Con muy poco margen de tiempo, la escritora Rosa Ribas ha publicado dos novelas, buena noticia tanto para ella como para sus lectores, entre los que me cuento. Me refiero a “La detective miope” y a “En caída libre”, que tuve el placer de presentar no hace muchos días en Madrid, ambas editadas por la editorial Viceversa. La primera se publica en 2010 y la segunda, tercera de la saga Weber-Tejedor, todavía está fresquísima en los anaqueles de las librerías, ya que ha visto la luz el 28 de enero del año en curso.
Aprovechando la presentación de “En caída libre” en Estudio en Escarlata, aproveché para hacerme con un ejemplar de “La detective miope”. Qué mejor ocasión, aprovechando que tenía a mi lado a la autora que me hizo una dedicatoria entrañable.
En la portada predomina el azul celeste en degradación con los típicos círculos concéntricos de las lentes para la miopía y una montura de gafas negra. En el centro, un padre con una niña a hombros que me temo son el marido y la hija de la figura en la sombra que aparece al fondo y que representa, quiero entender, a Irene Ricart, la protagonista de la novela. La portada tiene su punto.
Lo primero que me llamó la atención al empezar la novela es que Rosa narra en primera persona por boca de la protagonista. No es que la obra novelística de la escritora sea muy vasta, que lo será, pero hasta ahora las novelas de la saga Weber-Tejedor estaban narradas con la técnica del narrador omnisciente. No obstante, y a pesar de la técnica empleada, parecen novelas narradas en primera persona, pues en cada capítulo se nos muestra la perspectiva de la comisaria hispano-alemana, lo que da a entender que Rosa no es nueva en narrar desde la perspectiva del protagonista. La narración en primera persona añade en la voz de la detective Irene Ricart un punto más intimista que nos conecta directamente con sus sentimientos.
El caso es que el libro empieza con Irene internada en un Psiquiátrico por causa de un hecho traumático: alguien disparó contra su marido, policía de profesión, y contra su hija pequeña, dejando a la detective sola en la vida. Una tarde, sentada en un banco que inicia un círculo en la trama, lee el contenido del subtítulo mencionado anteriormente y decide curarse, o mejor dicho, decide fingir que se cura y los médicos tragan. Necesita salir del hospital para atrapar al asesino. Lo extravagante es que Irene empieza a trabajar en la agencia de detectives Marín con la idea de los seis grados de separación, mentalizada de que la resolución de seis casos le llevará hasta el homicida de su familia.
Alguien dirá que es un argumento traído por los pelos, pero hay que tener en cuenta que la detective protagonista acaba de salir del Psiquiátrico.
Nos encontramos por tanto ante una novela detectivesca que cabalga de caso en caso por un plano totalmente surrealista, en el transcurso del cual, van brotando personajes secundarios y subtramas casi hilarantes: una actriz de porno alopécica, un director de banco con una extraña enfermedad que le deforma el rostro mientras él cree que su padre fue negro, una granja de arañas, un ojo de cristal que busca su dueño, la princesa Lil’Uokalani de Hawai..., etc. Casos que describen situaciones tragicómicas pero que se van entrelazando en la mente de Irene hasta llegar a su objetivo, con un desenlace totalmente redondo y magistral por parte de la autora.
La novela no sobrepasa las 180 páginas y, entre esto y que se lee del tirón, a uno se le queda la sensación de haber leído una perla literaria demasiado efímera, pero de haber disfrutado de un rosario de situaciones soberbiamente enfocadas hacia el cierre de un círculo.
Enhorabuena, escritora.
7 comentarios:
Un padre con una niña en hombros ¿Qué mucho te temes que sea el marido y la hija de Irene Ricart? ¿Lo dices porque después les disparan…? Oye tiene muy buena pinta, me gusta.
Besitos.
Sí, Campoazul. No revelo nada, pues cuando empieza la novela ya están muertos. Un beso.
El argumento es curioso, desde luego...
Pues sí, S.Cid, muy curioso. Pero la novela le ha quedado redonda. Un beso.
De Rosa Ribas sólo he leído "Con anuncio", y la verdad es que me gustó como describe la sociedad germana.
Esta tiene un argumento curioso, habrá que seguirle la pista.
Estupenda reseña, Paco. Un abrazo.
La verdad es que, cada vez que paso por aquí, descubro nombres de autores y libros cuya existencia ni sospecho. Es lo que pasa cuando se trata con un tipo como tú; un auténtico Zelig que está en todos los saraos literarios de la capital y alrededores. A veces, tengo la impresión de que eres como San Martín de Porres, y tienes el don de la ubicuidad.
Un saludo, y no me descuides el RBA
Gracias, Armando. Yo leí primero Con anuncio, después Entre dos aguas y luego la última de la serie de Cornelia. Ahora esta. Me encanta cómo escribe esta chica. Creo que en breve saltará a una editorial grande, aunque ella me dijo que es fiel y que no suele cambiar.
Hombre, Guido, cómo estás. Es que hay que salirse un poco de los circuitos comerciales. Se están haciendo novelas muy buenas en España por parte de autores que nacieron en los sesenta y se están ampliando géneros que antes solo los trataban los guiris.
El RBA está descuidao porque últimamente ando con la promoción de la novela y haciendo Poesía. Pero retomaré, retomaré y seguiré haciendo de Zelig, jeje.
IUn abrazo a los dos.
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