El género no es nuevo y tiene sus pioneros y sus maestros, véanse Chandler, con su duro y genuino detective Marlowe; Agata Christie, con su concienzudo Poirot; o Conan Doyle y su entrañable Sherlock, el detective por antonomasia. Pero no sólo hay autores extranjeros entre los maestros. En España contamos con el Plinio, de García Pavón; Toni Romano, del prolífico Juan Madrid; o con Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán. Seguro que todos ellos, nacionales y extranjeros, han sido lecturas claves de los actuales autores que han elevado la novela negra a género de culto y de moda.
Comentario aparte merece el fenómeno Larsson, que ha conseguido que, por ejemplo, este verano todo el mundo lleve en el Metro de Madrid el mismo libro entre sus manos, el último de la trilogía “Millenium”, suceso que se ha repetido en todas las ciudades del mundo. Lo de los suecos es para resaltar: Mankell, Camila Läckberg, Assa Larsson, Jens Lapidus..., cada uno con sus personajes fetiche, herederos de los pioneros Maj Sjöwall y Per Wahlöö.
Pero si los suecos copan el mercado, bien es cierto que no son los únicos, y la culpa la tienen escritores de la talla de Sue Grafton, Donna Leon o Patricia Cornwell, sin olvidar a los españoles Lorenzo Silva, José Luis Muñoz o dos de los más recientes: David Torres y Domingo Villar.
Y no todo se reduce a novelas o escritores, sino a eventos que, van surgiendo o que se potencian. En España, increíble es la que se monta todos los veranos en Gijón con su Semana Negra. También en Getafe y Barcelona. O las librerías temáticas del género que además están en Internet con sus páginas web y sus blogs y organizando actos y firmas de libros. Véase Estudio en Escarlata en Madrid y Negra y Criminal en Barcelona.
No puedo terminar sin mencionar los Premios Literarios, unos nuevos y otros que, si bien ya existían, ahora se ven potenciados. Valgan como ejemplos el Premio RBA de Novela Negra, suculentamente dotado, u otro que, si bien es más modesto, no deja de ser prestigioso, me refiero al Premio de Novela Negra Ciudad de Carmona.
Asistimos al esplendor de un género, el negro, que algunos críticos califican como menor. Pero de lo que no cabe duda es de que en la actualidad es el culpable de que muchos lectores vuelvan a leer y de que otros, los más jóvenes, empiecen a ser receptores del “virus” de la lectura.
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