La presentación se la hizo el periodista, también canario, Juan Cruz. En la misma hubo bastante gente, que escuchó al autor describir, entre otras cosas, su forma de escribir, su manera de encarar una novela. Ciertamente, el escritor sabía de lo que hablaba cuando nos explicó sus sensaciones al escribir, definiéndose como un escritor de brújula, es decir, que sabe el final de sus novelas pero no la forma de llegar hasta él, dirigiéndose hasta el desenlace de forma intuitiva, sobre la marcha.
Me marché de allí con buenas sensaciones, con mi novela firmada y con una botella de vino canario Humbolt, que de todo se puede adquirir en el Espacio Canarias. La novela pasó a engrosar la lista de espera de mis lecturas, pero me llamaba desde el anaquel de la estantería en la que estaba alojada, así que me metí en la historia en cuanto pude.
La novela comienza con la aparición de un hombre en una carretera semidesnudo y ensangrentado, caminando en estado catatónico. Continúa con la desaparición repentina de un periodista. Estos hechos, aparentemente inconexos, conducirán al inspector Álvarez y al detective Ricardo Blanco, contratado por la madre del periodista, a trabajar juntos para desentrañar una trama de venta de obras de Arte “descuidadas” por elementos del clero.
El libro se lee del tirón, ya que José Luis tiene un estilo ágil y sencillo que provoca constantemente la curiosidad del lector. Va alternando capítulos en que nos muestra, por un lado, la investigación del detective Ricardo Blanco, narrando los hechos en primera persona en boca del propio detective; y por otro, emplea la técnica del narrador omnisciente para contarnos las investigaciones del inspector Álvarez. Esta combinación de las dos formas narrativas enriquece sustancialmente la obra, ya que por un lado, ofrece al lector las vivencias del detective en primera persona, acercándonos a su universo interior lleno de cinismo al más puro estilo Chandler, pero con la originalidad de hacer convivir al lector con un Marlowe canario. Sin duda la primera persona es la mejor forma de transmitir los sentimientos y el estado de ánimo del protagonista narrador, aunque bien es cierto que no aporta más información que la que existe alrededor del que narra. José Luis soluciona esta carencia ofreciéndonos capítulos narrados con la técnica del narrador omnisciente en los que nos ofrece más datos de la investigación en la persona del inspector Álvarez y sus ayudantes, que se convierte de esta forma en coprotagonista junto a Ricardo Blanco, y buena pareja que hacen ambos.
El mezclar estos dos estilos de narración se aleja de los férreos esquemas que utilizan una técnica u otra, preponderantes hasta ahora, y rompe definitivamente clichés establecidos que muy pocos autores se atreven a romper. En “Nuestra señora de la luna” el resultado es espectacular.
He de agradecer a mi amiga Raquel, por tanto, el haber descubierto a un autor veterano, aunque bastante desconocido, y el placer de haber situado a Canarias como escenario de una novela negra. Así que, a partir de ahora, estaré atento a lo que hace José Luis Correa. Y con tiempo, a ver si puedo ir leyendo sus anteriores novelas.
4 comentarios:
A mí también me ha gustado mucho la nueva novela de José luis Correa, coincido plenamente en la química entre el detective canario y el veterano inspector, enriqueciendo la lectura y alternando los puntos de vista. Yo descubrí la obra de este autor con la anterior novela de la serie, "un rastro de sirena", donde nos acercaba al ámbito de las mafias que trafican con mujeres, y hay bastante acción, tiros y persecuciones. Esta última no tenemos tanta acción, pero el personaje principal se nos hace más profundo, con la relación sentimental, el sufrimiento por lo que le ocurre a su abuelo, y la investigación en sí.
Coincidimos pues, Demanio. Cuando tenga más tiempo profundizaré en su obra leyendo las demás. Un abrazo.
Ya puestos, te recomiendo la novela "EL laberinto del Minotauro" del autor Antonio Lozano. Aquí también tenemos a un autor canario y un detective canario. El detective se llama José García Gago y ya protagonizó la novela "preludios de una muerte" o algo así (no me acuerdo exactamente del título). Tanto el personaje de José Luis correa como el detective de Antonio Lozano, me caen genial, coinciden en que son canarios y el lugar de la trama, pero tienen personalidades distintas. El detective Ricardo Blanco es un personaje muy cercano y humano, casi una persona normal que podemos encontrarnos en la calle sólo que tiene un trabajo tan interesante como el de detective. Ricardo Blanco se hizo detective gracias al apoyo de su socio y amigo de toda la vida Miguel Moyano tras un periodo de viajes y pasotismo en general. El detective privado José García Gago es un hombre tranquilo, bebedor, que viene de familia adinerada pero él rechaza esa faceta suya, tiene una amiga con derecho a algo más, un amigo taxista, un amigo dueño de un bar donde se cocina los viernes comida negra y criminal, basada en platos que comen los detectives literarios. José García Gago y Ricardo Blanco también coinciden en tener un inspector de policía amigo, con los que cada capítulo se van alternando ambas investigaciones, una de los detectives y otra de los policías, que acaban uniéndose,
sólo que mientras el inspector Álvarez pese a ser tozudo y tener carácter resulta entrañable, mientras que el caso del inspector amigo de José García el inspector resulta algo más... En fin, no digo más porque eso ya sería un spoiler muy grande.
Que bueno ir descubriendo buenos detectives españoles. Tenemos el Leo Caldas gallego, el Goiko vasco, el Julio Cabria madrileño, el Atila del Raval, etc, etc.
Sin olvidar al Humphrey, también de Maluenda. Y espero que pronto a Carlos González, personaje de mis novelas. Gracias por la recomendación. Un abrazo.
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