Transito por la vida,
vagando por el tiempo,
sobre baldosas de miedo,
recordando mis miserias,
por la calle Convento.
Alma en pena,
espíritu sobrecogido,
llueven plumas ardiendo,
me lleno de nada,
me alimento de nada,
observo el silencio,
sentado en la Plaza Alta.
Y cuando me creo
que mi mente me llama,
me acerco sigiloso,
hasta las dársenas del puerto.
Camino, camino solo,
miradas perdidas
que me acompañan,
sonrisas fingidas
que me dan tantas razones
para olvidar.
Subo la cuesta,
la de mi vida,
por la calle Trafalgar,
atrapado en Algeciras,
mecido por brisa de mar,
en otras ocasiones,
porque hoy no hay ni viento,
y vuelvo a mi monasterio
que es un templo de silencio.
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