El pasado sábado paseaba yo por un parque con una novela bajo el brazo. Daba gusto caminar disfrutando de la sombra de los árboles, de los aromas primaverales y de los trinos de los pájaros. Elegí un banco a la sombra, me encendí un cigarrillo y me puse a leer, dispuesto a ser un detective del siglo XIX en ese Madrid añorado, aunque no vivido. Porque una de las cosas que tiene la Literatura es eso, vivir experiencias que, de otro modo, jamás se experimentarían.
Cuando estaba yo más metido en la historia, vi aproximarse por la derecha a tres viejecitas encantadoras. Sin embargo, se me encendieron todas las alarmas, debe ser el sexto sentido. “Te vamos a molestar, hijo” me dijo una de ellas. No se imaginaba ella cuánto. Tomaron asiento a mi lado de forma estrepitosa. Empezaron a parlotear, subiendo cada vez más la voz, porque ni entre ellas respetaban turnos de palabra ni nada parecido. Una de las “entrañables ancianitas” sacó del bolso la revista “Hola”. Y a partir de ahí se dedicaron a comentar a voces la vida y obras de personajes famosos y de otros no tanto. A partir de ahí me fue imposible volver a concentrarme en la lectura. A las señoras parece que les iba la vida en dilucidar si quien tenía razón era el viejales que se había casado con una mujer que podía ser su hija o era la chica la que tenía derecho a exigirle no sé cuántos millones. Me levanté educadamente y me marché con viento fresco.
En este mismo momento que escribo esto, en mi cerebro resuenan las frases soeces de mujeres que vociferan desde la televisión de la cafetería, cuyo único mérito consiste en gritar y en decir que no les sale de, digamos su órgano sexual, hacer tal o cual cosa. Al mismo tiempo, en otro monitor, hay una turba que se pasan a un bebé de unos a otros, por el aire, con el único objetivo de que el infante roce el manto de la Virgen del Rocío, que horas antes han sacado unos señores enfervorecidos saltando una reja.
De verdad, a veces me gustaría vivir solo en una isla.
18 comentarios:
Y a mí también... (lo de la isla, quiero decir).
Un abrazo,
¿No has pensado que, mal que te pese, las "entrañables viejecitas" te estaban inspirando para esta entrada? Pero hombre, si vivieras en una isla, qué nos ibas a contar. Estoy contigo, el mundo se degrada por momentos y parece que a nadie le importa.
Un abrazo.
Lo que has vivido, lamentablemente, es el día a día de nuestra sociedad, en la que triunfan programas de televisión de corte "amarillista" y en los que resulta bastante sencillo aparecer, aunque lo digas no tenga no sea ni siquiera cierto, solo hay que hacer ruido, en contraposición de los programas de corte cultural que de existir, se emiten a horas intempestivas.
En cuanto a lo del fervor religioso, me reservo mi opinión, aunque quizás algún día, esa criatura les diga a sus padres que si estaban en su sano juicio.
Un abrazo.
Andrés:
De verdad que a veces lo pienso, Andrés, viendo el panorama que nos rodea. Ya no es que no veas las televisiones generalistas, que no las veo. Pero es que, de una forma u otra, al final acaba salpicando.
Mercedes:
Pues llevas razón. No sé, a lo mejor hay veces que me paso con estas entradas, pero es que no soporto tanta vulgaridad.
Un abrazo a los dos.
No sé de qué te asombras. La tele está llena de porquerías, las revistas de otras tantas..., y la vida sigue rodando. Pero lo peor es que están ahí y sobreviven a todo porque tienen público..., eso es lo peor, ¡que hay mucho público para todo eso!
Saludos.
Carlos García:
Macho, estamos rodeados. La telebasura se ha multiplicado y está atontando a la población, falta de otros valores. Estoy harto de que mis alumnos quieran ser como los de Gran Hermano. Anda que estamos apañados. A este paso, nuestra generación va a ser la única privilegiada que nos hemos educado con un Sistema digno, y que hemos visto programas como La clave o, cuando éramos críos, La bola de cristal. Eso sí que era tele. Espero que donde quedemos a comer no haya tele.
Un abrazo, tío.
Pues sí, Campoazul, yo todavía tengo capacidad de asombro, aunque cada vez menos. Y sí, alucino, con que haya tanto público que ve esas mierdas (con perdón). Pero es que encima te encuentras con alguien y te empieza a decir que si conoces a fulano y a mengana, y si digo que no, te toman por un marciano, cuando los marcianos son ellos. En fin, el mundo al revés.
Un abrazo.
El virus de la mala educación, el analfabetismo y la incultura se propaga como la peste en la Edad Media. Yo creo que aunque lograras retirarte a una isla desierta... acabarían por llegar hasta allí (véase, si no, Superviviente...;-)
Pobre Paco, ni leer tranquilo en el parque puede.
Saludos.
S. Cid
No sé si nos lo merecemos, creo que no, quizás hay que tirar la televisión, no considerar decentes a quienes la hacen salvo excepciones, dejarla solo para temáticos o películas... Y a las peluquerías llevarte un libro ;-) para evitar siquiera posar la mirada en la estupidez humana.
Llevas razón, S. Cid, la vulgaridad se extiende y nos rodea. Y la verdad, si estuviera en esa isla y de repente me encontrara con otro náufrago y me preguntara que si he oído lo último que ha dicho Belén Esteban, en ese mismo momento me suicidaría.
Yo creo que no lo merecemos, ¿verdad, Aurora? No somos tan malos. En definitiva, yo es lo qyue hago, utilizar la tele para temáticos, pagando, e ir siempre con mi novelita a todas partes.
Un abrazo para las dos.
Ya hace tiempo que tuve que abandonar la televisión, porque no entendí en su momento cómo podía funcionar un programa como "El Tomate" y que tuviera tantos adeptos ese espacio de la tarde.
Y cada vez es peor, es por ello por lo que me voy a mís películas en DVD del cine clásico o con un buen libro y así paso el tiempo, sin perderlo en basura televisiva.
Sumergirse en un libro puede ser una forma de viajar a esa isla soñada, claro que manteniéndose alejado de las viejecitas. :-)
Saludos.
Carlos:
Es que comprender cómo funciona el tomate es una labor ardua y si me apuras paranormal, para Iker Jiménez. Y lo peor es que programas como ese se han multiplicado por todas las cadenas. Por lo que veo estás como yo, con tus pelis y tus novelas. Al final deberemos fundar una república misántropa.
Felisa:
Procuro alejarme de todo lo que huele a telebasura. Pero claro, es difícil porque nos rodea.
Un abrazo a los dos.
Paco, tío, yo ando por Sudamérica y por aquí están con la misma gilipollez de la telebasura. La gilipollez se está expandiendo por el mundo como un veneno. Creo que esta civilización va a morir de gilipollez. Además aquí, tienen telenovelas a tutiplén y telepredicadores. Un día saldremos a la calle y será difícil encontrar a alguien que tenga más de dos neuronas y que no estén peleadas.
Un abrazo, tío.
Dónde andarás, Carlitos. Pues se ve que la cosa es internacional y que el atontamiento se universaliza. Ten cuidado, tío. Un abrazo.
Tienes mucha razón, Paco. Para mucha gente esos programas son como el marco vital necesario.Un abrazo.
Paco, me da que esa isla no estaria tan desierta, porque ultimamente somos bastantes los que estamos hartos de una serie de cosas... En cualquier caso, si algun dia te vas, que te instalen alli conexion a internet.
Un saludo
Gracias, José Miguel.
Antonio, lo de Internet sería un poco chungo de instalar, sobre todo si es una isla desierta. Lo miraré.
Un abrazo.
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