Cuando llegué a la sala Berlanga todo en el ambiente era primavera. Allí estaba mi amiga Silvia Pérez Trejo, en la puerta del cine, tan guapa como siempre. Todo lo que produce alcanza el éxito, señal de que tiene un especial olfato para esto. No hace mucho, también produjo “Temple flamenco”, espectáculo de baile, cante y toque que vi dos veces, y que poblaba de magia el teatro Arlequín todas las noches. El pase al que tuve el gusto de acudir era para los amigos, entre los que tengo el honor de contarme. Después de que Silvia me presentara a Emilio R. Barrachina, el director, y de conversar con otros amigos que estaban por allí, me enfrenté a la pantalla. Y decir que la película se me pasó en un santiamén.
Morente es una película documental, un musical. Pero también es un trabajo biográfico alrededor de la vida del tristemente ya fallecido cantaor. Comienza con algunas efemérides importantes, pasando por la Guerra Civil, la Transición y otros momentos históricos de España. Momentos que tienen que ver con otro genio, Picasso, y su barbero, todavía vivo y que aparece un par de veces en la película. La historia del pintor y el barbero es conmovedora. Picasso, en su exilio francés, al enterarse de que hay un barbero español lo pone a trabajar con él, fraguándose una amistad que duraría hasta la muerte del genio. Eugenio Arias, el barbero, es natural de Buitrago del Lozoya, un precioso pueblo de la Comunidad de Madrid que alberga un museo Picasso, precisamente con las obras que el pintor le legó. Y ¿por qué Picasso? Pues sencillamente porque Morente admiraba al genio y se le nota obsesionado con su obra cumbre: El Guernica. Uno de los momentos más sobrecogedores de la película es cuando el cantaor, frente al cuadro, le obsequia con un grito prolongado y desgarrador que te pone los pelos de punta sabiendo lo que el cuadro significa: el genocidio ocurrido en la Guerra Civil en el pueblo vasco, perpetrado por la aviación nazi con la complicidad del mal llamado bando nacional. Y también porque, como todos los artistas que se convierten en genios, Picasso no sólo pintaba, sino que también escribía. Y el maestro Enrique Morente convirtió en canciones varias de sus poesías.
La película nos muestra la personalidad del cantaor paseando por el Albaicín en compañía de sus hijos y amigos, recordando anécdotas de cuando era sólo un niño. Aparece como una persona afable, buena y respetuosa con todo el mundo, características que al parecer eran reconocidas por todo su entorno. Pero también nos muestra momentos estelares del maestro, como por ejemplo, fragmentos de su actuación en el Liceo de Barcelona, concierto tildado de espectacular por quienes tuvieron el privilegio de acudir a verlo en directo. Como espectacular debió ser el concierto que dio en el castillo de Buitrago del Lozoya, recogido también en esbozos a lo largo de la película. Especialmente emotivos son los fotogramas que nos muestran a Morente interpretando la canción de otro genio, Antonio Vega, también tristemente fallecido. Me refiero a “El ángel caído”, acompañado por el pianista argentino de jazz Federico Lechner.
El director, en colaboración con el propio Morente, implicado en la producción artística, monta una película en la que se alternan conversaciones, monólogos y silencios que producen en el espectador un cúmulo de sensaciones inolvidables, parecidas a las que produce leer un poema. Uno está atento a lo que ocurre en pantalla, al menos por el lado racional, pero hay un torrente de sensaciones que penetran inexorablemente por el subconsciente, produciendo estremecimientos continuos. Personalmente salí del cine sobrecogido por esa concatenación de sensaciones, y también enriquecido debido a esas otras informaciones que desconocía sobre la vida del cantaor. Había escuchado cantar a su hija Estrella, cómo no, pero también descubrí que su hija Soleá canta igual de bien, y que su hijo José Enrique es un artista del toque y el cante.
En definitiva, una película que debéis ver, independientemente de que el flamenco os guste o no, si os consideráis mínimamente sensibles ante las obras de arte. Ayer, jueves ocho de abril, fue presentada ante la prensa en un marco incomparable: El Reina Sofía. Y ha cosechado críticas muy favorables. Ya había sido presentada en Málaga con idéntico resultado. Y ha sido seleccionada para Cannes.
Así que haceros con la cartelera de vuestra ciudad y pasad un rato inolvidable.
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