a su niñez. Nos contó que nació en Francia, lo que favoreció que ya desde niño se acercara al jazz, llegando incluso a hacer novillos de sus clases, en ocasiones acompañado por un joven profesor, para escaparse a ver actuaciones y conciertos. Como también tenía la nacionalidad española, no quiso cumplir los 21 años en Francia y que le reclutaran para ir a primera línea en la guerra de Argelia. Así que se vino para España e hizo aquí la mili. Empezó a frecuentar un garito madrileño llamado “Whisky jazz” del que se hizo asiduo y terminó escribiendo en su revista, una publicación que se distribuía a suscriptores, por un período de ocho años. Fue entonces cuando junto a otro grupo de entendidos empezó a hacer sus pinitos en la radio, medio del que declaró no tener ni idea en aquellos años y del que se hizo un experto sobre la marcha. Tanto los artículos como los programas de radio no le reportaron ningún beneficio económico pero le hicieron lo suficientemente conocido como para que terminara de hacer de aquello su profesión, en la que aún sigue. Entre alocuciones, pudimos escuchar piezas de Duke Ellington y de Billie Holiday. “Cifu” hizo de su intervención toda una clase de jazz, mezclada con datos de su biografía y regada de comentarios jocosos que hicieron las delicias del público, pasando de puntillas por piezas que tenían que ver con bandas sonoras de cine y novela negra. Nos hizo ver su admiración por el gran Duke, del que no solo conoce su obra, sino un repertorio de anécdotas de él y de sus músicos. También nos dijo que ya le gustaría a él profundizar en otros géneros musicales, pero que le haría falta otra vida solo para saber todo lo que le gustaría de jazz.
Después, Manolo nos presentó a Luis Gutiérrez Maluenda, un ejecutivo informático que un día decidió dejarlo para escribir novela negra. El escritor nos hizo dos sinopsis de las respectivas novelas que presentaba ayer: “Mala hostia” y “Los muertos no tienen amigos”, incidiendo especialmente en el tipo de detective que había creado para cada una de las obras y en los diversos tipos de detectives que pueblan el panorama negro internacional. Nos comentó que la gente tiene una visión un tanto deformada de los prototipos sociales que aparecen en las novelas debido al cine americano, tendente a adornar las tramas y a los finales felices. Así, nos explicó que los mafiosos, al pertenecer a las clases sociales más bajas, jamás escuchaban ópera, como nos han hecho creer desde Hollywood, sino que escuchaban blues y jazz. “Cifu” se mostró de acuerdo y apuntó que no solo el cine, sino que el propio establishment tiende a maquillar la realidad. Así, nos desveló una anécdota de un investigador que buscando material en un archivo sobre los juicios de Nuremberg descubrió un informe de un sargento que indicaba que Glenn Miller no murió en un accidente de avión, como nos han hecho creer, sino en un burdel mientras estaba con una prostituta.
Luis continuó hablando de la novela negra americana, de la que se declaró admirador, muy especialmente de Raymond Chandler. Nos explicó que bajo su punto de vista era heredera de la novela enigma inglesa, pero que al transportarla al otro lado del Atlántico evolucionó hacia los parámetros que todos conocemos. Mientras que en el Reino Unido los personajes eran generales retirados y “ladys” que bebían mucho té, y el detective era una persona muy lista que resolvía crímenes imposibles, en Estados Unidos los personajes pasaron a ser marginales, los crímenes eran menos sofisticados y el detective era un hombre de la calle que se había criado en los mismos barrios que los mafiosos.
Nos habló sobre sus gustos al escribir. Y de que huye, entre otras cosas, de las descripciones sangrientas y de los elementos de casquería, por considerarlos innecesarios en la narración y de mal gusto.
Para terminar la velada, en un hecho nada habitual en los Sábados Negros, se nos ofreció una actuación en directo del grupo Satamatas, un sexteto compuesto por piano, dos saxos altos, guitarra, bajo y batería, que nos ofrecieron varios temas en directo.
Mientras el grupo preparaba sus instrumentos, aproveché para que Luis me firmara mis dos ejemplares. Y después me marché calle Embajadores arriba para salir a Mesón de Paredes y terminar cenando en la literaria y taurina taberna de Antonio Sánchez, que no puede haber sesión literaria sin sesión gastronómica. Y después aproveché la maravillosa noche para pasear por la Plaza Mayor haciendo un alto en el mercado de San Miguel y terminar desembocando en la Puerta del Sol y estar un rato con los indignados, viendo casi con emoción la testarudez de los jóvenes que por fin se han movilizado contra la democracia de los banqueros.
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