La primera y única vez que vi a Carlos
Quílez fue en una mesa redonda celebrada en la Fundación Julián
Besteiro, en Madrid. La mesa llevaba el sugerente título de “Límites
y contaminación entre la realidad y la ficción. ¿Periodista de día y novelista
de noche?”. Moderada por el librero arquetípico Paco Camarasa, hablaron
por este orden, Juan Madrid, Rafael Reig y Carlos Quílez, exponiendo sus
particulares puntos de vista sobre el oficio de periodista. Y los tres coincidieron
en manifestar las dificultades de los profesionales libres en los medios de
comunicación, controlados cada vez más por intereses políticos y empresariales,
cada vez más siniestramente fusionados. Luego vino el turno de preguntas y yo
expuse que, lógicamente, no todos los novelistas son periodistas, pero que cada
vez son más los que cambian el oficio de la columna, la crónica o el reportaje
por la novela. Ante mi pregunta de que si la novela era el último territorio de
la libertad de expresión del periodista la respuesta fue contundente: “sí”. Después silencio. “Es que no te podemos decir más –decía
Carlos Quílez-, es que lo has clavao”.
El
maestro Juan Madrid, reciente ganador del premio de novela Fernando Quiñones,
se levantó de la mesa y me propuso echar un cigarro fuera. Nos acompañó Rafael
Reig, al que habían cesado hacía poco del diario público. Nos estuvo contando
los motivos, que me reservo por la privacidad de la confidencia, pero ya podéis
imaginar. Él era en esos momentos el vivo ejemplo de la falta de libertad de
prensa en los medios. Perdimos un columnista político excepcional, pero ganamos
un columnista cultural de lujo que desde entonces escribe en el suplemento
cultural de ABC. Pero también él, como Carlos Quílez, cada vez más ha dirigido sus
pasos hacia la novela, ganando incluso el prestigioso premio Tusquets.
“Cerdos
y gallinas” (Editorial Alrevés) nos habla de corrupción política,
periodística y policial de forma cruda, una novela muy acorde con los tiempos,
y Carlos Quílez se explaya a fondo. Utiliza el terreno de la ficción para
llevarnos hasta las mismísimas cloacas de la sociedad haciendo estremecer al
lector, y eso que todo ciudadano bien informado sabe que la realidad supera a
la ficción con creces. Para ello utiliza como hilo conductor a la personaje
protagonista, la periodista Patricia Bucana, que ya utilizó en
su novela “La soledad de Patricia” (Premio Crims de tinta 2009). Patricia
se mueve entre confidentes que dominan los bajos fondos, y también obtiene
información de la Guardia Civil, Policía Nacional y Mossos d’esquadra, no tan
bien avenidos como nos quieren hacer ver desde las administraciones públicas.
La trama comienza con la desaparición de un alijo de droga y termina con el
caso de corrupción de un político aspirante a President de la Generalitat.
Entre medias, los hechos se van sucediendo de forma vertiginosa, sucesos
aislados que vistos desde una perspectiva global, forman una tela de araña
difícil de desentrañar que solo la frialdad y la sagacidad de la periodista conseguirán
esclarecer.
Carlos
Quílez nos muestra un mundo cerrado, con su propia jerga, con sus propias
reglas, en el que la frontera de lo legal y lo ilegal se entrecruzan en
multitud de ocasiones. Jueces y policías corruptos se dan la mano con
directores de periódicos cuya moralidad es más que dudosa, en clara complicidad
con políticos que, más que servir a la ciudadanía, se sirven a ellos mismos. Y
lo hace con un estilo directo, como si escribiera a navajazos, con unos
diálogos que por momentos ponen los pelos de punta, metiéndonos en los
entresijos de la delincuencia merced a una gran labor de documentación en la
que seguramente ha jugado un papel transcendental su puesto de director de
Análisis de la oficina Antifraude y Contra la Corrupción de Catalunya.
Una
novela negra, negrísima, altamente recomendable y, como decía antes, muy actual
en donde el sistema es atacado desde dentro y desde fuera. Un caso, resuelto
por la integridad de Patricia y de unos funcionarios que en más de un caso han
de enfrentarse a compañeros y superiores jugándose algo más que su propio
trabajo.
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una vez más el acierto de Alrevés, que ha conseguido aglutinar a un grupo de
escritores que tienen mucho que decirnos a través de su narrativa. Es difícil
equivocarte si eliges una novela al azar de esta editorial y a las pruebas me
remito: (Julián Ibáñez, Andreu Martín, Luis Gutiérrez Maluenda, Susana
Hernández, Jordi Ledesma, Gonzalo Garrido, Víctor del Árbol, etc., y ahora
Carlos Quílez).
2 comentarios:
Hola. Hace mucho que no actualizas el blog... ¿sucede algo o simplemente ya no te apetece?
Un saludo.
Hola. No pasa nada, es solo que últimamente ando más ocupado de lo que me gustaría. Gracias por el interés y un saludo.
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