Cuando una
novela no te deja vivir tu vida normal porque estás deseando tener un rato
libre para continuar con su lectura, esa novela es una jodida obra maestra,
sobre todo si miras atrás y ves que tu vida ha sido muchas cosas, pero que ha
estado marcada por la escritura y la lectura. Si vas a adquirir la novela, cosa
que te recomiendo encarecidamente, prepárate para buscarte tiempo libre, lo
necesitarás para sumergirte en sus páginas.
La
estrategia del pequinés (Alrevés Editorial) no es la primera novela del
canario Alexis Ravelo, pero su carrera como escritor va a dar un
salto cualitativo sin ninguna duda. Primero, porque le ha quedado una novela
redonda en la que se ha despojado de la sombra de Eladio Monroy,
el protagonista de una tetralogía de novelas (hasta ahora, esperamos que haya
más) negras de mucha calidad. Y segundo, porque ha entrado en la selecta nómina
de la Editorial Alrevés (un selecto club con autores como Luis
Gutiérrez Maluenda, Víctor del Árbol, Susana Hernández, Jordi Ledesma o Carlos
Quílez), que desde su aureola de editorial independiente ha terminado
por entrar en todos los circuitos y festivales de novela negra gracias a la
buena gestión de la gente que allí trabaja.
Alex nos
plantea una novela, sobre el eje temático de la trama de un atraco que, sin
embargo, es algo más. La acción podría haber transcurrido en cualquier parte,
ya que hoy en día los tentáculos de la crisis (paro, recortes, desahucios,
miseria y desesperanza) llegan a cualquier punto de la geografía nacional. Pero
es bien cierto que el que transcurra en Las Palmas de Gran Canaria
le añade un punto exótico para el resto de españoles, es decir, los lectores
godos, que entiendo que vamos a ser mayoría dada la buena distribución de la
editorial. Como decía, la base de la trama es un robo, pero no un robo al uso.
La historia empieza presentándonos a Junior, un macarra encargado
de distribuir la cocaína en la isla por cuenta del Turco, el
verdadero narcotraficante que maneja sus negocios desde un pisazo en el
Eixample barcelonés. Junior la caga en una entrega, ya que elige a la persona
equivocada para recoger la coca. En vez de ir al puerto, el secuaz se va de
farra y el cargamento es interceptado. El tipo lo paga con su vida en el primer
capítulo, que hace prometer al lector una novela intensa.
Junior ya
la jodió en otra ocasión y el Turco le cubrió. Pero ahora le dice que pague y
Junior no tiene pasta. Este es el planteamiento de una novela prometedora desde
los primeros lances. El lugarteniente del Turco empieza a pensar de dónde sacar
dinero y es entonces cuando decide pegarle el palo al Larry, un
abogado pijo de Porsche y chavalas que, en realidad, es el encargado de lavar
todo el dinero negro que le entrega Junior procedente del tráfico de cocaína.
Para el atraco, que evidentemente no va a ser denunciado, elige al Rubio,
un tipo duro que abandonó el oficio cuando se casó con Estela y
que lleva quince años trabajando como jefe de seguridad de un hotel de lujo. El
Rubio acepta el trabajo porque Estela está muy enferma y calcula que con su
parte del botín va a poder llevarla a los mejores médicos. Es él el encargado
de seleccionar a los otros dos compinches que le ayudarán con el trabajo. Por
un lado, contacta con Tito el Palmera, un tipo que hizo la mili
en regulares y se dedicó al menudeo, en trámites de divorcio, cincuentón, sin
un pavo, y cuyo sueño es lograr el suficiente dinero para pagar el traspaso de
una cafetería con la que vivir una vida tranquila. Por otro, elige a Cora,
una mujer cañón que sospecha que sus encantos tienen una fecha próxima de
caducidad y que actúa por su cuenta como prostituta intentando pescar clientes
ricos con su cuerpo de escándalo, para actuar como gancho con el Larry.
Con estos
mimbres, la función está servida. Podríamos decir que hay una primera parte en
la novela en la que se narra el atraco y momentos posteriores, y una segunda
parte en la que los protagonistas emprenden una huída sembrada de muertes.
Porque, claro, si bien en un primer momento todo parece perfecto, hay una
traición, lo que hace que el plan posterior al robo salga mal.
En la
novela hay traición, amistad y amor, tres ingredientes fundamentales en
cualquier tipo de novela, pero que en novela negra adquieren una intensidad sin
límites. Pero también hay tango, cuyos lamentos se dejan oír más allá de la
puerta de El Quilombo, garito regentado por un argentino y
frecuentado habitualmente por Tito el Palmera. La narración transita por los
vertederos de barrios bajos en donde habita la miseria y es protagonizada por
tipos sin escrúpulos que no dudan en obtener beneficios de la desesperación.
Los personajes son duros, pero sin embargo los protagonistas derrochan ternura,
una ternura que no pueden exhibir más allá de sus seres queridos porque si no,
están muertos. Si al paisaje canario añadimos algunos localismos del lenguaje,
tenemos ese punto exótico del que hablaba al principio, que deja de serlo
cuando por deducción aprendemos lo que es una panza de burro, bajo la cual
caminan unos personajes en un ambiente gris a los que acabamos tomándoles
cariño.
La historia es narrada desde la
perspectiva del narrador omnisciente porque supongo que Alexis quería mostrar a
la vez diferentes paisajes, marco que se acota si se utiliza la primera persona.
Pero el autor logra de forma magistral hacer que la narración contenga el
lirismo y la proximidad sentimental que da la primera persona, conduciendo al
lector hacia un desenlace brillante a toda velocidad, de forma que parece que
es el que lee el que viaja en Porsche y no el Larry.
Canarias siempre ha tenido muy
buenos escritores. Y en cuestión de novela negra actual, tanto Alexis Ravelo
como José Luis Correa, siguen manteniendo el pabellón bien alto. Felicidades,
amigo. Y felicidades de nuevo a los de Alrevés por su buen hacer.
Alexis Ravelo (Biografía tomada de la web de Alrevés Editorial):
Alexis Ravelo (1971) es un escritor calvo que nació y
sobrevive a régimen de cervezas y bocadillos de chopped en Las Palmas de Gran
Canaria. De procedencia humilde, su primera novela, Tres funerales para
Eladio Monroy, supuso un inesperado éxito que le ha llevado a escribir
otros tres libros con el mismo personaje: Solo los muertos, Los tipos
duros no leen poesía y Morir despacio. Ha perpetrado, además, otras dos
novelas de semen y sangre: La noche de piedra y Los días de mercurio.
Tres libros de relatos (Segundas personas, Ceremonias de interior y
Algunos textículos) y media docena de libros infantiles completan hasta
ahora su bibliografía, si exceptuamos volúmenes colectivos y antologías, como Relato
español actual, de Fondo de Cultura Económica, y Por favor, sea
breve 2, de Páginas de Espuma.
Imparte talleres de escritura en centros educativos,
bibliotecas y prisiones, diseña y coordina actividades de animación a la
lectura y colabora semanalmente en programas radiofónicos.
Ocupa un lugar relevante en la narrativa canaria actual y se
ha destacado, de su estilo, su eficiencia narrativa y su habilidad para
combinar la amenidad y la reflexión en argumentos de claro compromiso ético.
Sospecha que Dios está de vacaciones.
Blog del autor: http://alexisravelo.wordpress.com/
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