Normalmente suelo leer novelas contemporáneas, mayoritariamente de autores españoles. Me gustan porque no sólo te hacen disfrutar como cualquier otra novela de otro tiempo sino que, además, puedes relacionarte con los autores en conferencias, presentaciones y ferias del libro. Hay tanto que leer que es mucho más lo que no puedes abarcar que lo que realmente llegas a tener en tus manos. Esto nos pasa a todos, ya que tenemos un tiempo limitado. No obstante, hay títulos clásicos y no tan clásicos de otras épocas que tengo puestos en lista de espera. Y de vez en cuando les hinco el diente haciendo un hueco entre tantas lecturas.
En este caso le ha tocado el turno a “La conjura de los necios”, de John Kennedy Tool, animado por un comentario sobre la novela que vi en el blog del amigo Carlos de la Editorial C&M. Desde las primeras líneas empecé a intuir que lo que tenía entre manos era algo diferente. Algo parecido debió pasarle a Toole, que creía que había escrito una obra maestra. Hay que darle la razón, aunque sea a título póstumo, ya que este autor se suicidó sumido en una depresión profunda alentada por las negativas de las editoriales a publicarle el libro. Toole fue un tipo peculiar y me temo que su vida tuvo más de un paralelismo con Ignatius Reilly, el personaje de ficción de su novela. Fue un estudiante brillante y obtuvo un graduado superior en lengua inglesa en la Universidad de Columbia. Tras trabajar como profesor en algunas universidades, regresó a su hogar en Nueva Orleáns y comenzó a trabajar enseñando en el Dominican College. Pero empezó a deambular por el barrio francés, en donde se le vio alternar con músicos. Coqueteó con el alcohol y perdió su empleo, viéndose obligado a trabajar en una fábrica de ropa. Le encontraron muerto en su coche, en el que había una manguera desde el tubo de escape hasta la ventanilla.
A la madre de Toole se le metió en la cabeza que alguien debería publicar ese libro y no se le ocurrió otra cosa que llevárselo al autor Walker Percy. Éste, al principio, intentó zafarse de la madre de Toole, pero, ante la insistencia de la señora, se vio obligado a aceptar. Aun así, el manuscrito permaneció en la mesa de su despacho durante un tiempo hasta que, finalmente, Percy empezó a leerlo. Capítulo a capítulo se dio cuenta de lo que tenía en sus manos y consiguió la publicación de la novela con una editorial universitaria. La publicación de “La conjura de los necios” fue un bombazo y en 1981 recibió el Premio Pullitzer.
La trama de la novela trata de la vida de Reilly, un joven de 30 años con estudios universitarios, culto y con un montón de ideas en la cabeza pero que sin embargo pasa los días metido en su habitación viendo televisión, masturbándose y escribiendo notas disparatadas en cuadernos Gran Jefe. Vive obsesionado y perturbado con las peripecias de una antigua compañera de universidad con la que tuvo una relación y que ahora se dedica a organizar conferencias, también disparatadas, en Nueva York. Reilly logra un trabajo en una fábrica de pantalones en la que, seguramente, actúa como alter ego de Toole. Pero organiza sabotajes y es despedido, viéndose condenado a vagar por las calles de Nueva Orleáns con un carro de salchichas como vendedor ambulante. Lo malo es que no obtiene beneficios, ya que se dedica a comerse las salchichas, aumentando su ya exagerada obesidad, y a meterse en un lío tras otro. Las andanzas de Reilly transcurren entre una amplia galería de personajes secundarios, todos trastornados por unas u otras circunstancias. Y el final consiste en una huida hacia delante que cierra un círculo.
He de decir que a pesar de haber hecho un esfuerzo por ofrecer aquí unos esbozos de la trama, es difícil contar de qué trata la novela. Es recomendable, por tanto, leerla, ya que por mucho que te cuenten uno no se hace idea de la dimensión del argumento.
La novela de Toole es inclasificable y permite calificar al escritor como un excelente caracterizador de personajes. Puede gustar o no, pero no deja indiferente. El otro día estaba yo tomando una cerveza en un pub del barrio y apoyé el libro en la barra. Un desconocido me abordó y me preguntó que si me estaba gustando la novela. Le dije que sí y que creía que estaba leyendo una obra maestra. Teníais que haber visto la pasión que puso en descalificar al autor y a la novela. Le dije que al menos debía admitir que el personaje de Ignatius Reilly era fascinante, a lo que me contestó que para fascinante el Quijote. Le dije que sí, que también. Pero lo cierto es que me encendí un cigarro y seguí a mi bola, porque ¿para qué iba a seguir hablando?
La Literatura es grande.
12 comentarios:
Leí hace dos años La conjura de los necios porque me lo había recomendado mi chico y me encantó. Es un libro muy especial y muy recomendable. Y este año he leído el otro libro de John Kennedy Toole, La Biblia de neón, que la tengo reseñada en el blog, por si quieres echarle un vistazo, y también me gustó muchísimo. Es una pena que el autor se suicidase tan joven y no podamos disfrutar de más libros suyos. Saludos.
Cuéntate la vida http://cuentatelavida.blogspot.com
Ya te había dicho yo, Paco que era una muy buena novela. Espero verte pronto y darnos otro rulo por Madrid. Por cierto, Goizeder, buena reseña de la Biblia de neón en tu blog, que yo leí después de la conjura. Un tipo curioso este Toole.
Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Paco.
Y sobre gustos, los colores, porque puede crear repulsión el personaje,Ignatius Reilly, pero como un Quijote en contra de la sociedad que le ha tocado vivir, va creando su propio mundo y despreciando todo lo que le molesta.
A mí me dio hasta pena, cuando la propia madre aconsejada por sus amistades, se encara con él, hasta el punto de echarlo de su propia casa.
¡Una verdadera obra de arte!
Hola Paco,
nos conocimos en el taller express el dia 21 (por cierto, ¿cómo fue lo de la novela?)
La verdad es que Ignatus es un personaje magnífico. Coincido contigo en que tratar de concretar el argumento de la novela es complejo, por no decir imposible. Esta novela habla de todo y de nada. Habla del propio JK Toole y de su mundo, de su mente, su vida en parte... Me resulta fascinante y lo considero un reto para cualquier escritor hacer algo así, un personaje tan rico y complejo en una novela que habla de todo. Es un poco como Holden Caulfield. Al final recuerdas el personaje, no la novela y eso, lo quieras o no, es literatura (y de la mejor).
Un saludo.
En mi pueblo he visto un sabado si y otro tambien como dos tios acaban dandose de hostias tras un encuentro similar al que describes con el desconocido que odiaba la novela de Toole (aunque no hablaran de literatura sino de asuntos mas trascendtes).
Me gusto mucho el articulo, sobre todo la conclusion a la que llegas al final. La novela tiene buena pinta, recuerdo que un tio mio la andaba leyendo cuando yo era pequeno, y hablaba muy bien de ella.
Un saludo.
Ya lo creo que es un libro especial, Goizeder. Personajes extravagantes, ambientes decadentes, etc. No podía dejar de reír al leerla viendo las ocurrencias de Ignatius Reilly, pero a la vez, impregnándome del drama de su vida. Certera reseña de La Biblia de neón en tu blog. Me lo apunto.
Sí que me ha gustado, Carlos González. Bien sabías tú que la tenía en lista de espera.
Claro que da pena, Carlos, porque en realidad la novela es un drama. Pero Toole lo hace de una manera tan cómica que no tienes más remedio que reírte, porque se te llega a olvidar el drama de Ignatius y el drama del propio autor.
Hola, Sara, y bienvenida. Lo de la novela, de momento está en marcha. Hablé telefónicamente con Carmen al día siguiente y me atendió muy amablemente diciéndome que había que dar una solución. Toco madera. En cuanto a lo que dices es cierto. Y no se me había ocurrido, pero sí que hay paralelismos entre la conjura y el guardián, y ahora que lo dices quizá también entre Toole y Salinger. En cualquier caso, la novela es genial.
Gracias, Antonio. Lo cierto es que el tío criticaba la novela con gran vehemencia, ante lo cual, o le daba con el lomo de la misma en los dientes o me callaba, que es lo que hice. Al fin y al cabo lo que me apetecía era tomar una cerveza tranquilo. En mi barrio también se pegan, sobre todo por el fútbol, jaja. Haz caso de los gustos literarios de tu tío.
Un abrazo a todos.
Yo no la he leído, y no estoy muy predispuesto a subsanarlo. Conozco a demasiada gente que se empeña en recomendármela, y esto, por si solo,ya me insta a seguir con la resistencia. Habitualmente, como bien sabes, el criterio literario escasea, y no se hasta qué punto la propia vida del autor influye sobre la opiniones.
En todo caso, tu reseña quizás termine derribando mis prejuicios. O no.
Un saludo
Haces bien, Guido, jaja. Yo también tengo manía a muchas novelas sin leerlas, sobre todo cuando me la recomiendan tan insistentemente. Tú verás, aunque ya te digo, yo me he reído bastante, es un drama cómico. A ver, tampoco la pondría en un altar. Me pasa igual que con "El guardián entre el centeno", que me pareció una novela muy buena y con la que también me reí bastante. Pero nada más. Ahora bien, la novela no deja indiferente, te lo aseguro. Y bien te gustará mucho o la odiarás.
Tú verás. Al menos, es una novela que está en las bibliotecas. Te lo digo porque si no te gusta, al menos no te habrás gastado las pelas.
Un abrazo.
Amigo Paco, yo también leí la novela hace ya no me acuerdo cuántos años y me pareció muy buena, aunque no la obra maestra que me decían. Lástima que el autor no hubiera perseverado. Un abrazo.
No creo que llegue a leerme este libro, aunque quien sabe, pero desde luego me encantó que me contarás, magníficamente resumida, la vida de Tool y las peripecias de la publicación de "La conjura de los necios".
Me acordé de ti en las jornadas literarias de La Casa Encendida, te hubiera gustado conocer a tanto autor y gente de este mundo, pero...
Un abrazo.
Sí, José Miguel, la novela es muy buena, yo me lo he pasado en grande. Tiene mucho mérito crear esos personajes y esos ambientes, aunque me da que a Toole no le costó demasiado por propia experiencia. Dudo entre calificarla de obra maestra y buena novela, no sé.
Gracias, Mercedes. No obstante, si la lees espero que disfrutes. Me pasé por la casa encendida pero el domingo, a la mesa redonda de novela de intriga. El sábado estuve viendo a José Carlos Somoza en la librería Traficantes de sueños. La verdad es que estos últimos días ha habido muchos actos en Madrid. Si he acabado hasta cansado. Y luego vino Carlos y comko no estaba Andrea estuvimos por ahí, vaya tela qué estrés, jaja.
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